DOM-13C

domingo, 23 de junio de 2013
30 JUNIO 2013
DOM-13C


LUCAS 9,51-62: Envío de mensajeros a Samaría .

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 23 junio, 2013 08:47 dijo...

SEGUIR AL MAESTRO (Lc 9,51-62)

Cuando llegó el momento oportuno, Jesús tomó la determinación de ir a Jerusalén para predicar en el corazón de Israel –en el templo– la Buena Noticia del Reino, a pesar del peligro que ello suponía. Los samaritanos –debido al enfrentamiento religioso entre este pueblo y el judío– se niegan a darle hospitalidad y a los discípulos les salta la vena justiciera. Pero Jesús corta en seco: no ha venido a dar muerte sino vida. Tal vez ésta sea la primera característica de un verdadero discípulo del Nazareno: dejar de lado la autosuficiencia, la ira y la venganza y asumir la humildad, la paz y el perdón.

Luego están quienes se ofrecen animosos a seguir a Jesús tal vez porque no se dan cuenta de lo que ello significa. Él les advierte que el seguimiento sólo es posible desde la renuncia más completa. Tampoco cabe posponer la respuesta cuando él llama o andar con nostalgias por lo que se deja atrás. Todo se reduce a una cosa: la libertad interior. Quien tiene el corazón apegado a sus posesiones, a sus tareas o a sus afectos no tiene la libertad necesaria para asumir el destino del Maestro.

La verdad es que choca bastante la radicalidad con que habla y, por ello, nos inclinamos a pensar que tal vez sólo se trate de una metáfora. Pero no hay nada que justifique una interpretación semejante. La llamada de Jesús es exigente y no se anda con medias tintas ni componendas. El texto evangélico no es ambiguo. El problema es nuestro porque vivimos en un tiempo que ha hecho de la provisionalidad uno de los rasgos más sobresalientes de nuestro modo de vivir, como puede verse en hechos como estos: se ha perdido la estabilidad laboral; los políticos están satisfechos si consiguen terminar la legislatura; aumentan las rupturas matrimoniales y crece el número de parejas de hecho; en algún país se ha planteado el matrimonio temporal... A todo le añadimos un "por ahora". Es como si la vida fuera un asunto de usar y tirar.

Hay quienes defienden este modo de vivir y de entender la vida. Pero olvidan algo: que la provisionalidad genera inseguridad; la inseguridad, angustia; y la angustia es uno de los sentimientos que más desequilibra la mente y el espíritu. La cultura de lo provisional conduce a una sociedad física, psíquica y espiritualmente enferma. Los profetas que predican el rechazo al compromiso por considerarlo inhumano, anacrónico o utópico deberían preguntarse a quién sirven realmente.

Considero que hoy más que nunca las exigencias de Jesús están vigentes y conservan toda su frescura como un camino de humanización. Ser fiel a la palabra dada, perseverar en la decisión tomada, seguir a pesar de las dificultades, tener el valor de decidir y comprometerse no son cosas que atenten contra la dignidad de lo humano. Muy al contrario: son rasgos que engrandecen a quienes tienen el coraje de vivir según ellos.

Maite at: 24 junio, 2013 17:11 dijo...

Jesús ha tomado la decisión de ir camino de Jerusalén con sus discípulos. Ellos, a pesar de sus enseñanzas, no comprenden aún al Mesías. Siguen identificándolo con alguien poderoso por encima de los demás y, ante el rechazo de los samaritanos a prepararle alojamiento, los Hijos del Trueno no tienen idea mejor que mandar bajar fuego del cielo que acabe con gente tan poco hospitalaria.

Pero ése no es el estilo de Jesús, ni el de sus seguidores. Él busca otra aldea para descansar sin reducir a cenizas la primera. Va camino de la cruz, sin buscarla pero sin rehuirla. Es la consecuencia de su anuncio del Reino y sus valores, de su defensa de los pobres y pequeños, de su actividad como servidor de todos y libertador de oprimidos, de la entrega de su vida hasta el último aliento por todos.

Mientras van de camino surgen espontáneos y llamados al seguimiento de Jesús, tal vez atraídos por su persona, sus enseñanzas, sus milagros, su actividad... Jesús es claro al hablar de las condiciones para ir con Él: hay que renunciar a toda seguridad, responder con prontitud a su llamada haciendo de ella la prioridad absoluta y no mirar atrás una vez que se opta por vivir para el Reino de Dios. A partir de entonces es necesario caminar siempre hacia adelante.

El salmista nos muestra cómo: seducido por Dios encuentra en Él su lote y su heredad, todas sus posesiones y riqueza, todo lo que conservar y por lo que trabajar. Y sabe que su suerte, durante todo el tiempo que dure el camino de la
vida, está en manos de Dios, su refugio seguro y su bien. Bendice al Señor que le aconseja e instruye incluso de noche durante el reposo, pues Dios da el pan a sus amigos mientras duermen, y no como fruto de sus sudores.

El salmista tiene siempre presente al Señor y se siente sostenido por Él. Por eso su corazón está seguro y su carne descansa serena. Sabe que su destino final es caminar por el sendero de la vida que no se acaba, y que no verá jamás la muerte ni experimentará la corrupción; que quedará saciado de gozo y de alegría perpetua para siempre, siempre, siempre.

Juan Antonio at: 02 julio, 2013 19:30 dijo...

Hoy el Evangelio nos pone un pasaje duro, pero real y coherente con la vida de Jesús y sus enseñanzas.
Nos dice que no tiene amigos, que su familia en más grande que la tenemos y que la dedicación a la misión es total, sin reserva alguna.
Tenemos que ser el amigo de Jesús y el amigo de los amigos de Jesús y también de sus enemigos, de los que los persiguen y lo calumnian, tenemos que ser servidores de todos, no tenemos que llevar en nuestro bolsillos cosa alguna, más que la esperanza y el amor, como dice S. Pablo, a nadie le debáis nada más que amor, tenemos que llevar como proyecto esas actitudes de la pobreza, del sufrimiento, el dominio de uno mismo, el ansia de justicia, la compasión con el cercano, la rectitud de corazón, ser personas de paz y personas perseguidas por la luchas del bien de todos y por Dios, dichosos seremos si en estas actitudes encontramos a Dios, como lo encontraremos en ese darnos al sediento, al hambriento, al desnudo, al forastero, al encarcelado y al enfermo, a todos los que necesiten de nosotros.
Esas actitudes, serán nuestras señas de identidad, mis señas de identidad, de lo contrario estaré lejos de Jesús, no seré de los que quieren seguir su camino, seguiré otro, pero no el de Jesús.
Para eso tenemos la vocación más grande que se pueda tener, la de la libertad, siendo esclavos uno de los otros por amor, pero libre, sin amarres, sin ligaduras, sin atauras a cosas que no sean de Dios y de nuestros hermanos los hombres.