PENTECOSTES

domingo, 28 de mayo de 2017
4 JUNIO 2017

PENTECOSTES

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 28 mayo, 2017 17:46 dijo...

UNIR LO DIFERENTE (Jn 20,19-23)

Asistimos hoy en el mundo a un fenómeno que, sin ser nuevo en la historia, siempre provoca convulsiones e inquietudes. Me refiero al fenómeno de la emigración que hoy va desde los países del tercer mundo hacia los del primer mundo. Los hombres dejan su casa –su cultura, su lengua, su ambiente...– y se aventuran en una casa extraña buscando una vida mejor. Vienen a nuestro mundo y, en muchos casos, suscitan no poca desconfianza y miedo. Y, sin embargo, el intercambio que necesariamente conlleva el movimiento de los pueblos es una oportunidad de enriquecimiento mutuo que a todos nos puede beneficiar. Para los creyentes, la fiesta de Pentecostés es una oportunidad de reflexión y clarificación de esta experiencia cada día más cercana.

Dice la Biblia que la desunión de los hombres y la falta de entendimiento entre ellos tiene su origen en el orgullo. Babel es el símbolo de la ridícula y absurda pretensión de escalar el mundo de los dieses para ser uno de ellos. Hay en ello un rechazo de la propia condición y –ya se sabe–, cuando el ser humano rechaza lo que es, termina rechazando a los que no son como él quiere ser. El pretexto puede ser múltiple: la propia cultura, el propio idioma, la propia visión política, la propia religión, la propia raza... Cuando se absolutiza un elemento, aparece la discriminación, el racismo, la intolerancia, la división, las luchas y las rivalidades.

Frente a Babel, Pentecostés representa la convergencia de lo diferente en un respeto profundo a la identidad de cada uno. No dice el texto sagrado que todos hablaran una sola lengua –sería uniformidad y masificación, la tentación de todos los absolutismos–, sino que cada uno oía el mensaje en su propia lengua. Conservan las propias características, pero poseen un ideal común. El Espíritu es el que hace posible el milagro. El Espíritu reúne lo que la soberbia separa.

Viene todo esto a decirnos que no hay que temer las diferencias o la diversidad ni ver con recelo el pluralismo en cualquiera de los sectores de la vida y de la sociedad. La unidad no puede hacerse sobre la base de sacrificar las diferencias porque eso significa destruir identidades. La unidad tiene que se juntar lo diferente para construir una grandeza que beneficie a todos.

En el orden político y en el orden eclesial será el Espíritu el que haga posible el prodigio de la unidad. Pienso ahora en nacionalistas y antinacionalistas, en progresistas y en tradicionalistas, en derechas e izquierdas... Sólo se construirá un mundo nuevo cuando unos y otros comprendan que se necesitan mutuamente y que el verdadero enemigo es el odio y la ira porque son ellos los que nos destruyen. Quien piensa distinto, siente distinto o vide distinto no es mi enemigo, sino mi complemento. En el coro de la vida podemos interpretar distintas voces, pero una misma canción. En ello está la belleza de la música y de la vida.

PACO ECHEVARRIA.

Maite at: 29 mayo, 2017 17:27 dijo...

Celebramos la hermosa fiesta del Espíritu. Él es el protagonista del libro de los Hechos que nos alimenta y guía durante el tiempo pascual. El que empuja y orienta el anuncio del Evangelio hasta los confines del mundo sin dejarse atrapar en instituciones, esquemas y programas, porque los supera todos y los trasciende todos.

Quien posee el Espíritu es fácilmente reconocible porque habla de las maravillas de Dios y crea unidad y comunión allí donde está. Aprecia y valora la diversidad como una fuente inagotable de riqueza y creatividad. De alguna manera aprende el lenguaje y la cultura de los demás para hacer asequible y comprensible a todos la buena noticia del amor de Dios.

Así mismo reconoce al Espíritu presente y vivo en los demás: en quienes usan sus dones y capacidades para ponerse al servicio de los otros y buscan el bien común antes que el propio. De igual modo lo perciben infundiendo su aliento en toda la creación.

Donde está el Espíritu hay paz, alegría, confianza; y fuerza y luz para afrontar el miedo y el dolor, para sacar vida de la muerte.

La liturgia del día nos regala un bellísimo texto, la secuencia de Pentecostés. Ahí vemos qué hace el Espíritu en nosotros y qué podemos pedir para los demás; cómo tratarlo, en definitiva.

Merece la pena entablar una relación de amistad con tan buen huésped del alma y facilitar así su tarea de hacer vida en nosotros las palabras de Jesús.

juan antonio at: 01 junio, 2017 19:20 dijo...

Durante el tiempo de Pascua, hemos estado proclamando la Palabra de Dios referente a la primitiva Iglesia y a la promesa del Espíritu Santo, temas de las lecturas que hemos hecho del Libro de los Hechos de los Apóstoles y fundamentalmente del Evangelio de S. Juan.
Pues este Domingo, se cumple la promesa del Paráclito, del Defensor, del Espíritu prometido una y más veces prometido por Jesús antes y después de su Resurrección.
Los Equipos de Nuestra Señora,( Movimiento Eclesial que tiene por carisma la espiritualidad conyugal y la ayuda mutua dentro y fuera del Equipo, no es un movimiento de acción, pero sí de laicos comprometidos) tienen una oración al Espíritu Santo que rezan en todo el mundo al iniciar las reuniones y las oraciones entre los esposos y familia, que nos resumen, a mi modo de ver, quien es y cuál es la acción del Espíritu Santo y reza así:
Tú eres el aliento del Padre y del Hijo en la plenitud de la eternidad.
Tú nos ha sido dado por Jesús para hacernos comprender
lo que Él nos dijo y conducirnos a la verdad completa.
Tú eres para nosotros soplo de vida, soplo creador, soplo santificador,
Tú eres quien renueva todas las cosas.
Te pedimos humildemente que nos des vida y habite en nosotros
para que podamos vivir el Sacramento del Matrimonio como
un lugar de amor, un encuentro de felicidad y un camino de santidad. AMEN

Este es el Espíritu Santo, gran desconocido desde la primitiva Iglesia (hc 19,3) hasta S. Pablo que nos dice que somos templo del Espíritu Santo (1ª CO 3,19) y ya el propio Jesús nos decía que mi Padre y yo vendremos y habitaremos en aquellos que guardaran su Palabra, antes de la promesa de quien habría de instruirnos y guiarnos en nuestra vida, para llenarnos de sus gozos y sus frutos.
Sintamos al Espíritu Santo en nosotros, no sea para nosotros desconocido, sino el que nos renueva cuando estamos en la fragilidad, el que nos empujar en la debilidad, el que nos aconseja en la duda, el que nos inspira en la verdad, el que nos aplaca en nuestra ira, el que nos llena de Amor, el que nos llena de la Trinidad Santa que celebraremos la próxima Semana.
Sintamos cada día como nos sacude su gracia.
Santa María, Madre de Dios y de la Iglesia que con los discípulos recibisteis el Rocío celestial del Espíritu, enséñanos a estar abierto a la gracia de Dios derramada. AMEN