DOM-7C

sábado, 12 de febrero de 2022
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3 comentarios:

Paco Echevarría at: 12 febrero, 2022 09:24 dijo...

LOS DISCÍPULOS DE JESÚS (Lc 6,27-38)

Junto con las bienaventuranzas, posiblemente sea Lc 6,27-28 uno de los textos del Nuevo Testamento que mejor recoge el pensamiento específicamente cristiano sobre las relaciones humanas. La segunda parte del sermón, que el evangelista pone en boca de Jesús, agrupa una serie de dichos suyos difíciles de aceptar. Sus palabras parecen más una utopía que una propuesta ética. Según este pasaje evangélico, son cuatro las notas que definen a un discípulo de Cristo: el amor al enemigo, la renuncia a los propios derechos por amor, la capacidad de verse a sí mismo en el otro y la compasión, que es un sentimiento propio de Dios.

El amor al enemigo consiste en devolver bien por mal: hacer el bien al que nos odia, bendecir al que nos maldice y orar por el que nos injuria. Este ideal resulta humanamente imposible si se considera un asunto privado entre cada uno y su enemigo. Pero, si incluimos al Maestro, la cosa cambia y el sentido del texto viene a ser que todo el que mantiene con Jesús una relación profunda y comprometida ama necesariamente a su enemigo y lo trata como a un hermano. Sólo se puede amar al enemigo si se le ve como a un hermano.

El asunto de la mejilla, el manto y la reclamación sugiere que las enseñanzas que siguen se sitúan en el contexto de un tribunal. Vienen a decir: cuando tu enemigo proceda contra ti injustamente, cede tus derechos y nunca procedas contra nadie. La verdad es que -en estos tiempos de tanta violencia- resulta un mensaje demasiado difícil de aceptar. Pero así son las cosas.

La regla de oro -tratar a los demás como queremos que ellos nos traten- es una norma ética que también se aplica al enemigo. Si éste pasa necesidad, hay que echarle una mano. Su validez, por tanto, está fuera de duda, aunque haya quienes piensan que es no se puede aplicar. El Evangelio es como una receta: sólo se sabe lo buena que es cuando se cocina, pero hay quienes -con sólo leerla- creen que no da resultado.

El último rasgo del discípulo es la compasión. En este caso, Dios es el punto de referencia. Se manifiesta en cuatro comportamientos: no juzgar, no condenar, perdonar y dar con generosidad. La compasión es uno de los sentimientos más genuinamente humanos, cuando el corazón está sano. Su ausencia indica un corazón herido, una herida vieja.

Al leer este pasaje de Lucas y proyectar su luz sobre nuestro tiempo, es inevitable sentir una cierta desazón por la lectura del mismo tan acomodaticia que, con frecuencia, hemos hecho los cristianos. Alguien ha dicho que el Evangelio está por estrenar y yo añadiría: desgraciadamente. Porque ¡qué distinto sería el mundo, si las palabras del Maestro de Galilea hubieran calado -no ya en el mundo- sino en el corazón de quienes nos llamamos discípulos suyos!


juan antonio at: 15 febrero, 2022 13:00 dijo...

AMOR
Dicen, no sé hasta dónde llega la verdad, pues en internet hay diversidad de artículos, que los americanos celebran el Día de Acción de Gracias, en conmemoración del gesto que los nativos (indios) tuvieron con los blancos que no tenían que comer, dándose una solidaridad entre unos naturales que se sentían rechazados por unos que los invadían, salvándolos de una hambruna.
Sin saberlo, sin tener noticia del Evangelio, aquellos nativos tuvieron un gesto de compasión, de amor a sus enemigos.
Esta semana el tema que nos plantea las enseñanzas de Jesús no es otra que la del amor, amor y más amor y sin contrapartida, no tiene recompensa, o no debemos esperarla, se ama porque se ama, se ama porque Dios es Amor y de ese Amor participamos todos los que, a trancas y barrancas, vamos siguiendo su camino.
Amor es la palabra que resumiría todos los consejos que entraña la enseñanza del Señor en el pasaje evangélico: pero como otras veces he dicho, el amor no es que yo diga que amo, el amor se concreta en corazón y hechos que salen del corazón: amar a los enemigos, bendecid a los que nos odian, nos maldigan, pedir por lo que nos difamen, compasión, misericordia.……
Son hechos concretos de amor, lo demás ya lo dijo Jesús no todo que el que me diga Señor, Señor…, sino el que hace las cosas de mi Padre.
Es la gran catequesis del amor, es la enseñanza a la que tenemos que volver en esos momentos de soberbia, de ira, de….., cuando me creo el amo del…, el amo de qué, si no soy nada fuera del entorno de Dios, si me dejara de su mano qué sería yo?, nada de nada.
”Orad”, a nuestra relación con el Señor tenemos que llevar nuestro amor, en discernimiento total sobre cómo amamos, hasta donde llegamos en el amor, ¿hasta dónde duela? como nos decía la Madre Teresa y tantos santos, como S. Ignacio “amar y servir”, porque el amor es un puro darse sin reserva alguna, total.
No te angusties por las dificultades, que las tendrás, pero como nos dice el salmista ””como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles””, nunca te vas a ver solo, el Señor te encontrarás si tú, yo, lo estamos buscando en todo lo que hacemos.
“Orad”, no dejes de tener esa relación diaria con tu Padre Bueno, te esperas para “colmarte de gracia y de ternura” y ¿aún tenemos dudas sobre la oración?
Hoy he leído en el taco del C. de Jesús, un hecho, que resumo así: un misionero, ante las grandes migraciones y los padecimientos que con llevan, le dice a su Obispo que le mande allí, y el Obispo le deniega la petición por otras necesidades y entonces el sacerdote le dice “”Si no fueras Obispo sino Jesús ¿Qué medirías? Ve .
Y…….. si tú, yo, todos fuéramos Jesús, que haríamos? Sería la compasión nuestro modo de ser, “ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí””, cuánto cambiaria todo….., pues no lo hacemos porque nuestro yo puede más que nuestro sentir. Ahí lo dejo.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a decir ¡AMEN!


Maite at: 16 febrero, 2022 18:43 dijo...

Este domingo seguimos contemplando a los bienaventurados. Son los que juegan en otra liga, en otra división. Pasamos a otro nivel. Pero no se trata de hacer un esfuerzo sobrehumano para adecuarse a las enseñanzas de Jesús, se trata de una transformación del corazón, de todo el ser, por la cual el discípulo opta por el amor a todo riesgo, a fondo perdido, sin condiciones, porque quiere, porque sí, al margen de que el otro lo merezca o no. Y por eso es bienaventurado, porque encuentra ahí su gozo, la fuente de la vida, su camino y recompensa.

El bienaventurado es una persona nueva, que actúa así porque puede y porque quiere. Y su conducta es la del Padre porque es hijo suyo. El bienaventurado ha experimentado en carne propia, como el salmista, la compasión y la misericordia de Dios; el perdón de sus culpas y la sanación de sus heridas; su gracia y ternura. Y de lo que atesora su corazón rebosan sus manos, sus labios y todo su proceder. Por eso no acusa, no juzga ni condena y es capaz de amar, incluso, al enemigo. Como David, como Jesús.