3º DOM-PASCUA-C

sábado, 27 de abril de 2019

5 MAYO 2019
3º DOM-PASCUA-C

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 27 abril, 2019 09:38 dijo...

PECES (Jn 21,1-19)


Jn 21 narra la tercera aparición del resucitado según la tradición recogida por este evangelista. Él sitúa la escena a la orilla del lago de Tiberíades y su relato nos recuerda lo que, en los sinópticos, se cuenta sobre la pesca prodigiosa. Es una pieza breve, pero perfectamente construida. Es como un auto sacramental en tres actos: el primero narra el esfuerzo inútil de los discípulos; el segundo se sitúa cerca de la orilla: siguiendo las indicaciones del extraño que les ve llegar, consiguen una pesca sorprendente; finalmente -como último acto- tiene lugar el desayuno a la orilla del lago. Pero -como es frecuente en los evangelios- más importante que el relato es la dinámica simbólica del mismo.

Los discípulos -la comunidad cristiana- hacen su tarea del mejor modo posible: hacen lo que bien les parece, pero bregan en la oscuridad -es de noche- y su esfuerzo resulta inútil. En la aparición anterior les había encomendado la misión de perdonar los pecados con la fuerza del Espíritu. Tienen que sacar a los hombres -peces- del dominio del pecado y de la muerte -mar-. Pero no vale cualquier modo, ni el resultado es cosa del ingenio humano.

El segundo intento tiene lugar por indicación de Jesús a plena luz. Sólo cuando siguen las indicaciones de Jesús -cuando son fieles a su enseñanza- logran resultados. La pesca es sorprendente: 153 peces grandes. 50 es el número de miembros de las comunidades de profetas. 3 es el número que designa lo divino. 153 designa a las comunidades cristianas primitivas multiplicadas por la fuerza del Espíritu y extendidas a todo el mundo. A pesar de lo cual la red no se rompe: la unidad de las Iglesias permanece a pesar de la multiplicidad.

Finalmente tiene lugar la comida que les ha preparado. Jesús ofrece un pez y les pide que traigan de los que ellos han pescado -da lo suyo, se da a sí mismo, y espera que ellos hagan otro tanto-. Es la culminación de la misión: el encuentro, la comunión. Evidentemente hay aquí una alusión a la eucaristía.

La vida cristiana se desarrolla siempre en el ámbito de una comunidad que, animada por el Espíritu, se afana por construir el Reino de Dios en el mundo. Pero es importante seguir las indicaciones del Maestro. Cuando ha olvidado su mensaje y han prevalecido otros intereses, el esfuerzo ha sido inútil y hasta contraproducente. El fruto de la misión depende de la docilidad a su palabra. Quien la ignora pesca en el lugar equivocado. Si, por el contrario, la Iglesia es dócil a esas enseñanzas, el resultado de su esfuerzo desborda todas las previsiones. Ser fiel a esto es su misión y no debe importarle los vientos contrarios de la historia. Jesús ya lo advirtió: “¡Ay de vosotros cuando el mundo os alabe! ¡Alegraos cuando os ataque y persiga porque eso es lo que han hecho conmigo!”.

juan antonio at: 29 abril, 2019 11:01 dijo...

Hoy la Iglesia nos propone el último capítulo del Evangelio de Juan, la llamada pesca milagrosa y el dialogo con Pedro, al que confía su rebaño, la Iglesia.
La pesca milagrosa nos es narrada también por Lucas, pero al principio de su Evangelio, podíamos decir en la llamada de los discípulos a los que ya conocía Jesús, pues antes de esa llamada había estado en la casa de Pedro, curado a la suegra de éste y a muchos que le traían a la puerta. Hay coincidencias y diferencias, una cosa es común, echar las redes porque los dice el Maestro.
Los expertos nos dirán si hay una o dos pesca milagrosa, pero todo da a entender, en mi poco conocimiento, que pueden ser dos.
Sea una o sean dos, lo cierto es que se produce un encuentro del resucitado con sus discípulos, Jesús está allí esperándolos, como se ha encontrado en las narraciones que hemos proclamado estos días, sea las mujeres en conjunto, sea María Magdalena sola, los de Emaus, los Apóstoles escondidos y llenos de pánicos, sin creer a nadie, y siempre Jesús sale a nuestro encuentro, hoy como entonces, dándonos la Paz, esa Paz que estamos buscando en tantas cosas menos donde debemos, que no es otro que en el Resucitado que se está haciendo el encontradizo en nuestro día a día y no lo vemos, porque verlo implica una misión, una responsabilidad, implica llevarlo al mundo que en nuestro caso es llevarlo a nuestro circulo donde nos movemos, nuestra familia, nuestro barrio, trabajo, ocio,…..
El Señor no nos pide grandes cosas, “traed los peces que acabáis de coger”, (era su labor de cada día) nos pide lo ordinario de nuestra vida lleno de amor y, yo añadiría, de coherencia, vivir lo que predico y los demás crean o no crean, lo verán y entenderán ese testimonio.
El tiempo de Pascua podía definirlo como el tiempo de la Fe, ya que esa resurrección es el núcleo de lo que creemos, como nos dice Pablo, si Cristo no resucitó, vana es nuestra Fe”
Hay que formarnos en los contenidos de nuestra Fe que no es más que el conocimiento de Jesús en sus Evangelios, conformando nuestras vidas a los dichos y gestos de Jesús que en ellos se nos da y acudiendo, en las dudas, a aquellos que puedan ayudarnos en nuestro caminar.
Virgen Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, desde la alegría en tu Hijo Resucitado, ayúdanos a decir !Aleluya!

Maite at: 30 abril, 2019 18:37 dijo...

Jesús vive. Ve y cuéntalo. Di a todos que en su tarea cotidiana pueden encontrarse con él o, mejor aún, ser encontrados por él. Diles que puede que trabajen con denuedo y su esfuerzo sea inútil y no dé fruto, es el momento de dejar que Jesús se haga presente. Con él el trabajo no es estéril y el fruto sobrepasa con mucho las expectativas.

Si alguien no reconoce al Señor en su vida que examine cómo anda en el amor, porque con él se le reconoce sin dificultad. Es más, le verá por doquier.

Tu encuentro personal con Jesús vivo siempre se traducirá en misión, y tu trabajo siempre consistirá en ser pescador de hombres y mujeres a quienes llevar la vida del Maestro.

A Jesús se le descubre y reconoce en el seno de la comunidad de creyentes y ahí también se parte el pan y el vino de la Eucaristía para todos. Es la mejor manera de compartir y celebrar la misión de extender el Reino de Dios.