DOMINGO-29B

sábado, 12 de octubre de 2024
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4 comentarios:

{ Juan } at: 12 octubre, 2024 08:58 dijo...

AUTORIDAD Y PODER (Mc 10,35-45)

Tras el tema de la riqueza, el evangelista Marcos aborda otro asunto no menos importante: el del poder. En el grupo de los Doce existió una cierta competencia por lograr las mejores carteras en el equipo de gobierno del Mesías Rey. Santiago y Juan quisieron adelantarse a los demás y pidieron los dos mejores puestos. La respuesta de Jesús fue que no es cuestión de honores y prebendas, sino de seguimien¬to. Sólo hay una manera de estar a su derecha y a su izquierda: compartir su destino siguiéndole con la cruz hasta el calvario. El afán de poder fue y es una de las tentaciones que ha de superar todo discípulo del carpintero de Nazaret. Los demás, como era de esperar, se molestaron al ver la jugada de los hijos de Zebedeo. Y Jesús aprovecha para adoctrinarles a todos. Sus palabras están cargadas de ironía y de sabiduría. Son un minitratado sobre el valor y el sentido de la autoridad.

"Los que son reconocidos como jefes" es una expresión que se refiere a los príncipes vasallos de Roma -los lacayos del poder que actúan desde la conciencia de su propia debilidad y compensan este sentimiento con la prepotencia y el abuso de poder-. Está denunciando un hecho de experiencia: el poder de una persona está en proporción inversa a su autoridad moral. Si un hombre posee autoridad -sentido de la justicia, respeto, honestidad y equilibrio-, no necesita recurrir a la fuerza para hacer notar su presencia. Pero cuando carece de ella, tiene que recurrir a la amenaza, al miedo. Por esta razón el poder -no la autoridad- necesariamente corrompe al que lo detenta. Al fin y al cabo el poder no es sino una forma abusiva -y por tanto ilegítima- de ejercer la autoridad. Esto es algo que algunos olvidan y creen que el ser elegidos por el pueblo da derecho a hacer lo que se quiera con ese pueblo. La democracia está enferma cuando los elegidos entienden que los electores, junto con el voto, depositan en la urna sus derechos y su soberanía.

El pensamiento de Jesús sobre la autoridad es claro y continúa la línea de los profetas de Israel: la única forma legítima y justa de ejercer la autoridad es el servicio. No se trata de situarse por encima o por delante de los demás, sino de colocarse debajo de los más débiles, hasta dar la vida si es necesario. El servicio de la autoridad no es otra cosa que usar las propias capacidades para ayudar a los menos capacitados y el espíritu que ha de animarla es el amor desinteresado. Quien no sea capaz de hacer las cosas así está incapacitado para ejercer la autoridad.

Si hubiéramos entendido -y aceptado- estas enseñanzas ¡cuánto sufrimiento inútil nos habríamos ahorrado! Porque muchos de los males que padecemos tienen su origen en que hemos confundido poder y autoridad. Y, si esto debe ser así en la sociedad humana, ¡cuánto más ha de serlo en la comunidad cristiana, en la Iglesia!

Francisco Echevarría

Paco Pérez at: 14 octubre, 2024 17:24 dijo...

EL PODER VULGARIZA Y SERVIR ENALTECE
El Señor siempre muestra el camino de la salvación a quienes lo buscan, advirtiéndoles que es abrupto cuando surgen situaciones que causan dolor pero esas vivencias regalan al sufriente experiencias que ayudan a moldear la conducta.
Él, como buen padre, observa cómo nos comportamos con quienes más necesitan y, supongo, que en su momento nos juzgará por ello.
Sabemos que en la historia de los pueblos siempre hubo, hay y habrá personas ambiciosas que desean ocupar puestos de privilegio para su bienestar personal y no con actitud de servicio. Jesús, cuando apareció esa tentación egoísta entre los apóstoles, les habló de la responsabilidad que recae en quienes gobiernan: Trabajar para ayudar a los demás y no para ellos.
Quienes gobiernan así respetan las leyes pero entonces aparece la incomprensión injusta de la sociedad porque ellas no están para satisfacer los intereses personales del pueblo sino para gobernar a todos con justicia. Para Jesús, quienes ocupan el poder por ambición sólo desean el cargo aunque tengan que pisotear a los demás para eternizarse en él pero quienes buscan el Reino hacen lo contrario, ayudar a los necesitados.
Quienes acompañaban a Jesús no entendieron sus palabras pues creían que era el caudillo anunciado que lucharía y aplastaría a los invasores que los oprimían y, cuando los venciera, ellos ocuparían los puestos de privilegio. Después sucedieron las cosas que Jesús les había anunciado y uno lo entregó, otro lo negó y la mayoría lo abandonaron. Así somos, tenemos la verdad delante y no la vemos.
Las comunidades que se formaron después seguían el espíritu que Él les enseñó pues quienes estaban al frente no oprimían, no esclavizaban y se ayudaban compartiendo.
Este es el camino sobre el que debemos profundizar para enseñarlo y practicarlo, no encuentro otra forma mejor y más sencilla de dar testimonio del Reino.
Dios misericordioso desea que acudamos a Él para pedirle que nos ayude a permanecer firmes en la fe, a seguir el ejemplo de Jesús, a no olvidar que, como hombre, también sufrió, que fue tentado y que nunca pecó.

{ Maite } at: 15 octubre, 2024 16:52 dijo...

SERVIR O NO SERVIR
El poder es una de las aspiraciones más fuertes de nuestro ego, hasta tal punto que lo impregna todo, de modo especial, las relaciones con los demás. En cualquier grupo o comunidad todos padecemos la misma enfermedad. La cuestión es cómo afrontarla y si se quiere hacerlo, porque hay quien hace de la búsqueda del poder y de alcanzar sus cotas más altas la máxima aspiración de su vida.

Esto también se vivía, y con pasión, en el grupo de Jesús. A ellos, sus primeros seguidores, y a nosotros, nos cuesta mucho aprender del Maestro, pero ahí nos jugamos el seguimiento, vivir como él, ser él en un mundo que lo necesita y padece su ausencia, porque nosotros no lo reflejamos, ni a nivel de Iglesia ni en las pequeñas comunidades parroquiales.

Se trata de servir y dar la vida, en palabras de Jesús. Y nunca profundizaremos en ello lo bastante. El poder atañe al ego, a nuestra voluntad prepotente que desea, más que nada, quedar por encima de todo y de todos; no bajar la testuz ante nada ni nadie, dominar, controlar. El servicio y la entrega de la propia vida atañen a nuestro ser más profundo; el que está en comunión con Dios, con nosotros mismos, con los demás y todo lo creado. En esas profundidades de luz y verdad no necesitamos del poder. Solo el servicio y el amor dan la verdadera medida de quiénes somos en realidad; de nuestra plenitud.

El servicio y la entrega de la vida van parejos con la misericordia dada y experimentada. Como el siervo de Isaías redime a los otros cargando con sus crímenes y pecados, así nosotros, al igual que Santa Teresita, aprendemos, a través del propio sufrimiento que la vida misma trae consigo, a sentarnos a la mesa de los más limitados y frágiles, de los más vulnerables y vulnerados, para compartir con ellos sufrimiento y heridas. Solo ellas curan.

Solo desde ahí podemos, como apunta la carta a los Hebreos, compadecernos de todas las debilidades habiéndolas padecido todas en carne propia. Eso nos dará toda la confianza para acceder al trono de la gracia y alcanzar misericordia, no poder, para todos.

juan antonio at: 15 octubre, 2024 20:15 dijo...

Dm 29 TO 20.10.24 EL PODER, SIEMPRE, SIEMPRE…. HACE DAÑO

Si nos paramos a pensar un poco en nuestro pequeño gran mundo, lleno de toda lucha por el poder de unos contra otros, los conflictos saltan por todas partes, las luchas por alcanzar influencia, renombre, es una constante tanto a nivel mundial como local y no tenemos más que mirarnos el obligo, sin necesidad de ver, leer o escuchar informativos, pues la misma película es distinta.

Las ansías de poder la tuvieron los apóstoles, no solo los Zebedeos, hijos de mi querídisima Patrona, Santa María Salomé, que el próximo 22 celebramos, sino los otros diez también, todos querían lo mismo y hasta el mismo momento de la Ascensión como nos narra Lucas en el principio de los Hechos, 1,6 ¿Señor es ahora cuando vas a restablecer el reino de Israel?, así somos, no escuchamos, no vemos, no entendemos nada de cuanto se nos dice, vamos a lo nuestro y lo nuestro es, ser más que… y fue y sigue siendo…. O no.

“”….entre vosotros no será así””

Si la semana pasada nos preguntábamos cuanto de superfluo, de más tenemos, cuan rico somos, hoy pensemos en el poder que tenemos cada uno, sí, parecerá raro pero es así, desde lo más elemental en nuestras comunidades hasta lo más alto, el ser alguien, el estar considerado, el ser imprescindible…. , el carrerismo dentro de las comunidades, existe o nos lo creemos que existe que es otra cosa y no entendemos que lo único que para nosotros existe es el servicio, el darte a los demás, el poner tu vida, tu cabalgadura, tu vino y tu aceite a disposición de los demás y de los más débiles y dejarlo en una posada y pagar los gastos y los gastos que falte o vamos a olvidar a la posada del siglo veinte y uno o al posadero le vamos a dar calderilla que no llega ni…..

Esto traducelo como quiera, piensalo en tu oración, en tu retiro, en tu cuarto, en tu diario hacer vida La Palabra y llevalo a la practica, como? No lo sé, para cada uno habrá una forma de servir, de ser útil, de darse, de entregarse que coincidirá con la mía en que nos damos, servimos…..

””….entre vosotros no será así”” y como dice el refrán si no vivimos para servir, no servimos para vivir.

Juan al final del lavatorio de los pies a los apóstoles, les dice:
“”Comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor y decís bien.
Y si yo el Maestro y Señor os he lavado los pies… , debéis lavaros mutuamente los pies…”
Meditemos el capítulo trece y llevemoslo a lo hondo de nuestro corazón, no es humillación es entrega como el siervo triturado, como el hombre de fe que se acerca para alcanzar misericordia, “aquí estoy para hacer tu voluntad”.


Hoy inserto, otra vez, el hermoso poema de G. Mistral, SERVIR

“Toda la naturaleza es un anhelo de servir.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que apartó la piedra del camino,
el odio entre los corazones y las dificultades del problema.
Hay la alegría de ser santo y de ser justo;
pero hay, sobre todo, la inmensa alegría de servir.
¡Qué triste sería el mundo si todo él estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender!
Pero no caigas en el error de pensar
que sólo se hacen méritos con los grandes trabajos;
hay pequeños servicios que son buenos servicios:
adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar a una niña.
Aquel es el que critica, éste el que destruye.
Sé tú el que sirve.
Servir no es sólo tarea de seres inferiores.
Dios, que da el fruto, la luz...sirve.
Pudiera llamársele así: EL QUE SIRVE.
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos
y nos pregunta cada día:
“¿Serviste hoy? ¿A quién? ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre? “

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a servir, ayúdanos a ser esclavo de los demás, ¡AMEN!