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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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DEL FUTURO DE LAS COSAS (Lc 21,5-19)
No sólo la pregunta sobre la muerte personal, sino también aquella que se refiere al fin del universo ha inquietado e inquieta al ser humano: ¿Qué será de este mundo? ¿Cuándo será el final? ¿Cómo será? Es la natural curiosidad del hombre lo que le lleva a hacerse estas preguntas, pero también es la necesidad de respuestas sólidas sobre el sentido de la existencia propia o del mundo. La astrofísica está dando pasos de gigante y cada día explica mejor el qué y el cómo del mismo. Pero escapa de las posibilidades de la ciencia explicar el por qué y el para qué, es decir, aclarar su sentido. Éste es espiritual y no depende de la constitución de la materia.
A Jesús también le plantearon el problema y él se limitó a responder con el lenguaje de su tiempo –el apocalíptico– de modo que se le pudiera entender. Es propio de este lenguaje mezclar los tiempos –los planos de la historia– y crear con ello confusión. Así en el diálogo de Jesús con los discípulos habla de la destrucción del templo de Jerusalén –que tuvo lugar el año 70– y del fin del mundo. La superposición de planos da la sensación de que ambas cosas son simultáneas. La razón de esto es que, para aquella mentalidad, el fin de algo es siempre signo del fin de todo y cualquier acabamiento es anticipo del acabamiento definitivo. Piensan así porque creen que lo importante es cómo se vive el tiempo intermedio, es decir, el tiempo presente.
Para este tiempo hace tres advertencias y da tres consejos. Les advierte que las grandezas del mundo acaban y, por ello, se engañan quienes viven como si fueran eternas; que es inevitable la aparición de embaucadores que, con mentiras y falsas doctrinas, arrastran tras de sí a las gentes; y que la tribulación acompaña siempre a la existencia. Aconseja no perder la calma en la confusión, perseverar en la persecución y confiar en la ayuda de lo alto cuando llegue la dificultad.
Son sabios consejos que pueden venir muy bien en el caminar de cada día. Porque no es malo preguntarse sobre el destino del mundo; pero es mejor preguntarse sobre el compromiso de cada día mientras estamos en él, pues, puede ocurrir que estemos tan preocupados con el futuro que dejemos de ocuparnos del presente y no es bueno eludir las responsabilidades de hoy con el pretexto de los sucesos de mañana. A veces se ha acusado a la religión de esto y no sin razón. Pero creo que no se puede formular esta acusación contra el Evangelio donde las cosas están de sobra claras.
Cuando Jesús hablaba del Reino de Dios y decía que ya estaba aquí, no se refería a una utopía inalcanzable, sino a una meta hacia la que caminar. El Reino de Dios es el reinado de su voluntad en los corazones y esa voluntad es siempre el bien y lo mejor para la humanidad. Esto no es sólo asunto de futuro. Es exigencia del presente.
LO EFÍMERO ATRAE Y LO ETERNO NO
Dios estableció unas leyes, las personas no las cumplían y Malaquías les pidió que retornaran a ellas para que Él los premiara.
¿Por qué daban la espalda al Señor?
Porque se cansaban de cumplir sus preceptos, recibir de la vida golpes y comprobar que triunfaban quienes vivían al margen de toda ley. Hoy, como también se repite esa historia, la crisis espiritual aparece, las personas pierden la fe y también se alejan de Él.
En tiempos de Jesús daban mucha relevancia a lo material (la grandeza del Templo, los regalos que los fieles hacían al Señor por los favores recibidos…) y mostraban poca preocupación por el dolor ajeno. Él les anunció que vendrían tiempos difíciles y la destrucción del Templo, así les hizo ver que lo material pasa, que se presentarían falsos personajes, que tendrían que elegir entre Él y ellos, que habría guerras y desastres naturales, que no sería el final de los tiempos y que no ocurriría de inmediato.
Les pidió que vivieran siendo luchadores y estando vigilantes, aunque los persiguieran y mataran, porque si permanecían así Él siempre estaría a su lado y los salvaría.
Después de Jesús, muchos confundieron la forma de aplicar sus propuestas y abandonaran sus obligaciones laborales y Pablo, al enterarse, les recordó lo que ocurriría a las personas, la familia y la comunidad si no acudían cada día al trabajo y no solucionaban sus problemas.
Dos mil años después… ¿Hemos comprendido la forma de practicar el proceso que propuso Jesús?
Opino que no porque planificamos mucho y nos olvidamos de cimentar bien el presente para vivir con éxito el futuro. Por ejemplo: Si durante nuestra vida laboral dejamos de cotizar… ¿Qué paga cobraremos cuando nos llegue la jubilación?
Sí podremos admirar las catedrales o llorar cuando llueva porque no puede salir en procesión nuestra imagen pero, como no luchamos para que se dé solución a la problemática real de nuestro tiempo pues el paro, el hambre, las guerras, el despilfarro, la droga y la violencia se ponderarán y a Dios lo iremos apartando de nuestras vidas cada día más.
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