DOM-16A

domingo, 16 de julio de 2017
23 JULIO 2017      
DOM-16A


3 comentarios:

Paco Echevarría at: 16 julio, 2017 18:15 dijo...

EL BIEN Y EL MAL (Mt 13,24-43)


La segunda parábola del reino habla de la cizaña. La situación que retrata es la de un hombre que ha estado trabajando todo el día en las tareas de la siembra. Un vecino envidioso maquina el modo de hacer inútil tanto esfuerzo. Durante la noche -al mal le gusta ocultarse en la oscuridad-, siembra la tierra de cizaña. Que sólo se dé cuenta del problema cuando la cosa tiene mal arreglo tal vez se deba a que hay un tipo de cizaña -el joyo- que, al principio, tiene un gran parecido con el trigo. Los criados quieren arrancarla, pero el propietario teme que dañen la buena semilla. Crecerán juntos y al final serán separados.

Jesús expone la parábola para hacer frente al interrogante que plantea la persistencia del mal. Nos gustaría que el mundo fuera un paraíso y hasta culpamos a Dios de que no sea así. Un filósofo de la antigüedad llegó a decir: o Dios es bueno, pero no puede erradicar el mal; o puede erradicarlo y no quiere. Es decir, o no es poderoso o no es bueno. La parábola responde diciendo que es paciente. En el día de juicio quedará patente quien ha sido trigo y quien cizaña. Hasta entonces hay que esperar. Lo fácil es arrancar de cuajo la maldad. Lo humano -y lo divino- es dar una oportunidad para que la cizaña se transmute en trigo.

Para los discípulos de Jesús la situación del mundo es difícilmente soportable y somete a prueba permanentemente su confianza y su paciencia. Se requiere una gran fe, mucha bondad y una sabiduría madura para ver las cosas al modo de Dios. Él se ha reservado el juicio para sí. Un hombre no puede saber lo que hay en el corazón de otro hombre. Si nosotros tuviéramos en nuestras manos el juicio ¿quién garantizaría la justicia? Jesús dirá: “No juzguéis y no seréis juzgados”. El texto supone un principio que, siendo difícil de aceptar, es presupuesto de justicia y sensatez: el ser humano es incapaz de conocer dónde está verdaderamente la bondad y dónde la maldad. Convertirse en jueces es arriesgarse a ser injustos.

Hay otro mensaje detrás de esta parábola y tiene que ver con la paciencia. Al final, a la hora de la siega, el trigo será almacenado y la cizaña se guardará para que sirva de combustible durante el invierno. La última palabra no la tiene el mal, sino el bien. Sólo éste perdurará. Y la razón es simple: sólo el bien procede de Dios y, por tanto, sólo él es eterno. Es esta convicción la que mantiene fieles a los discípulos a pesar de la contrariedad. Sería más agradable y más reconfortante ver la caída de los malvados, pero un mundo sin sombras ¿sería un mundo habitable? ¿Sería posible la libertad si no existiera el riesgo de la maldad? Es esto lo que nos diferencia de los animales. Porque el animal obra según su instinto, pero el hombre, por ser inteligente y, por tanto, libre, puede mejorar o empeorar. Huxley lo dijo: un mundo pretendidamente feliz sería un mundo sin libertad.

juan antonio at: 18 julio, 2017 14:50 dijo...


TRES PARÁBOLAS SOBRE EL REINO
Hoy el Evangelio nos presenta tres parábolas sobre el Reino de Dios, la del trigo y la cizaña, la del grano de mostaza y la de la levadura.
En la primera nos enseña que el Reino de Dios convivirá con el mal, y esto desde un principio, en los albores de la existencia humana, en la que el hombre en el uso de su libertad, como ahora, se eleva sobre los mandamientos de amor de nuestro Padre Dios, mandamientos que deben ser respuestas de nuestro amor a Dios, pero lo trocamos en respuestas a nuestro egoísmo, a nuestro ego por encima de todo.
Dios nos quiere tanto que nos hizo semejante a Él, con el don maravilloso de la libertad, grandeza de los hijos de Dios, que nos permite hasta insultarlo con nuestro pecado, cantado éste en el Pregón Pascual, como “feliz culpa que mereció tal Redentor”, en la madrugada del Domingo de Resurrección, ¿hemos captado lo que se nos quiere decir con esta expresión?.
¡Qué poco meditamos los textos de nuestra liturgia, que no es otra cosa que la alabanza a Dios!
A este respecto quiero dejar citada, por no desvirtuarla en mi transcripción, una catequesis de Benedicto XVI de 3 de Diciembre de 2008 (buscar en pagina WEB de la Santa Sede) sobre S. Pablo y el pecado original, merece la pena leerla y meditarla porque en ella encontraremos lo que nos dice la fe sobre el pecado original, el mal en el hombre y en definitiva en el mundo, que sigue siendo un misterio para nosotros.
Las otras dos parábolas son otros aspectos de la catequesis sobre el Reino de Dios, coincidentes a mi modo de ver cuál es este Reino de Dios y al igual que nos dijo en otra ocasión de que no vendría al son de trompetas, sino todo lo contrario y hoy nos lo dice, como un grano de mostaza o como la levadura, el primero, pequeñísimo, germina y crece hasta acoger a las aves del cielo en su ramaje y la levadura que fermenta la masa haciendo posible el pan de cada día.
Grano de mostaza y levadura en nuestro quehacer en la vida del Reino, desde lo pequeño y Dios ama lo pequeño y rechaza a los soberbios (canto del Magnificat), tenemos que trabajar por llevar el Amor de Dios a todos los hombres, hacer ese ofrecimiento, darle a conocer que Dios nos ama y en su amor llegó a tanto que nos hizo hijos suyos y herederos de su compañía por la eternidad, en el trono infame y glorioso de la Cruz.
La palabra de Dios en esta semana nos puede parecer sencilla, ligera, sin valor, porque éste lo buscamos, equivocadamente, en lo enrevesado y artificial, cuando Jesús nos proclamó la sencillez al decirnos que fuéramos como niños, sencillos como paloma sin dejar de ser astuto como la serpiente.
Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan.
Señor escucha mi oración, atiende la voz de mi suplica

María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir AMEN

Maite at: 18 julio, 2017 18:33 dijo...

Las parábolas de Jesús nos enseñan cómo es Dios y en qué consiste el Reino de los cielos, y ambos escapan a toda lógica.

En las parábolas del Reino encontramos al Dios que nos presenta el libro de la Sabiduría: es quien cuida de todo y no juzga injustamente; aquél cuyo poder es el principio de la justicia y perdona a todos; el que juzga con moderación y gobierna con indulgencia; poderoso soberano que da lugar al arrepentimiento.

Dios es, en boca del salmista, bueno y clemente, rico en misericordia, atento a quien acude a él; clemente, misericordioso y compasivo.

Por eso tiene paciencia, mucha más, que los criados que pretenden arrancar la cizaña que crece entre el trigo. Y el Reino crece y se desarrolla a la manera del grano de mostaza y no de forma fabulosa y arrolladora. Se parece a la levadura que, en cantidad muy pequeña, fermenta tres medidas de harina.

Si no entiendes, acude al Maestro. A sus discípulos les aclara lo que preguntan. Solo hay que tener ojos y oídos abiertos y el corazón dispuesto.

No busquemos grandes medios ni programas importantes. Dios no se cansa de invitarnos a mirar la fuerza que encierra lo pequeño; aquello que pasa desapercibido. No caigamos en la tentación de querer ser muchos, poderosos e influyentes. Estaríamos lejos del Reino.

San Pablo escribe a los romanos que nosotros ni siquiera sabemos pedir lo que nos conviene. Más bien pedimos muchas veces lo que no nos conviene en absoluto. Dejemos que el Espíritu siembre en nuestro interior el anhelo del Reino, que es el de Jesús. Orar para que venga a nosotros será dejar que el Espíritu interceda por los santos según Dios.