DOM-16-B

jueves, 9 de julio de 2015
19 JULIO 2015
DOMINGO-16B

MARCOS 6,30-34. Andaban como ovejas sin pastor.

5 comentarios:

Paco Echevarría at: 09 julio, 2015 09:53 dijo...

SOBRE EL DESCANSO Y LA COMPASIÓN (Mc 6,30-34)

Los Doce -enviados con el encargo de realizar la misión de Jesús- vuelven eufóricos tras la experiencia y el Maestro, atento a sus necesidades, los invita a descansar tras el esfuerzo. No son vacaciones sino retiro, es decir, apartamiento en soledad para recuperar fuerzas y revisar lo hecho. Jesús se limita a actuar de acuerdo con una de las leyes básicas de la vida: la ley de la alternancia, del ritmo. Ya, siglos antes, el autor del Eclesiastés había observado esto como una de las claves del vivir: "Todo tiene su momento y cada cosa, su tiempo bajo el cielo: ...su tiempo el abrazarse y su tiempo el separarse... su tiempo el hablar y su tiempo el callar...". El evangelizador -y cada creyente- ha de tener muy presente que hay un tiempo para dar y un tiempo para recibir, un tiempo para predicar y un tiempo para meditar, un tiempo para actuar y un tiempo para orar. Y no sólo él. Todo ser humano debe tener en cuenta esta ley de la vida.

Cuando el ritmo del dar y el recibir se pierde, viene la muerte, pues quien sólo recibe queda atrapado en el sarcófago de su propio egoísmo y el que sólo da muere asfixiado por no satisfacer sus propias y legítimas necesidades. Detrás de ambas posturas hay no poco de miedo e inseguridad que se intenta compensar con bienes y afectos. Son dos formas de creer que no necesitamos nada ni a nadie. Lo cual encierra no poco orgullo.

Esos eran los planes, pero la realidad se impuso: la multitud los estaba esperando en el lugar tranquilo que buscaban. Cuando, tras la travesía del lago, ponen pie en tierra, Jesús mira a la gente y comprende que no es tiempo de descanso sino de lucha. Marcos nos dice lo que, en ese momento, le hizo comprender: al ver a la gente perdida y desorientada "como ovejas sin pastor", a expensas de los lobos, Jesús sintió compasión.

No creo que haya un sentimiento humano más noble y ennoblecedor que la compasión. Cuando la contemplación del sufrimiento humano deja a los hombres insensibles, cuando el mal ajeno no remueve nada dentro de uno mismo, es que se ha perdido humanidad. El corazón puede latir pausado o acelerado, amar u odiar, pero si no late es que está muerto. La indiferencia es el signo de un corazón sin vida. Creo que una de las páginas más bellas del Evangelio es esa en la que Jesús expone la parábola del buen samaritano: el hombre retrasa sus tareas para atender la necesidad del desconocido y luego sigue con lo suyo, con la mayor naturalidad del mundo, mostrando así que la compasión es cosa de la vida ordinaria y se expresa en la solidaridad. Así es en Jesús y así ha de ser en quienes se consideran continuadores de su tarea. Si el evangelizador no ama a los que evangeliza ¿cómo puede hablar del amor de Dios y su ternura? Si no se conmueve por el dolor ajeno ¿cómo puede conmover el corazón del otro?

Francisco Echevarría

Maite at: 14 julio, 2015 16:29 dijo...

Qué bien vienen, en este tiempo de vacaciones, las palabras de Jesús: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Hace falta buscar tiempos y espacios tranquilos para estar con el Señor y los hermanos, para compartir entre todos trabajos e ilusiones, conquistas y derrotas, para encontrar estímulo y aliento, empuje e ilusión, para recuperar fuerzas, en definitiva.

Hacen falta tiempos y espacios para bucear por dentro de uno mismo y encontrar ahí, en lo más hondo, al Huésped que nos habita, nos espera y nos ama. Y hacer de ese lugar el fondeadero donde echar el ancla siempre que necesitemos parar, desconectar, frenar el ritmo trepidante de vida que llevamos habitualmente, y que nos dispersa y desintegra sin darnos cuenta. En ese lugar tranquilo y apartado se halla lo mejor de nosotros mismos, lo mejor que podemos brindar a los demás. Ahí están la luz del conocimiento propio, nuestra belleza y realidad, nuestro yo más auténtico y vital.

El Señor, el Buen Pastor, no quiere que nos falte nada. Siente lástima cuando nos ve heridos y desperdigados, perdidos y rotos. Busca verdes praderas y fuentes tranquilas para hacernos recostar y reparar nuestras fuerzas. Nos guía por el buen sendero y no nos deja solos en las cañadas oscuras. Durante toda la vida nos acompaña con su bondad y misericordia, y tenemos la esperanza de habitar en su casa por años sin término. Él es nuestra paz.

Dejemos resonar estos días en nuestro corazón las palabras del Señor. No nos alejemos de quien nos invita a compartir con Él el descanso y el consuelo. Lo necesitamos.

juan antonio at: 16 julio, 2015 13:59 dijo...

Vuelven los Apóstoles de la misión encomendada y le cuentan todo lo que habían hecho y enseñado y Él les dice, venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.
Salvando las posibles interpretaciones, hay un hecho evidente, Jesús, como en otras ocasiones, como cuando les explicaba aparte las parábolas, quiere estar con los doce en un sitio tranquilo.
Revisar lo hecho, corregir errores, enmendar si se salieron de la misión encomendada, o bien simplemente tomar fuerzas, alimentarse pues ni comer podían?
Lo cierto es la intimidad de los doce, de los discípulos con Jesús, recibir una enseñanza más cercana, estar en una conexión más profunda, un llenarse de esa cercanía que Jesús quería transmitirles y ello no puede ser más que en la intimidad, hoy en la oración, en ese dialogo de hablar y escuchar o simplemente estar, como nos decía Sata Teresa - estaba me yo allí con Él – es la compañía mutua donde damos las gracias por tantas y tantas cosas que cada día recibimos desde el amanecer hasta que nos acostamos, exponemos nuestras debilidades, pedimos las fuerzas, encomendamos las necesidades propias y ajenas y , a veces, cantamos y alabamos a Dios, cosa que debería ser más habitual, pero seamos sinceros.
Este Domingo deberíamos de acordarnos de nuestros Pastores, desde el Papa, nuestros Obispos, hasta nuestro más humilde Párroco, para que nos quiten los miedos y las angustias que las vicisitudes de nuestras vidas puedan hacer surgir y vivamos como un solo pueblo, unidad que debemos pedir cada día en la celebración eucarística, en ese momento después de la consagración, que todos seamos uno, un solo pueblo y un solo Pastor.
María, Madre de Dios y de todos los hombres, ayúdanos a decir AMEN

{ ALBERTO } at: 17 julio, 2015 07:19 dijo...

LA PAZ QUE JESUS NOS DA, ES DIFICIL DE ENTENDER Y A SU VEZ DIFICIL DE ASIMILAR. ES PAZ DE VIVIR, PAZ DE GOZAR Y SOBRE TODO UNA PAZ QUE EL MUNDO NUNCA PODRA COMPRENDER.
CONCLUSION " SU PAZ A NOSOTROS NOS DA ". AMEN.

{ ALBERTO } at: 17 julio, 2015 07:20 dijo...

Y , FINALMENTE, PAZ QUE EL MUNDO NUNCA PODRA DAR.