DOM-04B

sábado, 23 de enero de 2021
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2 comentarios:

Maite at: 26 enero, 2021 14:46 dijo...

Jesús llamaba mucho la atención, por sus obras y su enseñanza. Y la gente percibía que hacía y decía todo con autoridad. Una autoridad que nosotros, los cristianos, hemos perdido hace mucho tiempo.

No se trata de tener más razón que nadie, de ser poseedores exclusivos de la verdad, sino de llegar al corazón de los demás a través de la imagen que damos de Dios, al que llamamos Padre.

Un cristiano es profeta por su bautismo, es decir uno que habla en nombre de Dios, que lee el pasado y el presente, la historia con todo su acontecer, desde él. Y que ve a Dios presente en todo rastro, por pequeño que sea, de vida, de verdad, de amor… En el brote más tierno de esperanza, en la ternura que se abre paso a través de lo más negro y terrible.

Y es, sobre todo, alguien que tiene experiencia de Dios. Alguien que habla con él, que contempla su obra en la naturaleza, el cosmos, y de modo especial en los hermanos todos. Alguien que absorbe como una esponja, en contacto con él, su bondad y hermosura, su misericordia, y con Jesús y como él derrocha a su paso por este mundo sanación, bendiciones, fuerza y luz. Alguien que libera con su trato, de palabra y de obra. Una persona luminosa que hace crecer a las demás.

Tantos hermanos y hermanas que andan como ovejas sin pastor, y atraviesan el oleaje de la vida sin salir jamás de la intemperie, necesitan que nosotros reflejemos el rostro de Dios sin interferencias, con la autoridad que nace de sabernos sus hijos.

juan antonio at: 27 enero, 2021 12:50 dijo...

Retirado a Cafarnaun, Jesús entra un día cualquiera en la Sinagoga, a cumplir con las obligaciones de buen judío y nos dice el evangelista que se puso a a enseñarle, “”inmediatamente””, es decir que no nos narra lo que era normal, leer el pasaje y dar su explicación.
No, Jesús se pone inmediatamente a enseñar, es decir que no repara en nada para cumplir la voluntad del Padre, dar a conocer la Buena noticia. Lástima que no nos dé el texto la enseñanza, pero podemos suponerla, la Buena Noticia, hablar del amor del Padre con la fuerza del Espíritu Santo.
Además de esta introducción, podíamos distinguir tres partes en el pasaje, enseñar con autoridad, sanación y admiración.
Jesús enseña con “autoridad”, no con poder, enseña como se suele decir como sabiendo lo que dice, con fundamento, con frescura, está dando a conocer cosas completamente nuevas para el pueblo de Israel y lo hace como verdadero Maestro, no como repetidor lánguido de ideas, cuestión esta denunciada por el Papa en la E. G., pero seguimos en nuestros trece, o no sabemos buscar y dar la bondad de la Palabra de Dios en nuestro hablar y no me refiero solo a los consagrados, sino a todos, pues todos tenemos que proclamar aquello que tenemos, pues es consustancial con lo que creemos, tenemos que dar a conocer a Jesús, revelador del Padre y dador del Espíritu, no nos escondamos ni excusemos la responsabilidad.
Jesús curó a un hombre que estaba en la Sinagoga, “poseído por un espíritu inmundo”: yo, humildemente me pregunto, cuál era el mal de este hombre, pues estaba en la asamblea con todos, tan mal no debía de estar, era malo, estaba mal, sus ideas lo tenía atrapado en la locura del mal?, lo dejo a los estudiosos, pero lo cierto es que no estaba bueno y Jesús le restituye su dignidad, cosa que entra también en el cometido de todo seguidor de Jesús, la sanación de los débiles y sufrientes, de la naturaleza que sea, nuestro cometido no es dar calderilla (cuantas veces lo digo) es reintegrar la dignidad de las personas, de ahí que Caritas, ya hace años está tomando otro rumbo, además de lo perentorio, buscar la ayuda integral, incluida la laboral, para que la persona se vea dignificada y aquí sí que no podemos eludir el bulto: si hay pobre es porque hay rico, pues los saltos hay que ir igualándolo, pues todos somos hijos de Dios, creas o no creas, en esto no tenemos la razón de la increencia: si no crees, eres humano y por tanto solidario de todos.
Termina el pasaje, con la admiración, como no podía hacer menos, pero esta admiración vemos que en Lucas 4,22-23, se trueca en escepticismo, ¿no es éste el hijo de José?......, y es que somos así, las cosas grandes nos admira, pero nos interroga, qué es esto?, quien es este? Y lo echamos todo a perder, primero por cuestionar y luego por no seguir las enseñanzas de Jesús que cada día se nos ofrece.
Hoy, como ayer pasa lo mismo, pues cuantas cosas recibimos con interrogante, incluso al mismo orador, en las enseñanzas que nos dan; cómo queremos dar la vuelta a la Palabra que escuchamos para nuestro acomodo, nuestros intereses, nuestra pasividad, en una palabra en lugar de interpelarnos y lanzarnos “”inmediatamente”” a llevar esa Palabra a otros y otros y sobre todo con mi testimonio.
Hoy podíamos tomar como punto a seguir, dónde está nuestra inmediatez en hablar de Dios cuando podemos, cuándo metemos las cuñas en el tiempo y momento oportunos?.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir AMEN