DOM-RAMOS-B

sábado, 16 de marzo de 2024
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3 comentarios:

Paco Pérez at: 20 marzo, 2024 13:48 dijo...

EL EGOISMO DISFRAZA LA VERDAD Y CONDENA AL JUSTO
El comportamiento humano, a veces, es incorrecto porque ocurrió antes de Jesús, cuando Él vivía y ahora. Quienes actúan así generan injusticia pues empujan a otras personas a pasar por pruebas difíciles al tener que decidir sobre qué postura deben adoptar ante el comportamiento violento en que viven como consecuencia del egoísmo y de la ausencia de principios básicos, influencias que actúan como acelerador del mal y no como freno.
Jesús, al final de su vida pública, lo padeció por culpa del modelo social corrompido que había y, por afectarle a Él, conocemos que quienes tenían el poder religioso y político actuaban manejando los hilos de la injusticia para impulsar, por intereses personales, unas acusaciones infundadas que nacían de sus temores a perder el poder y a que hubiera revueltas ciudadanas. Con argumentos sustentados en esos intereses personales o corporativos presentaron a Jesús como un personaje peligroso y así pudieron acusarlo, apresarlo, interrogarlo, lincharlo física y moralmente y matarlo.
La realidad era otra, Jesús denunciaba las irregularidades que había en el Templo y los responsables religiosos de Jerusalén decidieron matarlo para no perder su posición pero… ¿Cómo lo hacían para que el pueblo no los señalara como culpables?
Acusándolo con hechos falsos para llevarlo con ellos a Pilato y que éste lo condenara y lo condenara a muerte, así la responsabilidad sería de él y ellos quedarían limpios de culpa. Pilato, aunque sabía que las acusaciones eran falsas, al ser el representante del Imperio no podía dar la espalda a los posibles desordenes que pudieran ocurrir por culpa de sus predicaciones.
Estas dos posturas egoístas representaron bien su papel en la comedia que montaron para ocultar lo que realmente los empujó a tomar sus decisiones y así evidenciaron que, a veces, quienes ostentan el poder sólo les preocupa su situación personal y hacen lo que haga falta para que nadie los mueva de su situación de privilegio.
Por actuaciones de este estilo los inocentes son condenados y los poderes oficiales quedan como triunfadores… ¡Así se gestó la muerte de un inocente, Jesús!
Después, Pablo pidió a las personas que abandonaran las costumbres rancias de los hombres, esas que les hacen presumir de lo que son o poseen, para seguir el ejemplo de Jesús: Llevar una vida silenciosa porque quienes se ensalzan son humillados y quienes se humillan son ensalzados.
Jesús nos enseñó que debemos tener confianza plena en el Señor, no ser egoístas, no responder con violencia sino con comprensión, amar, tener paciencia, aceptar resignados el sufrimiento que nos causen los golpes de la vida y, siempre, luchar para superar las pruebas.

juan antonio at: 22 marzo, 2024 12:57 dijo...

DOMINGO DE RAMOS – B – 24.3.24

Hoy empieza la semana grande, la semana de los grades discursos de Jesús, la semana de las grandes Instituciones, Eucaristía, sacerdotal, del Amor……, de gloria y de pasión, pues cantamos y ante la Cruz nos postramos para contemplar los acontecimientos que Marcos nos narra en su relato.

No es día de decir ni escribir grandes cosas, es día de reflexión, de ir al desierto y encontrarse con Jesús que entre aclamaciones entra en Jerusalén y sale entre insultos, entre gritos de alegría es recibido y con gritos de condena lo echamos.

Es día de preguntarse muchas cosas, tuyas y miás, y sobre todo de Dios, el que nos amó tanto que envió a su Hijo….

Es día de preguntarnos, nosotros los que nos decimos seguidores de Jesús, qué hemos hecho con cuanto nos dijo y nos dejo dicho, con cuanto hizo para que nosotros hiciéramos y siguiéramos su tarea, para ver el final de esa preparación de cinco semanas en qué ha quedado, en martillazos para preparar pasos o tronos de procesiones, que también pero con…... o en recogimiento para ver el cambio que nos hemos propuestos, uno solo, pero cambio, conversión, entiendo que es más generalizado, cambiar el error por lo acertado, lo mal hecho por el bien a hacer, pero qué…. y no nos vayamos por los cerros: una cosa concreta de las muchas que en nuestra vida necesita pasada la I.T.V. cuaresmal.

Plantemonos a los pies del Crucificado y leamos, releamos el texto de la Pasión de Marcos y los comentarios a la misma, vivamosla en presente, el prendimiento, la llevada a los sumos sacerdotes, a Pilatos, los diálogos, el ser nuestro Rey, los insultos de la chusma, el camino del Calvario, la crucifixión, sus palabras, como expira el más grandes de todos los hombres y el más grande Amor hecho carne para que entendamos a Dios y oigamos su grito de expiración y….. silencio, silencio…….mucho silencio o …. la calle y cuanto conlleva, pero una cosa, para mi, la salva, la gran catequesis que recorre nuestras calles y pido toque muchos corazones hacía un verdadero sentir.

Santa María, Madre del Mayor Dolor, enseñanos a vivir tus dolores y a saber darle el sentido con que tu lo viviste, ¡AMEN!

Maite at: 22 marzo, 2024 21:11 dijo...

EL CENTURIÓN QUE ESTABA ENFRENTE, AL VER CÓMO HABÍA EXPIRADO, DIJO: “VERDADERAMENTE, ESTE HOMBRE ERA HIJO DE DIOS”.
En torno a la cruz de Jesús había mucha gente. Según Marcos, quienes estaban más cerca le insultaban y se mofaban de él. Poca compasión despertaba entonces el nazareno que había pasado derramándola y haciendo de ella su santo y seña; y ninguna lástima. Las mujeres que desde hacía tiempo le seguían y servían se mantenían fieles y leales, pero miraban desde lejos. Ellas no podían acercarse. En este contexto, resulta llamativa la reacción de un centurión, ajeno a los sentimientos religiosos del pueblo judío, que cumplía con su triste deber. Evidentemente, no lo hacía de forma rutinaria. Algo hizo que se fijara en Jesús. ¿Había oído hablar de él?

Todos los demás tenían ante sus ojos lo mismo que el soldado, los que se burlaban e insultaban. Todos ellos habían visto las obras de Jesús y habían escuchado sus palabras, pues nunca se había escondido. Pero nada de lo que decía y hacía cuadraba con el Dios que les habían transmitido sus padres y las autoridades. No, ese no era el Dios de la Ley, un Dios todopoderoso que todo lo controlaba y en todo intervenía, que pedía víctimas propiciatorias y perfectas, que distinguía entre los fieles observantes de la Ley y los no observantes.

El centurión vio a un hombre que agonizaba colgado de una cruz y que, a punto de morir, clamaba a Dios por su abandono. Probablemente había oído algo acerca de lo que Jesús decía y hacía, y sabía que eran sus propias autoridades religiosas las que lo habían entregado y procurado su muerte, una muerte que lo señalaba como maldito de Dios según su Ley. No podía esperar, por tanto, su auxilio.

Era evidente, que Jesús tenía una imagen muy distinta del Dios al que llamaba su Padre, Abbá. Siempre había reflejado el rostro de un Dios compasivo, amor para todos, de modo especial para los más necesitados. Un Dios que, a través de Jesús curaba, liberaba de las pesadas cargas impuestas por la Ley, cuidaba y amparaba, perdonaba y reconciliaba consigo a sus hijos e hijas. Un Dios amigo de la vida, de los hombres y mujeres, de los niños, de los ciegos y leprosos, de los extranjeros y paganos. Un Dios que no intervenía liberando al pueblo de los romanos, ni de Herodes o Pilato; que devolvía a los más necesitados la capacidad de ponerse en pie y la libertad para decidir por sí mismos. Por eso, Jesús se desangraba en la cruz y el Padre no venía en su auxilio. Entregaba su vida hasta el final. Su muerte era consecuencia de esa entrega día a día. El Padre no haría magia ni siquiera para liberarlo de la última angustia.

El centurión no podía tener la misma idea de la divinidad que tenemos nosotros. Pero, vio en Jesús al verdadero hijo de Dios en el momento de su muerte. A un hombre abandonado a él, entregado, rendido, que en él se dormía después de haber entregado hasta la última gota de su sangre por el reino de su Padre.