DOM-06-B

domingo, 8 de febrero de 2015
15 FEBRERO 2015
6º  DOM-B

Mc 1,40-45. La lepra se le quitó y quedó limpio.

2 comentarios:

Maite at: 10 febrero, 2015 17:57 dijo...

Tengo una buena amiga que visita a varios enfermos. Lo hace con todo su cariño, que es mucho, los acompaña y anima a todos a confiar en Dios y a ponerse en sus manos. Mi amiga es una mujer muy sencilla, sin muchos conocimientos, pero con una hermosa experiencia de Dios en su vida. A mí me encanta cómo la expresa y da testimonio de ella. Solo tengo un "pero", y es que, al dirigirse a sus enfermos, les habla de la enfermedad como de algo que Dios les manda. Y yo estoy segura de que Dios no manda a nadie una enfermedad.

Según el Evangelio lo que Jesús quiere es curar. Al ver a alguien que sufre, víctima de la enfermedad, siente lástima, y eso le lleva incluso a saltarse la Ley tocando a un leproso para limpiarle. Y no solo le devuelve la salud física, hace de él un hombre nuevo integrándole en la sociedad que le rechazaba por su lepra y según la Ley. Jesús pasa haciendo el bien, curando y liberando, no enfermando a la gente. Y San Pablo nos dice que Él es el mismo, ayer, hoy y siempre.

¿Me siento sucia y enferma? ¿Pobre, pequeña y despreciable? Hay un leproso en el evangelio de Marcos, que me invita a acercarme con él a Jesús, y pone en mis labios una de las oraciones más bellas que se pueden elevar, de rodillas, al Señor: si quieres, puedes limpiarme. La respuesta de Jesús siempre será su compasión, y sus palabras, al tocarme: quiero, queda limpia. Su deseo, que forme parte de la comunidad de seguidores suyos con pleno derecho.

Hay otra clase de lepra: el pecado. El salmista tiene experiencia de ella. También él se presenta a Dios, reconoce y confiesa. Encuentra en Dios su refugio, el perdón y la absolución, y se siente rodeado de cantos de liberación.

San Pablo nos exhorta a seguir el ejemplo de Cristo. Hoy estamos invitados, entonces, a ser tales que el que sufre pueda acercarse confiado a nosotros, sabiendo que encontrará compasión, unas manos que no temen tocar su lepra, un refugio en nuestro cariño y cantos de liberación en nuestros labios.

Juan Antonio at: 12 febrero, 2015 20:46 dijo...


La reflexión sobre el Evangelio de esta semana la podemos hacer en dos partes, la primera sobre el dialogo y actitudes de Jesús y el enfermo y la segunda, sobre la prohibición de Jesús y la actitud adoptada por el curado.
Respecto de la primera, nos encontramos con un dialogo y actitudes de Jesús y del enfermo, que van contra la Ley, ya que ni uno ni otro podrían tratarse, ni hablarse y menos aún tocarse.
Y Jesús rompe todas esas reglas y va más allá, va en busca del enfermo y movido por la compasión lo toca, le habla y lo cura.
En ese dialogo, nos encontramos con que el enfermo, dando por conocida la fuerza sobrenatural de Jesús, se entrega a Él con una absoluta confianza, “Señor, si quieres puedes limpiarme”, modelo de oración para nosotros que andamos buscando modelos y libros para hacer oración, cuando ésta no es más que abrir el corazón a Dios, Señor, si quieres.... y aquí le expone el problema, y así nosotros tenemos que dialogar con el Señor, abre tu corazón y estate ahí, como dicen los primeros versículos del salmo 37(36), “confía al Señor tu camino y Él actuará”, y más adelante, “cállate junto al Señor y espéralo”, y para que buscar modelo si tenemos el mejor, el Padrenuestro, “hágase tu voluntad....”, como decía una amiga, puede ser hasta duro, si le quitamos el amor de Dios que nos acompaña.
La respuesta de Jesús viene precedida de su compasión, de un acercamiento, lo toca, y por último lo cura.
No me resisto a contar el único contacto que he tenido con un exleproso. Me visitó en mi despacho donde ejercía como funcionario, me contó sus penas, sus necesidades, la imposibilidad de cumplir con la ley y viendo que yo no reaccionaba, me enseña las manos, curadas pero deformadas, y me dice que había salido recientemente del sanatorio de Fontilles. Cada vez que lo recuerdo me da el mismo pellizco en el estómago que me dio hace muchos años y no sé si por vergüenza o por compasión mi actitud, recuerdo, que cambió.
Hasta donde llega mi cercanía con el dolor? Dolor que puede ser de muchas formas, soledad, abandono, hambre, desnudez, sin techo, desahucios, impagados de.......
Jesús le dice, quiero, queda limpio. Pidamos al Señor que nos limpie de nuestras miserias y cobardías, para que podamos llevar a otros la dignidad que perdieron por la causa que fuere.
Por último, el curado, pese a la prohibición, proclama y divulga el “mensaje”. El evangelista no nos dice qué mensaje, pero está claro que no era otro que la bondad de Dios hecha vida en Él, que le había quitado de la esclavitud, de la exclusión y le había devuelto la dignidad perdida.
Señor, aquel pobre hombre, sin echarte cuenta, se pone a divulgar la bondad que habías tenido con él y yo qué hago? si cada día recibo tantos y tantos dones tuyos, desde la vida, el día, las ocupaciones que me das de mayor para que no me apoltrone, las alegrías y los dolores de mi maltrecha salud, los que la cuidan, por los que casi nunca me acuerdo de pedir, yo, ¿ por qué no proclamo tu bondad, el amor que me das cada momento?
S. Pablo nos dice que comáis o bebáis o hagáis cualquier cosa, hacerlo todo para gloría de Dios.
Que nuestra Madre, la Virgen Santísima, en su advocación de Fátima, que visita Huelva en estos días, nos llene de valor y fuerza para trabajar por el Reino de Dios