DOM-03-A

domingo, 15 de enero de 2017
22 ENERO 2017

DOM-03-A

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 16 enero, 2017 20:06 dijo...

DEJAR LAS REDES (Mt 4,12-23)


Son tan fuertes los vientos de libertad que soplan en nuestro tiempo que, para muchos, este valor es casi un dios. Y no es que esté mal defender un valor tan sagrado que, en la Biblia, a pesar de su consecuencia más trágica –el pecado–, nunca fue retirado al hombre por el Creador. El problema es que no acabamos de entender de qué se trata y predican algunos que consiste en no tener otra norma de conducta ni reconocer otra voluntad que la propia. De esa manera los deseos se convierten en necesidades y las necesidades en derechos. Piensan éstos que la moral es un ataque a la libertad y a lo más que llegan es a la moral de la propia conveniencia o el propio gusto.

Creo yo que la libertad es más un deber –un valor– que un derecho –un beneficio–. No es algo que uno posee por nacimiento, sino algo que se ha de conquistar a lo largo de la vida con esfuerzo y sacrificio. Y, una vez alcanzada, no resulta fácil soportar el peso de la misma, porque exige tomar decisiones que, las más de las veces, son duras y comprometidas. Mucho me temo que lo que algunos llaman libertad sólo sea la calderilla de la misma, es decir, la posibilidad de tomar pequeñas decisiones que permitan hacer lo que uno quiera en pequeños asuntos porque las grandes decisiones las toman otros en otros foros. Es la estrategia de los poderosos: “Haz lo que quieras. Tienes derecho a ello. Eres libre. Pero déjame a mí decidir lo que has de pensar y de querer”.

Viene esto a cuento del gesto de los discípulos cuando Jesús los llama. Eran pescadores y estaban entregados a su trabajo. Cuando pasa junto a ellos el profeta de Nazaret, sin mediar discusión ni diálogo, les dice: “Seguidme porque quiero que os dediquéis a otros menesteres”. Ellos inmediatamente dejan las redes y le siguen. Es una decisión que compromete su futuro, su vida. Otros hubo que también fueron llamados, pero no se atrevieron a asumir el riesgo de la opción y siguieron con lo de siempre. Dejar las redes, cambiar de rumbo, comprometerse... En eso consiste la libertad: en romper ataduras.

Hoy se teme tomar decisiones que hipotequen el futuro. Vivimos en la cultura de la provisionalidad –la cultura de usar y tirar–. El problema es que sólo el que toma decisiones es libre y sólo el que toma grandes decisiones es radicalmente libre. No decidir para no comprometerse no es conservar la libertad, sino dejar pasar la ocasión de disfrutarla. La dificultad está en que, una vez que hemos decidido, nos hacemos responsables de nuestra decisión, de modo que no es libre quien no es capaz de responder de su libertad. Ésa es la paradoja de la libertad. A las nuevas generaciones no se les dice esto. Sólo se les habla de derechos –no de deberes–, de libertades –no de exigencias–, de posibilidades –no de compromisos–. Mal quieren a los jóvenes quienes les dan para moverse en la vida monedas de una sola cara: las monedas falsas de una libertad que no sabe de responsabilidades.

El límite de la libertad es el respeto al otro y a los valores. Cuando se ignora esto, surge la prepotencia, la tiranía y la violencia.

Maite at: 17 enero, 2017 17:09 dijo...

En el evangelio de Mateo Jesús cumple la profecía de Isaías estableciéndose entre un pueblo que habita en tinieblas, en tierra y sombras de muerte. Jesús comienza su predicación exhortando a la conversión y anunciando el Reino de los cielos.

¿No es verdad que nuestro mundo se halla, también hoy, en tinieblas; y experimentamos sombras de muerte que nos envuelven por doquier? Relaciones rotas entre nosotros, en nuestras familias y en nuestras casas; entre los pueblos, sumidos en guerras que destruyen miles de vidas y provocan otros tantos desplazamientos que empujan a tantos hombres, mujeres , jóvenes y niños a buscar vida donde son rechazados y despojados de toda dignidad; la poca que les quedaba. Un mundo donde la opresión, la explotación, la marginación, el consumismo desaforado campan por doquier; destruyendo no solo al ser humano, imagen de Dios, sino la creación, obra de sus manos. Demasiadas tinieblas y sombras de muerte.

Nosotros, cristianos, discípulos y seguidores de Jesús, escuchamos su voz y su llamada a la conversión, su anuncio del Reino. Acogiendo y aceptando su llamada personal somos luz, con él y como él, para quienes padecen la oscuridad y el sufrimiento que trae consigo. Vida para los que yacen atrapados por sombras de muerte. Una conversión que nos lleva a aceptar su proyecto del Reino y asimilar sus sentimientos para hacerlo realidad. Que nos lleva a vivir en una dinámica de olvido de nosotros mismos para ponernos al servicio de los demás; para entregar la vida como el grano de trigo que solo germina si es enterrado.

Jesús nos llama, como a Santiago y a Juan, allá donde nos encontramos, inmersos en nuestras tareas cotidianas, a seguirle y a dar testimonio de su enseñanza y sus obras: curar las enfermedades y dolencias del pueblo.

Podemos empezar, como el salmista, haciendo experiencia del Señor, luz y salvación de mi vida, que siembra en nuestra alma anhelos de vida eterna y activa nuestra esperanza comprometida.

Así evitamos, como el mayor de los males, la división entre nosotros, haciendo de Jesús nuestro centro y clavando en él nuestra mirada, sin dejarnos arrastrar por lo que infla y engorda nuestros egos adolescentes.

juan antonio at: 19 enero, 2017 13:14 dijo...

La Llamada
Si la semana pasada Jesús iniciaba su vida pública, señalado por Juan como el “cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, esta semana, Jesús inicia esta misión que Jesús trae a este mundo, cruel y despiadado como dice la compañera de página, y empieza por llamar a aquellos que le han de acompañar a lo largo de su proclamación del Reino de Dios como Buena Noticia, personas simples, ignorantes pescadores, gente buena en el fondo, pese a las trastadas que le harán después hasta llegar al abandono y dejarle solo, abandonado, negado y preso de la plebe que pese a las maravillas realizadas en ellos, no entendieron nada de cuanto les decía y hacía.
Hoy inicia la proclamación del Reino, y lo primero que no dice es “convertíos”, pues esta ha de ser la constante del cristiano, pues la conversión, según mi corto entender, no es cuestión de un instante, esta será el encuentro constante con Jesús en que reconoceremos nuestras debilidades y agradeceremos sus dones y gracias y esto en una lucha constante a lo largo de nuestra vida.
Jesús llama a sus primeros discípulos, discípulos que lo dejan todo y le siguen, sin más, sin pedir explicaciones, sin preguntar Tú que nos dará, “inmediatamente dejaron todo y le siguieron”
Se ve sencillo, se ve como algo natural, desde nuestra perspectiva, pero entonces no tenían explicación alguna, era la autoridad de Jesús, esa mirada de Jesús, esa presencia de Jesús, la que le atraían, pues debió de ser algo especial ya que no es cosa normal de seguir al primer desconocido que te diga venid y seguidme, tuvo que haber algo especial en esa mirada, en esas palabras, en ese gesto que nosotros también hemos oído y visto y por eso nos decimos cristianos, o como en los primeros tiempos “seguidores del camino”.
¿Tenemos fresca nuestra vocación, nuestra llamada, comprendemos la grandeza a la que hemos sido llamados? O se nos ha olvidado?
Somos débiles y frágiles, necesitamos que quebrantes todos nuestro lastre y nos haga ver tu luz con todos, “bien unidos con un mismo pensar y sentir”, máxime en esta semana de oración por la Unidad de los Cristianos y así cumplamos el gran deseo de Jesús cuando rezaba por nosotros “que todos sean unos”.
Virgen Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, haz que recemos los unos por los otros para que teniendo”” un mismo pensar y sentir”” alabemos a Dios en nuestros hermanos, teniendo conciencia de nuestra vocación universal. AMEN