NOCHEBUENA-A

sábado, 17 de diciembre de 2022
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3 comentarios:

Paco Echevarría at: 17 diciembre, 2022 08:59 dijo...


¡FELIZ NAVIDAD!

Son muchos los siglos que lleva Occidente celebrando la Navidad el 25 de Diciembre. El testimonio más antiguo es un calendario del año 336 en el que se recogen las fiestas que celebraban los cristianos en Roma. En cuanto a las razones para celebrarla el 25, hay que decir que no sabemos el motivo que llevó a la Iglesia a hacerlo ese día. Son muchas las hipótesis que se han formulado, pero ninguna ha podido ser confirmada. Entre ellas, se ha señalado la necesidad de oponer el culto a Cristo al culto al sol que, por influencia de Mitra, gozaba de tanta popularidad en el paganismo. Pero esto es una hipótesis no se ha podido demostrar con documentos. El hecho cierto es que la fiesta del nacimiento de Cristo se viene celebrando el 25 de Diciembre desde los primeros siglos.

Pero –¡lo que son las cosas!–, algunos se han propuesto acabar con el contenido de estas fiestas. En el dislate al que estamos asistiendo en cuestión de costumbres y tradiciones, este sería uno más, si no fuera por la maniobra de manipulación lingüística que supone. La estrategia es evidente: si no se puede acabar con la fiesta, se le cambia de nombre o se mantiene el nombre pero se le cambia el contenido o las dos cosas. Como, evidentemente, resulta imposible quitar las fiestas de Navidad –imaginen las consecuencias de una medida así en el campo académico o económico, por ejemplo–, se les llama fiestas de invierno, y a los belenes, paisajes de invierno y se eliminan de la calle todos los símbolos religiosos.

Es evidente que cada uno puede celebrar lo que le dé la gana según sus ideas, opciones o preferencias. Pero no podemos cambiar la naturaleza de las cosas. La Navidad es una fiesta cristiana –como el ramadán es una práctica religiosa islámica y a nadie se le ocurre decir que no es ayuno sino una dieta de adelgazamiento–. Se tenga fe o no se tenga fe, el fundamento y la razón de estas fiestas es el nacimiento de Cristo. Por tanto, se les puede llamar fiestas de invierno, pero son fiestas de invierno para celebrar el nacimiento del iniciador del cristianismo. Podemos hacer regalos y decir que es para celebrar la lluvia, por ejemplo, pero regalar en estas fechas es una evocación de los regalos que los magos hicieron a Jesús. Y así podríamos seguir.

También debemos tener claro que la elección de la fecha viene de los primeros siglos, si bien parece que es algo aleatorio. Esto significa que celebramos el “hecho” del nacimiento de Cristo con el sentido que a ello le damos los cristianos, pero no el “día” en que tuvo lugar porque no tenemos ese dato. Lo cual no quita legitimidad a la celebración. No saber la fecha del nacimiento de una persona no significa que no haya nacido ni que no podamos celebrarlo. Si desconocemos el dato exacto, podemos elegir el día que nos parezca más oportuno. Eso fue lo que hicieron con todo derecho los cristianos desde los primeros siglos. Atacar la Navidad, como algunos han hecho, porque ignoramos el dato concreto del día en que Jesucristo nació, no deja de ser otra burda manipulación.

Finalmente, también tenemos que dejar claro que el respeto mutuo que, en una sociedad democrática, todos merecemos –hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, judíos, cristianos y musulmanes, budistas, hinduistas o sintoistas...– implica también el respeto a las creencias religiosas, lo que significa que puedo profesar la religión que quiera o no profesar ninguna. Atacar a las personas, sus manifestaciones y sus símbolos, simplemente porque no los comparto es adentrarse en un sendero peligroso que lleva, a la larga, al totalitarismo, porque, cuando se considera legítimo atacar un derecho, se termina negándolo y, negado un derecho, se pueden negar todos los demás.

Paco Pérez at: 22 diciembre, 2022 13:16 dijo...

EL NACIMIENTO DE JESÚS
Isaías anunció la venida del Mesías, cuando Israel estaba roto y enfrentado, para dar esperanza a quienes sufrían las consecuencias de quienes los gobernaban pues con Él se lograría la reconciliación y el retorno a la unidad perdida mediante el amor, la justicia y el respeto mutuo.
Su anuncio se cumplió y por eso recordamos los cristianos que Jesús nació en Belén de Judá.
Un tiempo después San Francisco de Asís, en 1223, recreó en una cueva de Greccio (Italia) un belén o pesebre, con personas y animales, para que comprendieran con más facilidad que Jesús nació en una cueva rodeado de ganado, suciedad, paja, frío y en soledad pues no encontraron alojamiento.
Pasaron los años y aquella escenificación se sigue recordando en los templos, los domicilios y los espacios públicos con belenes. Quienes los contemplan comentan la belleza de las figuras y el montaje artístico del misterio pero… ¿Profundizan en el hecho histórico?
La humanidad siempre ha tenido adversidades y cuando no comprenden la causa le preguntan a Dios… ¿Por qué me haces esto?
Él nunca se inmutó y hace dos milenios, cuando consideró que había llegado el momento, desencadenó los acontecimientos que culminaron en el nacimiento de Jesús, respondiendo así a las preguntas de las personas.
María y José, personas cumplidoras de las leyes, viajaron a Belén para empadronarse. Al llegar no encontraron posada y tuvieron que alojarse en una cueva que era utilizada como establo… ¿Hemos pensado en el impacto que recibieron al tener que refugiarse allí para no dormir al raso? ¿Nos acordamos en Nochebuena de las personas que duermen en la calle bajo un cartón? ¿Podríamos calcular las viviendas que se podrían construir para alojar a los indigentes con el importe del material de destrucción empleado en las guerras activas que hay hoy en el mundo?
Estando en ese lugar María se puso de parto y nació Jesús… ¿Cuántas mujeres dan a luz esa noche soportando una situación similar?
Las familias, cuando son bendecidas con un nacimiento, reciben a la criatura con alegría y se muestran muy felices, María y José también lo fueron, aunque se encontraran solos en el lugar más inapropiado pero el Señor no los abandonó y envió un ángel para que anunciara lo ocurrido a unos pastores, estos fueron a visitarlo, le llevaron regalos y le mostraran su alegría.
¿Cómo se puede entender este hecho histórico?
Jesús fue hombre y Dios y, al nacer, asumió el dolor de quienes clamaban al Padre, demostrando así que conocía bien lo que era ser persona.
Los hombres intentamos explicar en Navidad este misterio con palabras bonitas pero Dios nos recuerda lo ocurrido de manera sencilla. Juan 1, 14: [Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.].
Jesús, como hombre, sufrió y tuvo dudas. Está en Lucas 22, 42: [Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.].
Nació y vivió como cualquier persona, por ello debemos tratarlo como alguien igual y cercano a nosotros.
En estos días los recuerdos agradables de otros momentos del pasado nos hacen desear que todo cambie para que podamos vivir felices pero antes deberemos mejorar nuestro nivel de egoísmo, amar más a los demás y no apartar a Dios de nuestras vidas. De no hacerlo, seguiremos atascados en una celebración en la que estamos más pendientes de los regalos y la gastronomía que del mensaje que nos regala la Navidad… ¡Jesús se hizo hombre y vino a sufrir como nosotros para salvarnos!
Pablo opinaba que la salvación que nos trajo el NACIMIENTO de Jesús consistía en hacer justicia, siendo justos; gobernar ayudando, no empobreciendo; vivir con sencillez, sin ostentación; siendo honrados y cumpliendo lo que nos enseñó.

¡FELIZ NAVIDAD!

Maite at: 23 diciembre, 2022 22:24 dijo...

Hay una frase preciosa en el contexto de la hojilla que dice así: “Dios no responde con palabras al misterio de la existencia, sino que nace para vivir él mismo nuestra aventura humana”. Y Juan, el evangelista, llama precisamente así a Jesús, la Palabra de Dios. Haciéndose eco de ello, otro Juan, el apellidado de la Cruz, muchos siglos después, dirá que Dios solo tiene una palabra, que es su hijo, y que no tiene más que hablar, ya que por medio de él lo ha dicho todo.

Isaías habla de un pueblo que camina en tinieblas y ve una gran luz; que habita tierra de sombras y experimenta su brillo. Describe el gozo de quienes acogen esa luz maravillosa, que llega porque ha nacido un niño.

Todavía, nosotros habitamos un mundo en tinieblas, tan densas y oscuras que, a veces, se hace difícil creer en la existencia de una luz. La experiencia de la fe sigue siendo la de antaño: la luz es más fuerte que las tinieblas, pero no todos los ojos la ven; y no todos los que la ven, están dispuestos a acogerla.

Pablo se referirá a ella como la gracia de Dios que trae la salvación para todos. Pero toda gracia, como todo don, conlleva una responsabilidad al aceptarla, un modo de vida, unas opciones y prioridades. Todo va en el pack.

El relato evangélico dibuja el origen de esa aventura humana de Jesús, que tiene lugar en un lugar determinado, como hijo de María y José, en un momento concreto de la historia del pueblo judío. Una aventura plenamente humana y, por ello, plenamente divina; donde todo lo humano tiene cabida: la fe, la esperanza, el amor; la duda, la búsqueda, la soledad, la tristeza, la angustia, el cansancio, el gozo y la gratitud.

Siempre los santos recomendaron no apartar los ojos de Jesús. Es el mejor modo de conocer a Dios. Contemplarlo estos días hecho niño, carne débil, nos dará una idea de la vulnerabilidad de Dios. Es la mejor manera de reconocerlo.

Muy feliz Navidad a todos, con una pequeña frase de San Juan de la Cruz, que repetía con el Niño Jesús entre los brazos:

“Si amores me han de matar, agora tienen lugar”.