CUARESMA-03-A

sábado, 4 de marzo de 2023
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3 comentarios:

Paco Echevarría at: 04 marzo, 2023 09:04 dijo...

LA FUENTE DE LA DICHA (Jn 4,5-42)

La charla de Jesús con la samaritana junto al pozo de Sicar no sería sorprendente si no fuera porque, en la mentalidad de su tiempo, hablar con una mujer se consideraba cosa impropia de un hombre de respeto y grave pérdida de tiempo. Mucho más tratándose de una samaritana. Por eso ella se sorprende de que un judío le dirija la palabra. Pero no era Jesús hombre de “buenas costumbres”, sino de respeto y preocupación por las personas. Ésa es la primera enseñanza del relato: importa la gente y no en general y en abstracto, sino cada individuo. El que habla a las multitudes, no tiene reparos en emplear su tiempo y dedicar su atención personal a quienes, casual o intencionadamente, le encuentran. Y es que, el verdadero humanismo no es filosofía de libros y altos pensamientos, sino asunto de relación con las personas concretas en su situación. Es fácil hablar del ser humano. Lo complejo -y lo importante- es tratar a cada uno como un ser humano.

Y la conversación mantenida es toda una lección de cómo habla un maestro. La mujer va por agua para calmar su sed. Para Jesús, esa sed es sólo el signo de una sed más profunda: el ansia de felicidad. A la mujer le hace ver su error: busca en el pozo, fuera de su hogar, lo que sólo puede encontrar entrando en su verdadero hogar y descubriendo la fuente que allí mana. Poco a poco va llevando su atención al interior, al corazón, para enfrentarla con su verdadera desdicha hasta hacerle comprender que sólo dentro de sí podrá encontrar lo que inútilmente busca fuera.


Aparte de otras lecturas -acertadas y tal vez más importantes-, ésta es -al menos yo así lo creo- una lectura de gran actualidad. Porque -en nuestra cultura y en nuestra sociedad- buscamos, como la mujer de Samaría, la felicidad donde no se encuentra y no la buscamos donde verdaderamente está. Nos proponen toda clase de pozos en los que calmar la sed y cada uno se nos presenta como el mejor. Con la ilusión de alcanzar por fin la dicha, probamos cada nueva propuesta y, tras un tiempo de creer que lo habíamos conseguido, aparece otra nueva que nos seduce con la propaganda y corremos tras ella.

Mirar dentro, oír el corazón, buscar en el alma la respuesta a las preguntas, adentrarse en la quietud del propio espíritu... ése es el camino que Jesús propone a la mujer. Ella se resistió pues no comprendía el mensaje del Nazareno. Pero se dejó guiar por aquella voz y vio de cerca su herida -la del sentimiento-. Y debió resultar bien el viaje hacia su propio corazón porque, dice el relato, que volvió a la vida dejando abandonado junto al pozo su cántaro. Descubrir la fuente de la dicha en el interior es lo único que puede hacernos verdaderamente felices. Tratar de calmar esa sed en pozos extraños sólo es una ilusión que se disuelve cada amanecer.

juan antonio at: 05 marzo, 2023 20:28 dijo...

3º Dm de Cuaresma 12.3.23

Al final de la segunda pregunta se nos pide

¿qué otras facetas de Jesús descubro en este relato?

Descubro estas:
--- Nos descubre su identidad: “soy, yo soy, el que habla contigo
--- Se hace prójimo de la mujer
--- Maestro de oración
--- Hace un acompañamiento a la mujer en su vida
--- Nos da las pautas de un acompañamiento: escuchar, dialogar, aconsejar y abrirse el corazón uno y otra.

Jesús a lo largo de su vida da pocas referencias de quien era, e incluso impide que se diga, como hace en los signos que realiza y sin embargo en esta, porqué esta manifestación, porqué se revela como Cristo, el Ungido, el Mesías?, no lo explica el relato, pero era necesario pues la samaritana quedaría en el vacío al no tener respuesta en ese dialogo a algo tan urgente como lo que Él le propone “ si conocieras el don de Dios y quién te pide de beber…..”

Este pasaje podríamos ponerlo en paralelo con la parábola del buen samaritano: “¿quien de los tres se hizo prójimo del ……? el que lo trató con misericordia”:
Y yo me pregunto si Jesús no hace lo mismo con esta mujer desconcertada por las vicisitudes que ha pasado en su vida y se hace prójimo de ella y la ayuda, no material, sino a rehacer su vida con dignidad tanto que le abre su corazón?

Es maestro de oración, con la mujer a la que le dice que el culto no tendrá lugar o sitio, sino que al Padre, nombre que repite tres veces, se le adorará en espíritu y en verdad, porque ese es el culto que el Padre quiere: no tenemos que levantar grandes edificios ni grandes medios para entrar en contacto con el Padre que solo quiere nuestro corazón y nuestras manos en los hermanos, otra cosa es lo que la historia nos ha dejado que hay que respetar.

Pero es maestro de oración también con los discípulos, cunado éstos le insisten de que coma y Jesús le manifiesta que su comida es hacer la voluntad del Padre y le insiste en que todo está en las manos del Padre quien hace que unos siembren y otros sieguen, que unos prediquen y otros vean los frutos de conversión, mediante la comunión de la oración que nos lleva a la vida eterna.

Si miramos y releemos detenidamente el relato, vemos que Jesús hace un acompañamiento con la mujer desde su cuasi idolatría o paganismo hasta el reconocimiento del Mesías, el Cristo que ella intuye poco a poco en el dialogo con Jesús y nos da esas pautas que hemos dicho, como protocolo para una actuación nuestra en acompañar a los alejados o a los débiles en la fe, pudiendo resaltar que todas esas pautas nos lleva a un respeto total con la persona aún cuando no deja de hacerle ver sus debilidades.

Hay una conclusión misionera, la mujer no queda cruzada de brazos, va y manifiesta a todos quien es Jesús y todos acuden a Jesús y ya no necesitan su testimonio, han visto por ellos mismo la realidad de un Dios, hecho Hombre, uno de tanto, que cansado del camino, en un momento determinado se sentó al borde de un pozo y pidió de beber y dio de beber la Vida a una pobre mujer y a un pueblo tachado de pagano, necesitado de llenarse de Dios y llenarse unos a otros de sus encuentros por Jesús.

Caben muchas preguntas para nosotros desde este relato: mira tu interior

En el desierto de esta Cuaresma tengamos, como ya dije en el primer domingo, un ratito más largo de oración, a la sombra de ese árbol frondoso que cubre todo pozo en el campo (Sagrario) y no digamos nada, escucha “quien te pide de beber” y déjale hacer y decir, saldrás cambiado, lleno de la Vida que tenemos y que tendremos siempre, siempre...

Gracias, Señor, por todo.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a decir ¡AMEN!

Maite at: 07 marzo, 2023 17:39 dijo...

Este domingo nos detenemos en uno de los pasajes más bellos del evangelio de Juan, y la petición de Jesús sigue resonando como en aquel entonces: “Dame de beber”. ¿Pero, a cuántas samaritanas encuentra dispuestas o abiertas a entablar un diálogo con él, a pararse, a pesar de la extrañeza inicial, a escuchar y atender? ¿Cuántas, o cuántos, encierran ese anhelo profundo que hasta ellos mismos desconocen, y están, o estamos, dispuestos a llegar hasta el final? Porque eso supone dejar nuestro cántaro olvidado al lado del pozo y salir corriendo a anunciar a los demás qué ha hecho Jesús por nosotros; qué nos ha dicho y cómo ha transformado nuestra vida.

Jesús desmonta, con suma delicadeza, todo lo que la samaritana creía saber; rompe sus moldes y esquemas mentales y espirituales. Solo él puede hacerlo así: con claridad y en verdad, pero sin herir; como si agua clara destilara como un manantial por las entrañas y fuera purificando todo a su paso.

Es la comparación que él mismo usará para describir el agua viva que solo él puede dar, que no llega de ningún otro sitio, nunca de fuera; brota de dentro, y salta y se mueve. Es ese mismo amor de Dios que, al decir de Pablo, “ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”.

Jesús mismo recordaba a la samaritana que Dios es espíritu y establecía un nuevo modo de darle culto: en espíritu y verdad. A lo mejor aún no hemos avanzado lo suficiente en este culto nuevo y no hemos sido capaces de superar, como la samaritana, la ley.

El salmista nos exhorta a dar vítores a la Roca que nos salva, es decir, a aquel que nos da agua para saciar nuestra sed, esa agua que salta, dentro de nosotros, hasta la vida eterna. Solo pide que escuchemos su voz, como la samaritana, que no endurezcamos el corazón, como los israelitas, en Masá y Meribá. Basta con entablar, como ella, un diálogo honesto y sincero con él, dejando que su palabra penetre hasta el fondo de nuestro ser y haga brotar ahí, en lo más hondo, torrentes de agua viva.