3º Domingo de Cuaresma - B

viernes, 2 de marzo de 2012
11 Marzo 2012

JUAN 2,13-25: El mercado en el templo.

Descargar 3º Domingo de Cuaresma - B.

Juan García Muñoz.

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 02 marzo, 2012 20:38 dijo...

LIMPIAR EL TEMPLO (Jn 2,13-25)

En la mentalidad judía del momento en que vivió Jesús, el templo de Jerusalén -en cuanto morada de Dios en medio de su pueblo- era el símbolo sagrado por antonomasia, hasta el punto de que cualquier pronunciamiento contra el mismo era considerado una blasfemia. Pero el templo, a la vez que un símbolo religioso, era un centro de poder político y económico. Una de las veces que Jesús entró en él, hizo un gesto de rechazo de estos dos últimos aspectos y acusó a los responsables de haber convertido en cueva de ladrones lo que era casa de oración. Este enfrentamiento debió ser tan fuerte que se le considera una de las razones históricas de su muerte.

Pero Jesús no hacía gestos inútiles ni se dejaba llevar por impulsos incontrolables. La naturaleza y el significado de este enfrentamiento sólo los podemos entender si se enmarca en el contexto de su enseñanza sobre el templo. Es san Juan el que nos da la clave cuando, en el discurso de la cena, pone en su boca estas palabras: “Si alguien me ama cumplirá mi palabra, mi Padre lo amará, vendremos a él y habitaremos en él”. Aunque el tema es abordado directamente cuando, a la pregunta de la samaritana sobre el verdadero lugar para dar culto a Dios, responde que “los que dan culto auténtico darán culto al Padre en espíritu y en verdad”. Es también Juan el que dice que, en alguna ocasión, habló de sí mismo como templo. Y San Pablo, hablando a los de Corinto, les dice que son templos del Espíritu.

Todo esto significa que, para el cristianismo, el verdadero templo en el que Dios habita gustosamente es el corazón humano. Quiere decir esto que, para encontrarse con Dios, hacia donde hay que caminar es hacia el interior de uno mismo y hacia el corazón del otro. Es de aquí de donde arranca la visión cristiana del cuerpo humano al que se reconoce la máxima dignidad y respeto, aunque históricamente haya habido espiritualidades que veían en él un enemigo al que había que destruir. Se entiende así que Jesús, contra la mentalidad de su tiempo, no tenga inconveniente en acariciar y dejarse acariciar y en tocar a las personas, sobre todo a los enfermos.

A la luz de su enseñanza, los templos para nosotros no son sino lugares de reunión, necesariamente amplios para albergar grandes grupos y, en la medida de lo posible, dignos. Pero no podemos tener una visión del templo ya superada que nos lleve a engrandecer un lugar pensando que, por ello, damos gloria a Dios. Tal vez alguno responda utilizando las palabras de Jesús, cuando Judas criticó el despilfarro de aquella mujer que derramó un caro perfume en sus pies: “Los pobres siempre estarán con vosotros. Ahora convenía que ella preparara mi cuerpo para la muerte”. Pero esas palabras tiene otra lectura: “Los pobres siempre estarán con vosotros y vosotros tendréis que emplear vuestra riqueza en ayudar a aquellos en los que yo sigo muriendo”.

FRANCISCO ECHEVARRÍA

Maite at: 06 marzo, 2012 18:13 dijo...

Cierto religioso, al explicar esta escena evangélica, comenzaba diciendo: éste es el Jesusito de mi vida. Y abundaba en la ironía matizando: el de los bucles castaños, en alusión a las imágenes que representan a un Jesús de caramelo, atractivo y dulzón, apto para la piedad sensiblera y nada parecido al de los evangelios.

Sí, éste es Jesús: un hombre fuerte, valiente, decidido, libre como para realizar un gesto de envergadura en el lugar más inoportuno. El mismo que acaricia y abraza a los niños, que acoge y defiende a las mujeres, que toca y cura a los enfermos, que dialoga con quienes van a verle de noche y a escondidas, que se admira de la fe de algunos, que instruye a la gente desde una barca o sentado en el monte, con palabras de vida y liberación; el que pasa haciendo el bien.

Una vez subió a Jerusalén, se acercaba la Pascua. Y entrando en el templo lo encontró convertido en un mercado, un lugar donde las cosas de Dios eran objeto de compra y venta, de especulación, de enriquecimiento para unos pocos y extorsión pura para otros; un sitio lleno de animales, vendedores y banqueros. Era la casa del Padre. Por eso al ver en qué se había convertido y los atropellos que en ella se cometían contra los más pobres de aquella sociedad, hizo un azote ce cordeles y arremetió contra vendedores, animales, banqueros, monedas y mesas. Sin contemplaciones. Le duele la casa de su Padre y lo que hacen con ella; en qué se ha convertido y como se trafica con Dios y la necesidad de la gente de perdón y reconciliación con Él.

Con este gesto y sus palabras Jesús se juega la vida, y lo sabe. También gana muchos adeptos, pero no confía en ellos. Son los que se apuntan a lo espectacular, a los golpes de efecto, y esperan que todo sea así. Pero a sus discípulos se les quedó grabado y lo recordarán después de la resurrección. Se dieron cuenta de que quien así reaccionaba por el celo de la casa de su Padre era el Hijo.

Paco Pérez at: 11 marzo, 2012 14:12 dijo...

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. La viñeta de la hojilla nos muestra la veracidad de ese pensamiento imperecedero. Observándola encuentro este mensaje: Pasan los años y nada nuevo ocurre ante los ojos de Dios.
Siempre pensé que Jesús debería de repetir la escena bíblica y ponernos donde nos merecemos, a mí el primero.
Cuando leo el evangelio, si tengo la oportunidad, comento mi interpretación donde sea y, cuando lo hago, lo habitual es que no encuentre una respuesta para mis observaciones. Si siempre que planteo esta situación constato que los asistentes no desean ponerle los cascabeles al gato pues me pregunto…
¿Seguimos el modelo que Jesús nos enseñó, se contempla en la Biblia, o preferimos seguir practicando las adaptaciones de su mensaje?
Éstas son más fáciles de cumplir porque no nos comprometen a nada, a clérigos y a laicos.
Un mismo texto puede tener varias interpretaciones pero el de hoy nos ofrece la oportunidad de proclamar que Jesús era una persona inconformista con la interpretación que los dirigentes –políticos y religiosos- de su tiempo habían hecho de la Ley de Dios y, consecuentemente, con la mala aplicación que hacían de ella.
¿Son los dirigentes religiosos y políticos actuales un fiel reflejo de aquellos que vivían en tiempos de Jesús?
OPINO que SÍ y la viñeta me enseña que Jesús, en nuestros días, volvería a coger el látigo y azotaría con él a quienes vestidos con corbata especulan a diario en los mercados financieros, comprando y vendiendo sus acciones en la “Bolsa”. Por estas acciones diarias, unos son cada vez más ricos y otros son cada vez más pobres.
Si los clérigos consideran que todo va sobre ruedas pues, como ellos son los doctores que tiene la Iglesia, pues deberá de ser verdad. No obstante, a veces, los doctores se equivocan y la familia opina sin saber a fondo del tema y les aporta las orientaciones que, una vez escuchadas, les ayudarán a reconducir el tratamiento.
Jesús nos enseña hoy que hay que ser reformistas y que el hombre es propenso al inmovilismo; una vez que ha adaptado la ley a sus necesidades y conveniencias. Esta situación es la que Él no quiere y por ello nos muestra hoy el camino.
Cuando no se funciona bien hay que reconducir el sistema y para ello hay que rectificar el proceder. La viñeta nos muestra el mensaje: Acabar con el modelo vigente y propiciar el camino del CAMBIO.
Los políticos hablan de temas sociales y se olvidan de que las auténticas y eficaces políticas sociales sólo se ejecutan dentro de la Iglesia de Jesús por los clérigos y laicos que siguen el CAMINO que nos llevará al PADRE. Ejemplo: Nos hablan de reinserción social y San Juan Bosco fue el que realmente consiguió convertir la teoría en realidad, sin medios. Lo que no entienden los políticos es que los hombres de Dios lo hacen por amor al prójimo y que ellos lo hacen para sembrar votos.
La Iglesia se está olvidando demasiado de que este es el único camino que debemos recorrer y los teatros que con demasiadas frecuencia se organizan en ella hay que irlos abandonando.
Anoche asistí a la misa que ofició en mi parroquia el Sr. Obispo de mi diócesis. Según él Jesús protagonizó la escena porque en el atrio había mucho alboroto y en la casa de Dios hay que estar en silencio. No mintió, ese murmullo lo viví anoche, pero perdió la oportunidad de abordar la cuestión verdadera con total crudeza… ¿Qué razones lo impulsaron a ello?
Yo, un día más, salí muy decepcionado con lo vivido.