DOM-08-A

domingo, 19 de febrero de 2017
26 FEBRERO 2017

DOM-08-A

2 comentarios:

juan antonio at: 20 febrero, 2017 14:43 dijo...

CONFIANZA EN DIOS
Esta semana la Palabra de Dios nos muestra la grandeza de nuestro Padre Dios, del Amor de Dios, pues si vemos la primera lectura nos habla de que Dios va más allá de lo que pueda ir una madre, va más allá del improbable caso de que fuéramos abandonado, dejado, desechado por nuestra madre: Dios no nos abandonaría.
El salmo nos enseña cual es nuestro descanso, Dios y solo Dios porque de Él viene la salvación.
El Evangelio empieza enseñándonos que no podemos tener dos señores y ahí está nuestra libertad para escoger a uno u a otro y en el cuerpo central del relato, nos dice que no estemos agobiados, porque el agobio no sirve para nada en esta vida, ni para alagar nuestro tiempo ni para tener, vestido o cosas que solo sirven para ocupar el lugar de Dios en nuestro corazón y termina diciéndonos que solo debemos buscar el Reino de Dios y su justicia, el Amor de Dios y la santidad, el ser hijos de Dios y que todos lo sean, derramándonos en todos los que nos rodean, dándonos que no dando y aquí entra de lleno el lema de este año de Manos Unidas,
“el mundo no necesita más comida, sino más gente comprometida”, que den de su tiempo, de sus capacidades, sus facultades, en resumen que se den, porque habrá o mejor dicho hay, muchas situaciones que quizás la resuelva un rato de compañía más que la comida, porque siempre nos creemos que el pobre es el que tiene hambre, que sí, pero hay muchas clases de pobrezas, solo hace falta que nuestros ojos y nuestro corazón las vean.
Tirémonos a los brazos de Dios que Él nos quitará las angustias y los agobios para que nosotros se la quitemos a los demás, con nuestro don, nuestra entrega total.
Descansa sólo en Dios alma mía porque Él es nuestra esperanza.
Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a abandonarnos en los brazos de nuestro Padre Dios. AMEN

Maite at: 21 febrero, 2017 20:57 dijo...

Conocí a un fraile que ocupaba un alto cargo en su Orden. Una vez, en una conferencia, le oí decir que cada cual puede preocuparse por lo que quiera todo lo que quiera. Traducido a una forma más actual quedaría más o menos así: la preocupación es libre.

¿Puede un padre o una madre no preocuparse del vestido o el alimento de sus hijos? Jesús nos exhorta a no ser presas del agobio o de una preocupación excesiva que nos paraliza de impotencia y anula nuestro compromiso, esfuerzo y creatividad, nuestra iniciativa o lucha denodada.

El agobio nace a menudo de esa servidumbre al dinero que nos lleva a consumir por encima de nuestras posibilidades y necesidades. Esa servidumbre que mata la confianza en Dios y en su providencia que vela por nosotros. Providencia que no es pretexto para vivir sin trabajar por el sustento y una vida digna, sino fe en el cuidado amoroso del Padre que hace que todo redunde en bien de sus hijos. Fe que posibilita otro tipo de vida más sano y justo con los recursos de la tierra y en solidaridad con los más desfavorecidos.

¿Acaso quien vive en manos de Dios necesita aparentar veinte años cuando tiene treinta, cuarenta o cincuenta? ¿Pretende que su organismo funcione siempre como en lo más florido de la juventud? ¿Necesita cambiar de coche, móvil, ordenador o televisión según la última moda? ¿O amontona ropa o utensilios de todo tipo que no puede siquiera usar?

El salmista invita a descansar en Dios, madre entrañable que no olvida al hijo de sus entrañas. Y Pablo recuerda que somos servidores de Cristo y administradores de los bienes que proceden de Dios, no propietarios ni usureros.

Lo nuestro es buscar el Reino de Dios y vivir el momento presente como la gracia que hoy se me concede y que no puede frustrarse en mí. Cada día trae su propio agobio, pero ante él no estamos solos.