SAGRADA FAMILIA-C

miércoles, 26 de diciembre de 2012

30 DICIEMBRE 2012
FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

LUCAS 2,41-52. Los padres de Jesús lo encontraron en medio de los maestros.

4 comentarios:

Paco Echevarría at: 26 diciembre, 2012 16:24 dijo...

LA FAMILIA (Lc 2,41-52)

El domingo siguiente a la Navidad se dedica al recuerdo de la familia de Nazaret y se nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre una institución de gran importancia tanto a nivel individual como social. No decimos nada nuevo si afirmamos que hoy la familia -en cuanto institución- está en crisis. Y son muchas las manifestaciones de la misma: crece el desafecto -los adultos saben que sus hijos no los cuidarán cuando sean ancianos-; decrece la autoridad paterna -¡No puedo con mis hijos! es una expresión bastante frecuente-; se teme el compromiso ante las instituciones -parejas de hecho de duración limitada-; se duda de la capacidad de asumir un compromiso definitivo -aumento de los casos de divorcio y separación- y, sobre todo, se ha perdido la valoración de la familia como espacio de creación de la vida -hijos extramatrimoniales, madres de alquiler...-. La disminución del número de hijos hasta el punto de que cada día es más “normal” el hijo único, traerá como consecuencia directa inmediata que muchos niños y niñas crecerán sin experimentar el sentimiento de la fraternidad que es un poderoso aliado contra el egoísmo.

La pregunta que nos asalta es: Esta crisis ¿significa un progreso o, por el contrario, es una pérdida? Con la caída de la familia, la sociedad y el individuo ¿gana o pierde? Podemos formular la pregunta de otra forma: ¿necesita un niño las referencias familiares -padres y hermanos- para lograr un desarrollo sano y equilibrado? La experiencia parece inclinarse a favor del sí. Otro tema es la incidencia que tiene en la vida del individuo una estructura familiar irregular -padres alcohólicos, violencia, etc-. Pero esto viene a confirmar lo que decimos. Si la estructura familiar puede condicionar poderosamente -en favor o en contra-, es que la familia es importante y el hecho de que influya negativamente en caso de ser irregular no significa que la institución familiar no sirva, sino que debe mejorar.

La familia es una institución que tiene milenios y ha sobrevivido a todos los cambios que el tiempo impone. Si hoy está en crisis, no es porque esté desfasada, sino porque el ser humano está en crisis. La crisis que padecemos es una crisis global. Está en crisis nuestro modo de entender la vida, el mundo que hemos construido. Hemos comido de la fruta prohibida creyendo que íbamos a ser dioses y, al despertar, nos hemos visto fuera del paraíso. Todo sufre las consecuencias de esa decepción y la familia no podía escapar.
Pero de algo estamos seguros: la salvación de la sociedad vendrá por la regeneración de los individuos y la regeneración de los individuos, por la recuperación de la familia como lugar privilegiado para el nacimiento y desarrollo de la vida. Quienes en su día la atacaron so pretexto de modernidad actuaron de un modo inconsciente e irresponsable porque no midieron las consecuencias de sus planteamientos.

Manolo Martín at: 26 diciembre, 2012 16:32 dijo...

SAGRADA FAMILIA

A todos nos hubiese gustado saber más cosas acerca de la familia de Nazaret. Nos produce cierta curiosidad saber cómo fue su vida de cada día, sus relaciones con los vecinos o los juegos de Jesús niño.

Lamentamos el silencio que guardan los evangelios.

Pero el silencio es muy importante.

Jesús evangelizaba no solo con las palabras, también con el silencio. Son varias las escenas en las que Jesús guarda silencio. Recordemos entre otras: ante la acusación de que es objeto la adúltera (Jn 8,1), ante la mujer cananea (Mt 15,23), a los primeros gritos del ciego Bartimeo (Mc 10,46) o en el interrogatorio de Caifás (10,62-63).

Los silencios dicen y, a veces, dicen mucho. Hay que saber captarlos porque hacen reflexionar y entrar en el fondo de los acontecimientos y de las personas.

Cuando un hombre, cuyo matrimonio iba mal, fue a visitar a un sabio, y éste le dijo que escuchara a su mujer. Volvió algo satisfecho y el sabio, sonriendo, le dijo: pues ahora escucha su silencio, lo que tu mujer no dice.

El evangelio refiere que los padres de Jesús, "no comprendieron lo que les decía" y que "María guardaba todos los recuerdos en su corazón". Y en ese silencio aprendió mejor a comprender a su hijo.

Y es que el silencio siempre es tiempo de gracia.

Manolo Martín de Vargas

Maite at: 26 diciembre, 2012 19:32 dijo...

Si los evangelios fueran crónicas de la vida ejemplar de Jesús omitirían este capítulo de su vida cuando tenía doce años. Pero no lo son, y Lucas narra un hecho que no deja de llamar la atención y extrañar a primera vista (y segunda, y tercera...) Por sí solo basta para desterrar del todo la imagen azucarada de un Niño Jesús etéreo e irreprochable en todo, y de una Sagrada Familia que nadaba en las delicias y dulzuras de la contemplación del Misterio de Dios al alcance de la mano y la inteligencia, sin fisuras.

Jesús, en su primera visita a Jerusalén, se queda allí, sin saberlo sus padres, y es para ellos causa de disgusto y preocupación, angustia y desasosiego. Encontrarle los dejará atónitos de estupor: se hallaba en el Templo, entre los maestros, escuchando y haciendo preguntas. Está en la edad en que la vida y su sentido empiezan a resultar inquietantes y este texto nos hace ver que Jesús hacía también un camino de fe en que no todo estaba claro como el día. Está descubriendo su lugar: la casa y las cosas de su Padre. Está creciendo.

La pregunta de María, mansa y suave, indica que nada antes había hecho pensar en una reacción así por parte de Jesús. María no pregunta a su hijo qué hace, por qué se atreve a presentarse así entre los maestros, por qué no ha respetado la autoridad de sus padres, pregunta por qué los ha tratado así, sin tener en cuenta sus sentimientos. Y eso habla de la calidad de la relación entre los tres y de la consciencia absoluta con que Jesús ha obrado al saltarse a la torera la autoridad parental. No ha sido ninguna chiquillada.

Jesús contesta con otra pregunta que no puede sino aumentar el estupor de sus progenitores. Se sitúa en otra onda a la que ellos no pueden acceder. Algo más que no se comprende de este hijo. Y son ya tantas cosas... No tuvo que ser fácil educar a Jesús, permanecer abiertos y disponibles a la voluntad de Dios, interpretar los signos de los tiempos en un tiempo difícil y gris, en una rutina que nada tenía que ver con las grandes promesas de la Palabra de Dios.

Jesús supo entonces con claridad que un hijo ha de estar en la casa de su Padre y en sus cosas, aunque eso suponga hacer sangrar los corazones más queridos y saltarse las normas más sagradas. Dios siempre exige todo y del todo.

No parece que haya más episodios de rebeldía. Jesús ha hecho su opción. A diferencia de sus padres sí ha comprendido y sigue bajo su autoridad sin más sobresaltos. Su pueblo, su tierra, su mundo viven convulsos pero Dios no tiene prisa por solucionarlo todo, se somete al curso de la historia, de la vida de los seres humanos, a sus costumbres, leyes y normas. Permanece oculto en el seno de una pequeña familia, aparentemente inactivo, silencioso... Jesús tiene que crecer todavía, y María, su Madre, como tantas veces, conserva todo en su corazón. Sin escrutar ni interpretar, contempla y medita, como quien deja su vista perdida en la inmensidad del mar o el cielo nocturno, demasiado grandes y bellos para abarcarlos, pero hechos para perderse en ellos y dejarse envolver y penetrar.

No se nos dice más de José, pero está. Y el hombre justo elegido por Dios cumplirá hasta el final su misión de custodiar a sus dos amores.

Juan Antonio at: 29 diciembre, 2012 12:32 dijo...



Qué fiesta esta de la Sagrada familia tan bonita y grande, si de verdad se le diera el valor que tiene y se merece, porque esta celebración, muchas veces y en muchos sitios, pasa como otra más y mañana no se acuerda nadie.
Yo tengo la impresión que de la familia se habla y se habla, se nos llena la boca hablando y esto el poco tiempo que lo hacemos, apenas una homilía, un tema de oración, de taller, de….., pero luego hacemos poco por ella y a los hechos me remito, de los que voy a dar unos puntos y no quiero con ello pontificar, y puedo equivocarme y si me equivoco, que me corrijan atraves de este medio:
--Cuanto Equipos o Grupos de familia, no Movimiento ni Asociaciones, sino Grupos Parroquiales que estén no solo para celebrar esta fiesta y otras que conlleve el teme familiar, sino para velar por la familia, ver en sus respectivos ámbitos cuales tienen problemas, qué se puede hacer, qué ayudas darles y no me refiero a una labor paralela a Caritas que puede ser, me refiero con ello a las personas, a cuestiones, problemas y temas personales.
--Cuantos Centros Católicos de Orientación Familiar tenemos en nuestra Diócesis?, que escuchen, acojan, deriven a profesionales encuadrados en ese Centro, que rompamos la soledad de los casados, que existe, porque el dialogo se abandonó y si falta la comunicación, la relación de la pareja se cae por si sola.
--Nos manifestamos en defensa de la vida, gritamos contra el aborto, contra normas y más normas que lo favorece, pero ¿estamos cerca de esas madres jóvenes y no tan jóvenes, solteras o casadas, con parejas o sin ella, para ser su paño de lágrimas, para también acogerlas, ayudarlas, orientarlas y dar nuestra aportación y sostenimiento necesario?
--¿Sabemos cuántos Centros de Acogidas para Jóvenes gestantes y madres sin hogar ni amparo tenemos en nuestra Diócesis? ¿Se habla de ellos en los sermones que se dan en nuestras Iglesias cada Domingo y especialmente en el próximo?, porque como dice el refran, ojos que no ven, corazón que no siente.
Estas realidades nos tienen que mover a preguntarnos cada uno, como hace dos Domingos hacían los judíos a Juan el Bautista ¿Qué tengo qué hacer?, porque las palabras bonitas, dulces, idílicas sobre la Sagrada Familia, no conducen a nada, pregunta, ofrécete, en una palabra darte.