DOM-02B

sábado, 9 de enero de 2021
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3 comentarios:

Maite at: 14 enero, 2021 18:36 dijo...

Hermoso pasaje, el de Samuel, con esa llamada del Señor que el chaval no logra distinguir de la de Elí. Y el salmista se hace eco de esa respuesta: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Hermosa manera de comenzar el tiempo ordinario: haciéndonos conscientes de nuestra propia llamada. Haciendo memoria de nuestra hora décima, nuestras primeras expectativas, nuestros primeros sueños y anhelos… Recordamos qué nos atrajo de Jesús y por qué. A lo mejor también tuvimos un Bautista al que dejar para ir en pos del nazareno, que nos indicó, como él, que el otro era al que debíamos seguir.

Seguro que ese primer encuentro nos llevó a compartir con alguien, con los más queridos, el impacto provocado por Jesús. Y él era lo mejor que podíamos ofrecer a todos.

Después de aquel primer encuentro, aquel primer amor, mucho tropezaron en el camino Samuel, Andrés y Pedro, Pablo… y nosotros.

A lo mejor está sobrevalorado el primer momento que es, ciertamente, el más intenso en sentimiento y pasión. Pero ¿y el que resiste el paso lento y cansino del tiempo, el que va superando las pruebas de resistencia y obstáculos, el que soporta el cincel y el desgaste de las tinieblas y la oscuridad del túnel de la vida?

El primer amor se pone a prueba con frustraciones y desengaños, con traiciones y soledades, y ahí se acrisola y crecen su belleza y su valor. Si tú puedes esperar, perdonarte y confiar Jesús sigue estando ahí. Como la primera vez. Y mejor aún que entonces te acoge así, como estás, recién llegado del combate, con la ilusión hecha jirones pero ardiente.

Sigue buscando y no dejes de decir: Aquí estoy para hacer tu voluntad.

juan antonio at: 15 enero, 2021 18:39 dijo...

Esta semana y la que viene parece que el tema del Evangelio es el mismo, hoy S. Juan y luego S. Marco, y entiendo, que aunque se pueda considerar igual, uno precede al otro, en uno van y en otro son llamados; en los dos ¿se trata del tema de la vocación, de la llamada?: sinceramente creo que no.
Pero sea lo que sea, los entendidos dirán la última palabra y me limitaré a reflexionar sobre la pregunta de esos dos “discípulos” Maestro ¿Dónde vives?
Para nuestro pesar, el Evangelio no narra ese día que pasaron los discípulos en la vivienda del Maestro, qué temas conversaron, cuál fue el dialogo que tuvieron, nada, solamente que fueron y vieron y como continua la Hoja, el lugar no puede conocerse sino por la experiencia personal.
Es decir, que el encuentro con Jesús, el llenarse de Él, es lo fundamental, es como la contemplación ante el Sagrario, es como la conversación con el amigo, donde puede que no abunden las palabras, que sea las miradas las que lo digan todo, como decía Santa Teresa y nunca me cansaré de repetirlo “”estabame yo allí con Él””, es decir para llegar a ese modo de vivir, a ese estilo del Maestro, solo la contemplación nos basta, solo calar en lo hondo de su Palabra, en lo que conlleva sus gestos y seguir sus pasos y como nos dice, “el que no toma su cruz….”
El seguimiento de Jesús no es ninguna comodidad pero si llegamos a llenarnos de Él, su carga y su yugo serán ligeros, siendo sencillo y humilde de corazón.
Entiendo que hemos pensado mucho y hemos escrito mucho sobre los dichos y gestos de Jesús, quizás como los judíos con la Torá y el Talmud, cuando Jesús habló a gentes sencillas, casi ignorantes y entendían cuanto les enseñaban y nosotros nos hemos ido por las ramas, hemos elucubrado demasiado y tenemos librerías llenas de textos religiosos, pero ¿qué vivimos del Evangelio?.
¿Dónde vives’, pues donde nos dice el apóstol Pablo: ¿no sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?
No tenemos que ir a ninguna parte para encontrarnos con el Señor, pues como dirá el Reino de los Cielos está en vosotros.
Busquemos al Señor en nuestra vida, en lo que hacemos, en lo que decimos, conformando nuestra vida a esa “experiencia personal” y seremos felices, porque le hemos encontrado y haremos felices a los demás a quien le tenemos que comunicarla para que otros también tenga la misma experiencia del encuentro e inicie su crecimiento en la fe
Presente Pedro por la palabra de su hermano, “”Jesús se le quedó mirando””, Pedro no vio donde vivía, pero tuvo el mismo encuentro con Él: cómo sería esa mirada, que diría esa mirada, que tendría esa mirada que lo llena hasta un abandono total.
Encuentro y misión, principio y meta del cristiano, no podemos quedarnos con lo que se nos ha dado, tenemos que darlo, dándonos, ponernos a disposición de todos.
¿O es que no sabéis que sois templo del Espíritu Santo, templo de Dios?
Vivamos esta semana nuestra conversión en el encuentro con el Señor en nuestra vida cotidiana, sin aparatosidad alguna, lo ordinario, hecho extraordinariamente, como proclamaría un santo entre nosotros y se verá la diferencia del creyente, porque predicaremos con nuestra vida.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir ¡AMEN!
P.D. Respecto de las Miradas de Jesú8s, recomiendo un librito escrito por Victor Manuel Fernández, que fuera secretariio del Papa en Argentina y Hoy Obispo y empieza con la mirada a Pedro: os hara bien


juan antonio at: 15 enero, 2021 18:42 dijo...

El libro recomendado lo podeis obtener en internet, poniendo Miradas de Jesus de Victor Manuel Fernández, imprimirlo en tamaño bloc. Salud-os