DOMINGO 25-B

domingo, 16 de septiembre de 2012

23 SEPTIEMBRE 2012
DOMINGO 25-B

MARCOS 9,30-37. El hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos.

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 16 septiembre, 2012 08:39 dijo...

AL SERVICIO DE LOS DÉBILES (Mc 9,29-36)

Por segunda vez anuncia Jesús su destino: caer en manos de los hombres, morir y resucitar; y por segunda vez los discípulos prefieren no enterarse del asunto. No estaban allí para seguir a un fracasado, sino a un triunfador. Caminaban con él, pero, interiormente, estaban muy lejos de seguirle. Para ser discípulo, hay que seguir al maestro consciente y voluntariamente. Tal vez sea éste el problema de muchos cristianos de hoy día. Son los cristianos por inercia: están ahí porque alguien los colocó allí un día pero nunca se han preguntado lo que eso significa.

El tema de la conversación que mantenían durante el camino indica lo lejos que estaban de las intenciones de Jesús. Mientras él hablaba de sufrimiento, humillación y muerte, ellos discutían sobre el reparto del poder. Jesús aprovechó la ocasión para aclarar las cosas una vez más: en la comunidad cristiana el primer puesto -el más importante- lo ocupan quienes en la sociedad están menos considerados y el primer deber de la autoridad es servir a éstos. Ya lo había dicho María: Dios destrona a los poderosos y aupa a los humildes. Para ilustrar su pensamiento puso en el centro del grupo a un niño y lo abrazó con cariño. El signo adquiere un relieve especial si se tiene en cuenta que, en aquel tiempo, los niños pertenecían al grupo de los desfavorecidos.

Es cierto que él hablaba de cómo deben ser las cosas en la comunidad de sus discípulos, pero sería bueno que los poderosos y los grandes del mundo meditaran sobre estas palabras de Jesús y se pregunten sobre la legitimidad de su poder. En verdad ¿cuál es la razón de ser -la justificación- de la autoridad y del poder humano? Es decir: ¿qué razón hay para que unos hombres tengan poder sobre otros y puedan decidir sobre sus vidas, siendo así que todos somos iguales? No me sirve decir que han sido elegidos democráticamente. Eso sólo evita que no sean considerados unos usurpadores. Yo encuentro que la única justificación de la autoridad es defender y apoyar a los débiles para que no sufran el abuso de los fuertes, defender a quienes no pueden defenderse o no tienen quien les defienda. La autoridad tiene, por tanto, la misión de equilibrar. Así debe ser en la comunidad cristiana y ojalá que así fuera en la comunidad humana. Si éste fuera el caso, el mundo sería más justo y más cómodo y fácil el vivir, sobre todo para algunos que lo tienen muy difícil.

El dicho final de Jesús es una advertencia: sólo acogiendo a los despreciados se puede encontrar a Dios. Sus discípulos, en vez de buscar egoístamen¬te el provecho personal, deben olvidarse de sí mismos y ayudar a los desposeídos, a los desheredados, a los olvidados. Y esto no hay que hacerlo desde arriba -desde posiciones de poder-, sino abrazando, es decir, por amor y con amor.

Francisco Echevarría

Maite at: 18 septiembre, 2012 21:35 dijo...

Jesús es un amigo claro y exigente y los discípulos, como todos, no entienden cuando habla de sufrimientos por venir, de fracaso y caos total, aunque oigan mencionar también una resurrección. Es demasiado para ellos. Y cuando algo no se entiende y tiene mala pinta se tiene miedo a preguntar. No vaya a ser que entonces sí se entienda y sea peor. Tenemos miedo a la verdad cuando no se casa con nuestros planes y forma de ver las cosas, cuando resulta dolorosa.

Como a sus discípulos Jesús nos pregunta a menudo de qué discutimos por el camino, y como ellos, a pesar de conocer su pasión y muerte de cruz, su entrega por todos, guardamos silencio avergonzados, pues perdemos mucho tiempo y energía, muchas fuerzas e ilusiones, en discutir entre nosotros quién es el más importante. En procurar escalar los primeros puestos justificando cualquier medio para ello, en situarnos por encima y por delante de los demás. Es adonde nos lleva la carne, siempre contraria al Espíritu.


Jesús no pierde la paciencia y no los abochorna con sermones y monsergas. Solo dice que en su Reino, entre los que quieren ser de los suyos y le siguen, los que se llaman cristianos, la jerarquía de valores es otra. El primero de todos es el último y el servidor de todos.

Si ya nos lo sabemos, pero ¿nos lo creemos de verdad?, ¿luchamos acaso por el último puesto, por servir a los demás con la misma pasión y ansia, con el mismo interés e igual competitividad, con que soñamos sobresalir y destacar en los honores del mundo?
¿Cuantas veces van encaminadas las discusiones entre nosotros a procurar ser los últimos y los más abnegados servidores de los demás? ¿Como entendemos el último lugar y el servicio? ¿Nos damos cuenta de que carece de brillo y aplausos, de merecimientos y halagos, de consideración y privilegios?

Jesús renunció a su condición divina y emprendió el camino de la cruz para entregar la vida, pasando por uno de tantos. Se hizo así servidor de todos y escogió para sí el último lugar. Seguirle a Él es caminar tras sus huellas, y elegir con Él ser los últimos y servidores nos hace, además, felices ya en este mundo, con la felicidad que nace del olvido de uno mismo y de haber asimilado la escala de valores que de verdad nos hace libres con la libertad de los hijos de Dios.

Jesús abraza a un niño ante sus discípulos. Un pequeño que depende por completo y en todo de los demás, un ser sin poder, dominio ni autoridad sobre nada. Pero digno de amor y de ser acogido con respeto y cuidado. Jesús se identifica con él de tal manera que abrazar al último supone estrecharle a Él contra nuestro pecho y al que le envió.

J.A. at: 22 septiembre, 2012 21:20 dijo...

Hoy visto el pasaje evangelico podiamos llamar a Dios, el Dios de las pequeñas cosas, el Dios de los pequeños, de los fragiles, el Dios de los que no son nada y quiere que seamos sus voces y sus vidas, en un servicio total, no siendo el primero sino el último y servidor.
Dios de las pequeñas cosas, porque desde el principio solo conoció pequeñas cosas, una nación insignificante, dominada y humillada por extraños, como Hombre nació en un establo de una población pequeña.
En una aldea vivio treinta años con un oficio ordinario, para su misión cogio hombres sin sabiduria ni conocimientos, pues salvo Mateo y alguno más, eran pescadores.
Su vida transcurrió entre los mas necesitados: ciegos, cojos, sordos, enfermos de lepra y exclkuidos endemoniados y se relacionó con lo peor de la soiedad, publicanos, prostitutas.
Pasó por un pecador más ante Juan y así le consideró el poder civico-religioso de su pueblo, pues ni guardaba la Ley ni el Sabado, porque dignificaba al hombre antes que los formulismos rituales, vacios de todo sentimiento y por todo eso y nostros, llegó hasta morir como un bandido,terrorista y proscrito, en la infame Cruz.
Siempre lo pequeño, lo último, lo sin valor y así lo enseñó, bienventurados los pobres, los que lloran, los que...; ven al gozo de tu señor por haber sido fiel en lo poco....;el mismo Reinado de Dios que predicaba no vendría con grandes acontecimientos, seré grano de mostaza, levadura en la masa, banquete de los desarrapados ( id a los caminos...), siempre los últimos, lo pequeño.
En varias ocasiones hizo centro de sus enseñanzas a los niños, el dialogo con Nicodemo y otros más y hoy lo hace centro u señal de nuestro estilo de vida: la confianza, la fragilidad, la entrega, la dependencia, la inocencia, la limpieza de corazón, la vida de lo poco, el valor de las pequeñas cosas, pero siempre ordnanda al servicio y entrega a todos.
Deberia preguntarme si recibo a los niños, a los debiles, a los pequeños, a los que no tienen más que la nada de todo,en un servicio sin limitaciones, en lo publico dandole a todos lo que la dignidad que tienen se merecen y en lo privado, pues la derecha que no sepa lo que hace la izquierda.