DOM-18-B

lunes, 27 de julio de 2015
2 AGOSTO 2015
DOMINGO 18-B

Jn 6,24-35. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará sed.

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 27 julio, 2015 08:26 dijo...

EL AMOR COMO ALIMENTO (Jn 6, 24-35)

Seguimos leyendo -y seguiremos haciéndolo varios domingos más- el evangelio de san Juan. Ahora nos adentramos en el discurso de Cafarnaum. Jesús se había quitado de en medio al ver que la gente quería hacerlo rey -no había venido en busca de poderes terrenales-. Pero el pueblo insiste hasta que lo encuentra. Tiene lugar entonces un diálogo que -como todos los de Juan- nos desconcierta porque da la sensación de que van por un lado las preguntas y por otro las respuestas. Para entender en algo de qué va la cosa, hay que tener en cuenta algunas claves.

Hay en el ser humano un conjunto de necesidades materiales que miran a la supervivencia. Jesús lo sabe -por eso hizo el milagro de los panes y los peces-. Y hay necesidades profundas, del espíritu. El peligro es ignorar éstas o pensar que pueden ser satisfechas del mismo modo que las primeras. En el primer caso se cae en el materialismo; en el segundo, en el hedonismo. Jesús advierte: "¡Buscad lo que puede daros la vida verdadera!". En nuestro mundo y en nuestro tiempo resulta chocante hablar de estas cosas porque hemos creado una cultura y un sistema de vida centrado en la satisfacción de las necesidades materiales -la cultura del bienestar-. Pero ya va siendo hora de que revisemos el camino recorrido. ¿Realmente el progreso material nos ha hecho más felices? En otro lugar -hablando con la samaritana- Jesús viene a decirle: "Llevas la vida entera bebiendo en pozos sin calmar tu sed. ¿Por qué no buscas en tu interior?". Buscar la felicidad en las cosas materiales es como echar agua en un pozo: al poco tiempo se ha ido por las profundidades. Sólo el que descubre el manantial deja de buscar incansablemente y logra ser feliz él y los que le rodean.

Cuando se hace una propuesta de este tipo, surge la inquietud, la inseguridad -que es condición propia del ser humano-. Por eso la gente pregunta a Jesús: "¿Cómo sabremos que tienes razón?". Es la pregunta del miedo: ¿Y si renuncio al pozo y no encuentro la fuente? ¿Cómo puedo saber que seré realmente feliz de la manera que tú dices? La respuesta de Jesús es un reto: "¡Tendrás que creerme y arriesgar! De todas formas, mira hacia el pasado: Dios alimentó a tus padres en el desierto, pero aquello era nada en comparación con el alimento que yo te propongo". Luego hace abiertamente el anuncio: "¡Yo soy el pan que da la vida verdadera!". Está hablando de su entrega y hace -de esa forma- de la entrega el camino mejor para ser feliz. Una vez más el evangelio insiste: frente a la ambición, la generosidad; frente a la posesión, el amor. Hemos oído esto tantas veces que ya no nos dice nada. Pero es que -para el cuarto evangelista- Dios es amor y el hombre -hecho a su imagen- sólo encuentra su identidad y el sentido de su vida en el amor. Todo lo que no sea construir sobre él es error y produce vacío.

Francisco Echevarría

Anónimo at: 29 julio, 2015 18:31 dijo...

A Jesús le preocupa que la gente no tenga qué comer y nos enseña a compartir y ser solidarios y sensibles a las necesidades de los demás. Pero después de saciar el hambre de pan nos recuerda la importancia de buscar el que perdura, el que sólo Él puede dar. Jesús intenta despertar en nosotros el hambre de vida eterna.

Lo que Dios quiere es que tengamos fe, y creer que el pan más deseable es el que baja del cielo y da vida al mundo. Los israelitas guardaban en la memoria el pan del cielo que habían recibido sus padres en el desierto. Pero éste era solo figura de Jesús, el verdadero pan de vida.

Creer en Jesús supone identificar mi vida con la suya, hacer míos sus sentimientos y obras, pasar haciendo el bien, con Él y como Él. Abandonar el hombre viejo y dejar que el Espíritu renueve mi mente y espíritu, vestirme de la nueva condición humana creada a imagen de Dios.

Creer en Jesús forma parte de nuestro día a día, y la oración de quienes le rodeaban entonces es también la nuestra:

Señor, danos siempre de ese pan

juan antonio at: 30 julio, 2015 13:13 dijo...

Esta semana empieza el discurso eucarístico de Jesús y lo hace de una manera muy peculiar, es un dialogo todo él entre los judíos y Jesús.
Dialogo sencillo, sin grandes pretensiones, ellos siguen a Jesús porque saciaron su hambre y Jesús les corrige, trabajad por el alimento que no perece y que da la vida eterna, y qué hemos de hacer para realizar las obras de Dios, simplemente creer en el enviado, en Jesús.
Podíamos examinar nuestra relación con Dios desde lo expuesto, ¿mi búsqueda de Jesús es interesada, es solo para pedir (pedid y se os dará), para sacar un apuro adelante o mi búsqueda de Jesús es de verdad de una autentica relación de amor que termina en nuestros hermanos?
Recuerdo un video del entonces cardenal Bergoglio (creo que ra así) en una charla dirigida a voluntarios de Caritas y les decía que sin oración, sin intimidad con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu, es imposible llevar el amor a los hermanos, porque le llevaríamos nuestro amor, no el de Dios, que surgiría en la oración.
¿Cómo es mi fe en Jesús? De este tema los Evangelios está lleno, pues Jesús actúa siempre cuando se manifiesta la gran confianza puesta en él, el abandono, el dejar estar en sus manos y brazos y hará no lo que nos convenga sino lo que su amor nos tenga reservado, cosa que no comprendemos cuando ante las situaciones adversas decimos y escuchamos, “a mí el rezar no me vale”, queremos la solución, queremos que nos toque la lotería sin participar, todo hecho, todo arreglado, cuando los desarreglos son míos, los he hecho yo y quien se tiene que enderezar soy yo.
Sigue el dialogo sobre el maná y Moisés y el verdadero pan del cielo, que da “mi Padre”, y ese Pan de la vida “yo soy” y quien lo coma no pasará hambre y quien crea en mí no pasará sed: de nuevo la fe, de nuevo nuestra aceptación total, plena y completa de Jesús, que nos llenará y hará que llenemos a nuestros hermanos.
Este es el gran misterio ante el que tenemos que rendirnos, pues es fruto del Amor de Dios, es fruto de la debilidad de Dios por el hombre, “y no tengáis miedo, Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos”.
Señor, creo, pero aumenta mi fe en Ti hecho Pan de Vida para me pueda alimentar cada día, pues lo deja a mi voluntad, como fue y es la norma de los Evangelios, todo se proponía y se propone, somos libre de decir sí o no, ¡Qué grandeza nos diste, Señor!
María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir AMEN