DOMINGO 16-A

sábado, 15 de julio de 2023
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2 comentarios:

juan antonio at: 18 julio, 2023 18:31 dijo...

Dm 23 TO 23.7.23

Hoy la liturgia nos trae tres parábolas, la del trigo y la cizaña, el grano de mostaza y la levadura, puede parecer que la primera no tiene nada que ver con las otras, pero entiendo que no es así, pues todas se refieren al Reino de Dios, una nos trae la tolerancia, otra la acogida que sale de lo pequeño y otra el revulsivo que entraña la vivencia del Reino, aspecto de una misma realidad.

Si hablamos de la primera parábola tenemos que tener en cuenta, al menos por mi parte, lo que se nos dice en el libro del Génesis, al final del primer capítulo:

“”Y así fue. Vio Dios que todo cuanto había hecho era muy bueno.””

Si todo era bueno, el problema es la aparición del mal, lo aque tanto aturde a la humanidad desde siempre y que no sabemos explicarnos y cuanto diga, es una mera opinión mía que pido se me corrija si estoy en el error.

Sufrimos el mal, increpamos a Dios por su presencia en nuestras vidas, en la sociedad, en el mundo y lo tenemos en nosotros, Dios nos hizo bueno, tan bueno que nos dio un gran don, la libertad y en el uso de esa libertad elegimos, en el devenir de los tiempos, elegimos el mal por nuestra fragilidad, no tenemos el mal y el bien, tenemos el bien y como decía S. Pablo hacemos el mal que no queremos, por ello en la hoja se nos dice que no hay que ser tan radical ni maniqueo, pues todos estamos llamados a la conversión y la tolerancia es el medio en que podemos llegar a que el Reino se haga realidad en todos.

Es difícil de entender, de tolerar, incluso, pero estamos hecho con nuestras limitaciones y ahí se manifiestan en que a veces no sabemos usar ese regalo de Dios, pero siempre se tiene la esperanza de que el bien estará sobre el mal.

Las otras dos parábolas nos trae la enseñanza de lo pequeño que se hace grande y acogedor, el grano de mostaza, pues estamos llamados a la universalidad, acoger a todos, a no excluir sino incluir y la levadura nos enseña que el Reino de Dios, lo que entraña, es un revulsivo para la persona y para toda la sociedad.

El Reino de Dios es más que una religión, va mucho más allá de las creencias, los preceptos y los ritos, es una manera de entender y de vivir a Dios que, desde la experiencia del evangelio, lo cambia absolutamente todo.
Ahí tenemos que llegar, a experimentar a Dios con el estilo de vida que nos trajo Jesús y que los Apóstoles hicieron posible y desde entonces se hace posible en el mundo por mucha gente buena que como dice la hoja ”nos asombraría tanta bondad” y en el sentir de S. Pablo siempre tenemos la ayuda del Espíritu.

Vivamos y juntos entendámonos, comprendiendo nuestras diferencias y nuestras similitudes y así hacer posible ese Reino predicado por Jesús y que tenemos que seguir predicando y realizando, los que nos llamamos sus seguidores.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a decir ¡AMEN!

Maite at: 20 julio, 2023 22:36 dijo...

Cuando el libro de la Sabiduría dibuja el poder y la fuerza de Dios, los presenta teñidos de indulgencia y moderación. Aparecen también el juicio y la justicia, pero el párrafo que contemplamos en nuestra oración este domingo concluye con una hermosa frase que hace referencia al comportamiento de Dios: “Actuando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano y diste a tus hijos una buena esperanza, pues concedes el arrepentimiento a los pecadores”. Del justo se espera, pues, humanidad; a semejanza de Dios.

El salmista, como orante experimentado, incide en la bondad y misericordia de Dios; en su lentitud para la cólera.

Pablo va más allá, y muestra a Dios acudiendo solícito a socorrer nuestra debilidad: en nuestros corazones él mismo intercede por nosotros cuando no sabemos pedir lo que nos conviene.

Es la experiencia de Jesús: él ha aprendido que Dios es así; lo ha asimilado, y es uno con él. Por eso, ante la existencia del trigo y la cizaña, juntos dentro y fuera de nosotros mismos, pide paciencia. Hay que dar lugar a la misericordia, al arrepentimiento y al perdón, si hace falta. Y sabe que el Reino, ya presente, tiene comienzos muy pequeños; y, desde ahí, potencia y capacidad para crecer y desarrollarse.

Nosotros somos buenos detectando injusticias y buscando soluciones expeditivas. Pero, sobre todo cuando se trata de los demás, olvidamos muchas veces añadir unas cuantas dosis de humanidad. Como seguidores de Jesús esa es nuestra asignatura central.