DOM-RAMOS

domingo, 6 de abril de 2014
13 ABRIL 2014
DOMINGO DE RAMOS - A

MATEO 26,14 - 27,66. PASION DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

2 comentarios:

Paco Echevarría at: 06 abril, 2014 08:29 dijo...

EL REY HUMILDE (Mt 21,1-11)

Ya lo había dicho el profeta: “Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en un asno”. Con ello quería significar que el Mesías no era hombre de guerra, sino hombre de paz. Jesús pone en escena la profecía y entra en la ciudad, no cabalgando como un conquistador blandiendo la espada, sino montado en un asno y agitando palmas y ramos de olivo, para decir a la ciudad de Jerusalén -la que había de pedir su muerte- que en su corazón sólo había paz.

La imagen de Jesús como un humilde rey de paz contrasta con la realidad que vivimos en estos años de inicio del milenio. La guerra -abierta o solapada, en los campos de batalla o en la intolerancia de la vida ordinaria-, el terrorismo, la violencia doméstica... siguen siendo -para desgracia y vergüenza de un mundo que se llama civilizado- una triste presencia en nuestra vida. Sobre una tierra cargada de violencia avanza humilde la figura del profeta de Nazaret sin que los hombres presten atención a su voz. Nos llegan noticias e imágenes estremecedoras y no logramos entender -ni creo que pueda entenderse- por qué los hombres nos enfrentamos y hacemos violencia unos contra otros. Palabras como tolerancia, solidaridad, respeto, diálogo, acuerdo, ayuda... suenan mucho, pero la realidad que expresan cuenta poco.

Cuando un hombre pone una bomba en su supermercado para matar a no sabe quien ¿qué cree estar demostrando con ello? ¿Cómo silencia la voz de la conciencia? ¿A qué mundo aspira? ¿Cómo puede alguien pensar que la violencia sea el cimiento de algo? ¡Sólo de la ruina! Cuando un grupo de hombres planea la eliminación de otro grupo ¿a dónde pretende llegar? ¿Cómo es posible que el odio llegue a endurecer el corazón ante el miedo y el llanto de un niño o de un anciano? ¿Qué peligro puede haber en ellos? Son preguntas para las que no hay respuesta.

Es tiempo de calvario el tiempo en que vivimos y, por ello, bien pertrechados de esperanza, anhelamos el amanecer del domingo de Pascua, cuando el sepulcro reviente y la vida se levante para siempre. Pero antes habrá que pasar por el silencio del sábado y meditar nuestros errores a la luz del mandato del amor. Jueves, Viernes y Sábado forman una trilogía bien trabada: entrega, sacrificio y reflexión -amor, renuncia y sinceridad- jalonan el camino hacia el alba de la resurrección.

La comunidad cristiana por su parte ha de disponerse a cargar con la cruz del testimonio y de la fidelidad en un mundo que, por no compartir los ideales del Nazareno, se va a situar muchas veces frente a ella. No esperemos que quienes crucificaron al Maestro vayan a aplaudir a los discípulos. Mal signo sería.

Juan Antonio at: 09 abril, 2014 21:05 dijo...

La antífona de la procesión de los ramos entona esa canción que hemos cantado de niño y de mayor ”Los niños hebreros, llevando ramos de olivos salieron al encuentro del Señor aclamando ,Hosanna en el cielo, bendito el que viene en nombre del Señor”
Se inicia la Semana mayor de la liturgia en la Iglesia, la primera procesión que sale a las calle de nuestros pueblos y ciudades es la cariñosamente llamada La Borriquita, en la que son los niños la mayoría de nazarenos que hacen la estación de penitencia y en todos predominan los colores alegres, como el rojo y el blanco.
Buscando, dentro de mi ignorancia, una explicación a la antífona que cantamos, y aunque los evangelios nadan dicen de los niños en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, si nos dice, por ejemplo S. Lucas, que al bajar del cerro de los olivos la multitud de sus seguidores cortaron ramos de olivos y extendían sus mantos entonando esa canción, todo lo cual nos quiere decir que Jesús hasta en su entrada triunfante lo hizo con los sencillos, con los pobres y humiles, muchos de los cuales serían beneficiarios de sus signos y milagros, esto es, Jesús estaba con los suyos hasta el final, pues los fariseos se decían que sus planes se les iban de las manos.
Esta es la celebración primera de esta semana grande, la semana de los grandes misterios de nuestra salvación, llenos de esperanza para los creyentes, llenos de respuestas para nuestras vidas llenas de dolor y sufrimientos, cargados de vida en la resurrección.
Son tantas las lecciones que la semana nos trae que de la alegría, en la Eucaristía que sigue, empezamos con la proclamación de la Pasión, que como bien nos dice el autor de la hijilla, debemos leer y releer, debemos de tenerla presente en esta semana de honda vivencia cristiana.
Hace ya tiempo, en un retiro nos decía el padre director, como buen jesuita, que cuando nos zarandeara la vida con sus duros golpes, con los nubarrones de los dolores, la enfermedad y los mil y un problemas, leyéramos despacio y en oración, cualquier texto de la Pasión de Cristo que nos sentiríamos confortados, como reza la oración de San Ignacio de Loyola: Alma de Cristo……
Hemos pasado cuarenta días en nuestro desierto de preparación, a la celebración del Triduo Pascual, a vivir la Pasión de Cristo en toda su grandeza, en la que Cristo va a gritar con el salmo 21, ¿Dios mio Dios mio, porque me has abandonado? hasta a cantar con alegría ¡aleluya! en la noche de Pascua, pasaremos de la noche a la luz, de la muerte a la vida, para que esta la tengamos para siempre y la tengamos en abundancia.