DOM-14-B

sábado, 27 de junio de 2015
5 JULIO 2015
14 DOM-B

MARCOS 6,1-6. No desprecian a un profeta más que en su  tierra.

2 comentarios:

Paco Echevarría at: 27 junio, 2015 19:03 dijo...

MIRAR DE OTRA MANERA (Mc 6,1-6)

Cuando se miran las cosas desde muy cerca se pierde el sentido de la realidad. Para ver claro hay que tener la distancia justa: ni muy cerca ni muy lejos. Cuando Jesús llegó a la sinagoga de su pueblo, quienes le habían conocido desde siempre se resistieron a creer en él. Con sus palabras venían a decir: "¡A nosotros no nos engañas: sabemos de sobra quién eres!". La consecuencia fue que se vieron privados de su poder de curar. Tal vez sea ese el problema de los cristianos de siempre y del mundo occidental: sabemos de sobra quién es Jesucristo y por ello no tenemos nada que aprender de él. Hay detrás de esto un mecanismo de defensa frente a la verdad: para no dejarse tocar por el mensaje, se menosprecia al mensajero. Pero en ello está precisamente su debilidad, pues, cuando el mensaje es débil, el mensajero está a salvo.

Viene todo esto al hilo de un pensamiento que -tiempo atrás- algunos divulgaron. "La religión -decían- es una ilusión que desaparecerá con el tiempo; el cristianismo ya no es respuesta a los problemas actuales. Vivimos en una sociedad postcristiana". Yo creo con otros muchos que el Evangelio está por estrenar. Menospreciar su contenido sólo nos lleva a privarnos de sus beneficios. La fe no es sólo mensaje ni sólo vida, sino ambas cosas a la vez y, cuando se renuncia a una, se pierde -tarde o temprano- también la otra.

Jesús fue rechazado por sus familiares -creían que estaba loco- y por sus paisanos -creían que era un carpintero- porque ninguno supo mirarlo de una forma distinta a como lo habían hecho hasta entonces. Cuando uno mira como siempre, sólo ve lo de siempre, es decir, lo que espera ver. Sólo se sorprenden y descubren nuevos mundos los que cambian la mirada. Yo diría que nuestro pecado -ante la fe y ante la vida misma- es haber institucionalizado la rutina, estar de vuelta de todo, ir de sabios. Nada nos sorprende. Por eso la vida ha perdido valor e interés. Para escapar de la insatisfacción que ello conlleva, nos empeñamos en inventar mundos irreales, paraísos artificiales, espejismos de felicidad. Si no, ¿cómo explicar fenómenos tan absurdos y lacerantes como la dependencia de la droga, del juego, del sexo, del poder, del éxito...? ¿Cómo explicar que una persona pague tanto sufrimiento por un poco de felicidad? Creo -estoy convencido- de que sólo superaremos estos males cuando descubramos la dicha que la vida encierra en sí misma. No hablo de renunciar a la felicidad, sino de buscarla donde verdaderamente se la encuentra. Los paisanos de Jesús se privaron de sus milagros -de la vida que él daba a manos llenas- porque se empeñaron en ver en él a un simple carpintero. Y Jesús se sorprendió de su falta de fe como uno se sorprende de que haya tanta gente sedienta de felicidad junto a los manantiales de la dicha.

Francisco Echevarría

juan antonio at: 03 julio, 2015 19:37 dijo...

Como en Domingos anteriores, Jesús nos plantea esta semana la fe en su palabra, la fe en su mensaje y en el mensajero.
Fue el reproche a los discípulos en la barca, la fe de la mujer enferma y la del jefe de la Sinagoga, y ahora la de sus gentes, la de su pueblo, la de aquellos que le habían visto crecer entre ellos.
Jesús no quiere dejarles fuera del anuncio del Reino de Dios, Jesús no quiere excluirlos del amor del Padre, al contrario, todos somos hijos de Dios y como tales herederos de su gloria.
Pero al igual que vimos en las dos semanas anteriores, Jesús quiere nuestra fe, nuestra confianza, nuestra entrega, nuestra plena disposición, Él nos lo da todo, pero ternemos que querer recibirlo, tenemos que querer hacer nuestro el mensaje de liberación que nos anuncia pues de lo contrario no puede crecer en nosotros el Reino de Dios.
Esta es nuestra pequeña colaboración, querer lo que Jesús quiere darnos, aceptar lo que nos ofrece, hacer nuestra la vida que nos da, pues de lo contrario nos quedaremos asombrados, y hoy como entonces seguiremos preguntándonos ¿Quién es este? No habremos comprendido nada, no habremos entendido quien es Jesús, qué mensaje nos trae, quien es el Padre, cual es el amor que nos derrama.
Sus paisanos quieren llegar a comprender el misterio, quieren comprender lo que no pueden, y los hombres de hoy seguimos diciendo quien es Éste, quien es Dios, en definitiva seguimos sin confiar y asumir la presencia de Dios en nuestras vidas.
No es nuevo, “vino a los suyos y los suyos no le recibieron, pero a los que le recibieron, les hizo Hijos de Dios”.
Aquí está la grandeza de nuestra fe, la grandeza de nuestra confianza, como la de la mujer enferma y la del jefe de la sinagoga: si toco el manto......, no temas, tú ten fe.
Señor, creo, pero aumenta mi fe.
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, Tú la que abriste tu corazón a lo imposible que te planteaba el Ángel, Tú la llena de gracia por haber creído, ruega por nosotros, pobres pecadores. AMEN