DOM-16C

domingo, 10 de julio de 2016
17 JULIO 2016

DOM-16C

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 10 julio, 2016 12:17 dijo...

SERVIR Y ESCUCHAR (Lc 10,38-42)

La hospitalidad era un deber sagrado en la antigüedad. Así estaba escrito en la Biblia: “Cuando un emigrante se establezca con vosotros en vuestro país, no lo oprimiréis. Lo amarás como a ti mismo porque emigrantes fuisteis en Egipto” (Lv 19,33-34). El texto es antiguo, pero conserva toda su lozanía y es de plena actualidad. Nosotros fuimos en otro tiempo un pueblo de emigrantes. Hoy somos un pueblo que recibe emigrantes. Debido a ello empiezan a aparecer en algunas posturas o ideas que creíamos ajenas a nuestra cultura o pertenecientes a un tiempo ya pasado. Por desgracia, la hospitalidad, como tantos valores, ha caído y quedado reducida a un deber de cortesía que sólo obliga con los familiares más allegados y los amigos.

La estancia de Jesús en casa de Lázaro –al margen del sentido teológico del relato– es una lección de hospitalidad y de buenas maneras. Marta y María representan dos posturas ante el Maestro y dos actitudes ante el huésped –y el extranjero–: la escucha y el servicio.

Escuchar al huésped para conocer su mundo –el mundo del que viene y el mundo que encierra en su interior– es la primera característica de un buen anfitrión. En esa escucha atenta y abierta está el mejor medio para el enriquecimiento mutuo entre los individuos y los pueblos. El miedo, la desconfianza y el menosprecio constituyen su mayor impedimento. El complemento de la escucha es el servicio que no es sino la acogida activa, eficaz, comprometida. Lo contrario de la misma es el rechazo o el desinterés. Jesús defendió y predicó el valor de la hospitalidad y lo consideró un criterio para juzgar la rectitud de corazón humano: “Fuí extranjero y me recogisteis” (Mt 25,36).

Es sorprendente –aunque tiene su lógica– que, en unos aspectos, vayamos hacia la planetización de la vida y a la convergencia de intereses, mientras que, en otros, nos movemos, con paso apresurado, hacia el particularismo. Ahí está –por ejemplo– el proceso de unificación de Europa y el auge de los movimientos nacionalistas. Sociólogos y antropólogos tendrán que explicarnos por qué. El problema –según creo– es ver las cosas como oposición, porque esto lleva a la lucha y al enfrentamiento. La solución está en verlas como polos complementarios: sólo se puede construir la unidad desde la diversidad y el pluralismo. Sólo respetando las diferencias se puede construir un mundo solidario y unido. Lo contrario es totalitarismo.

Ante el fenómeno de la inmigración y el resurgir de los nacionalismos sería bueno aprender la lección que se nos da en casa de Marta y María. Necesitamos escucharnos tanto como ayudarnos. Si cada uno permanece encerrado en su castillo, con los cañones apuntando al castillo vecino, nunca viviremos en paz.

Maite at: 12 julio, 2016 21:13 dijo...

Este domingo los protagonistas son huéspedes y hospederos. Abrahán ejerce la hospitalidad, deber sagrado, con tres desconocidos, y se muestra tan afanoso en agasajarlos como Marta con Jesús. De sus labios brotan unas hermosas palabras que bien podemos hacer nuestras en la oración: Señor, no pases de largo; que recuerdan al quédate de los dos de Emaús.Algo tiene este huésped que despierta el deseo de permanecer a sus pies, como María, en su compañía, a su lado. Algo que hace que no queramos que se vaya.

Betania nos habla de la necesidad de encontrar el equilibrio entre Marta y María, entre la atención abnegada a tal huésped y la búsqueda de momentos y espacios privilegiados dedicados solo a escuchar sus palabras. Dos movimientos diferentes y complementarios de una misma vocación: la de discípulo de Jesús.

La preocupación del salmista va por otros derroteros. No le quita el sueño hospedar al Señor sino ser huésped suyo. Y encuentra las condiciones adecuadas en ser buen prójimo de los demás.

¿Quieres hospedar a Jesús en tu casa? Puedes hacerlo en cada Eucaristía, cuidando el momento de la comunión. Ahí lo acoges, lo acaricias, le cuentas, pides, agradeces o intercedes. Puedes ponerte a sus pies y escuchar su Palabra, dejando que prenda en tu alma el amor al Padre y la pasión por el Reino. ¿Quieres encontrar hospedaje en su tienda, en su intimidad? Sirve, acoge, comprende y disculpa a tu prójimo, haz el bien, cuida y protege a todos los que se crucen en tu camino. Se lo haces al mismo Señor.

juan antonio at: 13 julio, 2016 18:25 dijo...

Esta semana quisiera empezar con unas palabras de SS. El Papa Francisco, comentando el pasaje evangélico del Domingo y que puede iluminarnos más de la pobre reflexión que pueda hacer, de la que no estaré exento:
“”Que quiere decir Jesús? ¿cuál es esa cosa sola que necesitamos? Ante todo es importante comprender que no se trata de la contraposición de dos actitudes: la escucha de la Palabra del Señor, la contemplación y el servicio concreto al prójimo. Noson dos actitudes contrapuestas, sino, al contrario, son dos aspectos, ambos esenciales para nuestra vida cristiana: aspecto que nuca se han de separar, sino vivir en profunda unidad y armonía. ¿Pero entonces porque Marta recibe la reprensión, si bien hecha con dulzura? Porque consideró esencial solo lo que estaba haciendo, es decir estaba demasiado absorbida y preocupada por las cosas que había que “hacer”. En un cristiano, las obras de servicio y de caridad nunca están separadas de la fuente principal de cada acción nuestra: es decir, la escucha de la Palabra del Señor, el estar ---como María--- a los pies de Jesús, con la actitud del discípulo. Y por esto es porque se reprende a Marta””.
Más simple no se puede explicar este escabroso, para muchos, punto de la Palabra del Señor: hay que tener las preferencias y como dice un autor (Pronzato) no confundir lo urgente con lo importante, tenemos que tener nuestra agenda y ésta tiene que arrancar con la escucha de la Palabra, con la oración, con la unión con Dios, “porque de la abundancia del corazón habla la boca”(Mt 12,33), y hacen que nuestras manos y nuestros pasos vayan al que nos necesita, nos lleva más allá de nuestra comodidad, nos lleva a la cruz de cada día en el servicio y así seremos merecedores de habitar en la tienda del señor con los condicionantes que nos pone el salmo y que yo resumiría en tener la mirada limpia y la mano tendida.
“El que así obra nunca fallará”
María, Madre de Dios y Madre nuestra ayúdanos a tener las cosas claras y sobre todo a hacer una sola cosa en cada momento, empezando por lo importante y siguiendo por lo urgente, AMEN