30º Domingo Ordinario - C

domingo, 17 de octubre de 2010
24 Octubre 2010

Eclesiástico: Los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan.
2 Timoteo: He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
Lucas: Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.


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Juan García Muñoz.

3 comentarios:

{ Paco Echevarría } at: 17 octubre, 2010 02:35 dijo...

FARISEOS Y PUBLICANOS

En tiempos de Jesús, las figuras del fariseo y el publicano eran emblemáticas de dos posturas religiosas. El primero era un hombre respetuoso con las leyes religiosas y morales, cumplidor, piadoso, y, por tanto, con prestigio social. En definitiva: un hombre de bien, con buena imagen ante los hombres y –según creían– también ante Dios. Sostenían éstos que el Mesías vendría a restablecer el reino de Israel cuando surgiera un pueblo de hombres justos. Para estimular a la gente a emprender el camino recto procuraban dar ejemplo y por eso realizaban sus buenas obras donde pudieran ser vistos por todos. Con el tiempo esta intención se pervirtió y cayeron en la trampa del prestigio social y de la vanidad que lo acompaña. Jesús los acusa de ser hipócritas, pues cuidan mucho lo externo, pero tienen podrido el corazón.
El publicano, por el contrario, era un mal bicho. Su oficio era cobrar impuestos en nombre de los dominadores. Era, por tanto, un colaborador del enemigo del pueblo. Además, en asunto de impuestos –ayer como hoy– es frecuente que el cobrador se vaya la mano y sólo piense en el dinero, sin tener en cuenta la situación o necesidades de los contribuyentes. Según las enseñanzas fariseas, los publicanos sólo podían alcanzar el perdón si devolvían lo que habían cobrado injustamente y un quinto de su propiedad, además de dejar el oficio. La gente de bien evita el contacto con ello y no frecuentaba sus casas.
En la parábola Jesús los sitúa a los dos en el templo orando. Su oración es reflejo de su vida. El primero es un hombre justo que da gracias a Dios y enumera todas sus glorias. Acude al templo para ser reconocido y premiado por su justicia.. El segundo está hundido. Es consciente de ser un pecador necesitado de perdón. El primero es un hombre rico ante Dios. El segundo es un pobre en méritos personales.
Estamos ante dos estilos religiosos y ante dos enfoques de la vida. El primero busca el reconocimiento –religioso o social–; el segundo, le regeneración –espiritual o pública–. Estas dos posturas pueden ser también indicativas de dos enfoques de la vida: el de aquellos que buscan fama, reconocimiento, prestigio o presencia de modo que toda su energía se proyecta hacia lo externo, la apariencia, la imagen... y el de aquellos que cuyo interés se centra en el desarrollo interior, que consiste en lograr que la verdad reine en la mente, la bondad en el corazón y la rectitud en la acción. Mucho le queda por andar al mundo en que vivimos donde los intereses personales y colectivos nublan la mente, los apegos pervierten el corazón y el capricho esclaviza la conducta. Quiero pensar que la fuerza de la humanidad terminará imponiéndose a los depredadores del alma humana y que, muy pronto, un hombre nuevo se abrirá camino en el valle de las sombras.

Maite at: 20 octubre, 2010 14:29 dijo...

Oh Dios, ten compasión de mí,
cuando me creo superior a los demás
y hago de mí menciones honoríficas.
Dame, Señor, tu compasión,
que yo te entrego todo mi pecado,
acoge Tú benigno mi oración,
despídeme justificado.

Tengo las manos ante Ti
vacías de virtudes y obras buenas,
sin nada propio en que
poder gloriarme,
pero de heridas
y miserias llenas.

No tengo nada a qué agarrarme
y me da miedo mi flaqueza,
por eso dame Tú tu amor y gracia,
ten compasión, que eso me basta.

Flora León at: 23 octubre, 2010 21:05 dijo...

Señor Jesús:Si tú no abres nuestros ojos y nuestro corazón, lo nuestro es orar lo mismito que el fariseo...y nos parece además tener razón. Y nos creemos con derecho a la vida eterna como pago a nuestras obras...

Pero Tú Señor que eres Amor y Misericordia danos luz para ver la verdad ...para ver que andamos en mentira siempre que creyéndonos algo despreciamos a los demás.... Perdónanos porque somos unos pobres pecadores salvados por Tí por pura gracia.¡Aleluya!