TRINIDAD-C

domingo, 19 de mayo de 2013

26 MAYO 2013
S. TRINIDAD-C

JUAN 16,12-15: El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena.

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 19 mayo, 2013 12:28 dijo...

DIOS Y LO HUMANO (Jn 16,12-15)

El misterio de la Santísima Trinidad –Dios es uno en una triple manifestación– resulta a muchos un misterio poco útil y así es si tratamos de comprenderlo desde la lógica matemática, es decir, como si se tratase de un teorema que hubiese que explicar. Pero la revelación cristiana no es un ejercicio de clarificación de misterios ocultos con el objetivo de satisfacer la curiosidad humana, sino la manifestación de claves existencia¬les, es decir, de una verdad que ayuda al ser humano a descubrir su esencia y a vivir humanamente. No en vano dicen las Escrituras que el hombre está hecho a imagen de Dios. En definitiva, de lo que se trata no es de conocer el misterio del Dios, sino de conocer el misterio del hombre y de su existencia en el mundo. La verdadera pregunta no es cómo se entiende el misterio de la Sma. Trinidad, sino para qué se nos revela ese misterio.

Decimos que Dios es uno, no que sea un solitario, un ser ensimismado, encerrado en sí mismo, desconectado de todo lo que no sea él. Sería como divinizar el egoísmo. Dios es comunión, es decir, no es un yo sin un nosotros. Y ésta es la primera clave de nuestro ser y de nuestro existir. Sólo podemos ser nosotros mismos con los demás. Quien se encierra en sí mismo se hunde en el pozo profundo de la neurosis. Quien mira hacia el fondo se hunde cada día más. Sólo quien mira hacia lo alto y hacia afuera puede salir de esa enfermedad de la mente y del espíritu que es el ensimismamien¬to.

Decimos que es Padre-Madre, es decir, origen y fuente de la vida, amor que se da, que se entrega, que se comunica. Es donación. En el gesto fecundo de darse encuentra el ser humano lo mejor de su esencia. No hay gesto más humano ni más dichoso que el de dar la vida que uno es. Me pregunto si la cultura del sexo sin riesgos –es decir. sin la complicación de los hijos– es un camino hacia la felicidad o, por el contrario, un callejón sin salida. Decimos que Dios es Hijo, es decir, el amor pasivo, el amor que se acepta, que se recibe. Es la acogida. Se trata de reconocer la otra cara del amor, aquella que nos permite ser amados y gozar en ello. Puede decirse que el ser humano es alguien que abraza y es abrazado, porque sólo en el abrazo mutuo está el ser completo. Lejos de nosotros la autosuficiencia del que cree que se basta a sí mismo. También éste es un solitario. Y decimos que Dios es Espíritu, es decir, vida. Es el amor en sí mismo, la corriente vital que fluye entre aquellos que se abrazan, la conciencia de la unidad más allá del ser de cada uno.

Dios es Trinidad y lo es el ser creado a su imagen. Tal vez a alguno le parezca poesía, pero una poesía destinada a iluminar la tosca prosa de la realidad. Dios es donación, acogida y amor. El ser humano o es eso o no es nada.

Francisco Echevarria.

Maite at: 20 mayo, 2013 19:29 dijo...

El Misterio de la Trinidad es un misterio de Amor y de Vida, de comunión entre Tres Personas, y de él participamos nosotros que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Por eso estamos llamados a establecer relaciones de amor mutuo saliendo de nosotros mismos para entregarnos a los demás con lo que somos y tenemos.

Estamos hechos para vivir en comunión, no en soledad. El que cree que puede subsistir sin nadie, sin compartir ni recibir nada, es como el agua de un estanque que no corre y acaba putrefacta. Somos vasos comunicantes por los que la vida y la gracia fluyen sin detenerse, llenando las márgenes que atraviesan de flores y frutos perennes.

Cada una de las personas divinas se nos da y se nos revela a su tiempo y a su ritmo. Tenemos en Jesús el Camino, la Verdad y la Vida, y podemos tratar con Él como con esposo, hermano, amigo, compañero de ruta, buen pastor... Tenemos su Palabra que nos habla e interpela, y sus gestos y actitudes, sentimientos y pasiones.

Quien le ve pasar haciendo el bien, sanando y curando a los enfermos de alma y cuerpo, protegiendo y defendiendo a los más pobres, débiles y pequeños, liberando del pecado y de todo tipo de opresión a hombres y mujeres, ve al Padre. Quien le ve renunciar a su condición divina y hacerse uno de tantos, servir y lavar los pies de los discípulos, partirse y repartirse entre ellos como pan y vino, ve al Padre. Su voluntad es el alimento de Jesús. Es el padre de la parábola del hijo pródigo, el que pide en el bautismo de Jesús y en el Tabor que escuchemos a su Hijo, el que por amor a cada uno de nosotros no aparta de Jesús el cáliz que tiene que beber y no evita que se entregue a la muerte como un maldito de Dios según las Escrituras.

El Espíritu es la ternura, la caricia, el beso de Dios, quien revela a Jesús en nuestro interior. Ilumina y fortalece nuestra fe llevándonos a la comprensión de su persona y obra. Él derrama en nuestros corazones el amor de Dios y nos hace sus hijos. Él clama en nuestro corazón orando e intercediendo por nosotros. Con Él superamos el miedo a ser testigos y nos convertimos en evangelizadores, en canales del amor de Dios allí donde estamos. Es nuestro abogado defensor y consolador.

Este Dios Trinidad no puede ser un desconocido para nosotros, un misterio impenetrable e inservible. Contemplarlo y tratarlo nos revela nuestra propia dignidad, nuestra verdadera identidad. Tratemos con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo con tiempo, con cariño, con hambre y sed, con gozo y alabanza. Y podremos sentir y decir a todos:

Gustad y ved qué bueno es el Señor

Juan Antonio at: 21 mayo, 2013 21:34 dijo...

Hablar de la Santísima Trinidad, es algo muy difícil si es que con ello intentamos comprender, lo que para el hombre es incomprensible, el misterio.
Los compañeros de comentarios han expresado muy bien esta festividad y a este Dios, uno y trino: Francisco Echevarría con la habilidad del maestro, nos habla de entender a Dios, entendiendo al hombre y la Sra. Maite, nos habla de este Dios nuestro como nos lo dio a conocer Jesús, Padre, Hermano, Vida, Pastor, Esposo,…..
Yo recuerdo la homilía de un jesuita en esta festividad y él decía que era difícil hablar de la Santísima Trinidad, pues como misterio era imposible de explicar, pero si partíamos de la experiencia de Dios en nosotros, llegaríamos a sentir a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu. Lo sentiríamos en nuestro corazón, lo sentiríamos en nuestra vida, en las múltiples vicisitudes del día a día, tendríamos, siempre, un Padre, un Hermano y un Aliento Vital que nos acompaña, que mora en nosotros, que vive y como decía S. Pablo, no soy yo quien vive en mí, es Cristo, Dios, quien vive en mí.
Si tenemos esa experiencia de Dios, si vivimos sabiendo que somos morada de Dios, veremos el rostro de Dios Padre que nos mostró Jesús, conoceremos a Jesús en su palabra y vida y sentiremos la acción del Espíritu que nos vivifica cada día.
Es difícil de entender, pero sencillo de vivir, se dejamos que Dios viva en nosotros.