CUARESMA 3º-C

domingo, 24 de febrero de 2013

3 MARZO 2013
3º DOM. CUARESMA
LUCAS 13,1-9: Si no so convertís, todos pereceréis de la misma manera

4 comentarios:

Paco Echevarría at: 24 febrero, 2013 23:12 dijo...

LA CARA OCULTA DEL MAL (Lc 13,1-9)

Tomando pretexto de dos hechos históricos -la matanza de devotos en el templo y el derrumbamiento de la torre de Siloé-, quienes siguen a Jesús analizan la catástrofe a partir del principio teológico que decía no haber castigo sin culpa previa. Toda desgracia era vista como el justo castigo de pecados ocultos o manifiestos. Jesús no entra en ese debate, sino que analiza los hechos desde la mentalidad apocalíptica de su época.

Según ésta, toda catástrofe es anuncio del fin. Jesús aprovecha dos grandes desgracias -un acto de crueldad y un accidente- para invitar a la conversión. Para él, la desgracia es una llamada a entrar dentro de nosotros mismos y una oportunidad para volver el corazón a Dios. No es cuestión de ver quiénes son culpables y quienes inocentes, sino de comprender el alcance del momento presente como una oportunidad para rectificar el curso de la vida mientras hay tiempo.

Al ser humano le resulta insoportable el absurdo. Por eso, ante el sufrimiento -sobre todo de los inocentes-, mira al cielo y pregunta: ¿por qué? Para unos la respuesta es descorazonadora: choca contra un Dios todopoderoso que permanece insensible ante el dolor de sus criaturas. No es nuevo este planteamiento. Ya Homero decía que los dioses tejen el destino de los mortales para que sufran, mientras que ellos permanecen impasibles. Otros -como los contemporáneos de Jesús- creen que siempre hay un pecado detrás. Creen, por tanto, en un Dios justo que no consiente que nadie viole sus normas. También están quienes dan al sufrimiento un sentido purificador y ven en la desgracia un signo del amor divino hasta el punto de afirmar que la gloria de Dios reposa sobre el que sufre y que el camino que conduce al futuro es el dolor. Creen éstos en un Dios que educa con la vara. Ninguno de ellos conoce al Dios predicado por Jesús que es padre misericordioso y sufre el sufrimiento de sus hijos.

Pero no olvidemos que el verdadero drama no es el mal físico y la desgracia, sino el pecado. Él es el rostro oculto de mal. Jesús -con la parábola de la higuera- sitúa el debate en otro nivel. La verdadera muerte -el verdadero mal- es dejar que la maldad se instale en el corazón. Es falso que el dolor convierta la vida en algo miserable y sin sentido. La mayor de las desgracias no es el sufrimiento -como pensaba Buda-, sino la perversión. Es esto lo que hace a los hombres verdaderamente desgracia¬dos al privarlos de Reino de Dios. Por eso Jesús, ante un enfermo primero sana el espíritu y luego el cuerpo. Una de las contradicciones de nuestro mundo es que, mientras diseñamos una vida exenta de dolor y confundimos placer y felicidad, abandonamos los valores morales y dejamos que el corazón quede como un desierto en el que la anomía -la ausencia de principios y normas- sea la norma.


Francisco Echevarría

Manolo Martín at: 24 febrero, 2013 23:14 dijo...

UN AÑO MÁS

Domingo 3º Cuaresma

Jesús llama al arrepentimiento de Israel y no solamente a sus dirigentes. Y la llamada se abre para todos: rechazar definitivamente al pecado, tanto en sus actos aislados como en la actitud, su origen y causa, el fondo del corazón.
Rechazar el pecado es apartarlo para siempre. No contentarse con un pecar más, sino acabar con el pecado metido en el alma para que así cesen los actos aislados.

Jesús sabe que puede cerrarse la puerta (parábolas de las 10 vírgenes y la invitación al banquete) y no quiere que se le cierre a nadie. Y aunque no haya frutos de justicia, aunque sea una vida vacía, por mucho que sea estéril la vida, siempre llama sin dejar de hacerlo. Confía en el hombre, cree en el hombre, en el hombre pecador.

Por eso la bondad de Dios es lo único que puede mover al hombre a la conversión. No es que el hombre al convertirse encuentre la gracia de Dios, sino que la gracia de Dios es la que convierte. Y la gracia aquí es la bondad y la misericordia.

San Pablo advierte de "no recibir en vano la gracia de Dios" (2Cor. 6,1). Por eso: Hay que abandonarse a la gracia.

Y cuando se haga habrá menos angustia y más confianza, en este nuevo plazo que el Señor nos da.

Manolo Martín de Vargas

Maite at: 25 febrero, 2013 21:24 dijo...

Leyendo despacio este evangelio cuesta comprender por qué tantas veces seguimos creyendo que Dios bendice cuando todo va bien y nos sonríe, y castiga cuando la desgracia, en cualquiera de sus formas, llama a la puerta.

Con demasiada frecuencia atribuimos a Dios lo que no es sino consecuencia de nuestros actos, fruto de nuestras propias opciones en la vida, resultado de conductas personales...

Nos resulta difícil encontrar el equilibrio entre nuestra libertad, que Él siempre respeta como ni imaginamos, y su providencia amorosa que vela por nosotros de continuo.

Que unos galileos murieran cuando ofrecían sacrificios se debió a la crueldad de los soldados de Pilato, no a la de Dios y su mano justiciera. Jesús explica como actúa Dios.

Yo he sido siempre una higuera pequeña plantada en una hermosa viña. Durante muchos años produje cantidad de hojas que presagiaban una abundante cosecha de higos de calidad. Pero el tiempo pasaba y no daba fruto a pesar de los cuidados del viñador.

Cualquiera con buen criterio me hubiera arrancado de la viña para que el viñador dedicara sus cuidados y atenciones a otras higueras que producían más y mejor. Pero mi viñador no. Redobló su esmero como si fuera la única higuera de su viña, la única del mundo, y me dio tiempo, más de tres años y sacó fruto de mí. En la viña hay higueras que producen más que yo, pero después de ser regada con el sudor de la frente de mi viñador sé que nunca me dará por perdida y jamás se cansará de trabajar en mí.

Llevo ya veinticinco años de vida religiosa y he visto morir a varias de mis hermanas. Para nosotras es signo de la presencia de Dios la paz y la serenidad en el tránsito de una de nosotras. Y es, sin duda, una gracia. Santa Teresita padeció lo indecible antes de morir debido a la tuberculosis que la consumía, y sospechaba que su muerte no sería la que sus hermanas deseaban y tenían por más "edificante". Se fijó entonces en la muerte de Jesús, el Hijo de Dios, el Cordero que quita el pecado del mundo, y lo vio colgado en la cruz, padeciendo el silencio de Dios. Y decía, ¿no fue acaso la suya la más hermosa muerte de amor?

Hemos costado a nuestro viñador toda su sangre, un precio demasiado elevado como para descuidarnos. Pero volver a Él, elegir la Vida, será siempre opción nuestra.

Juan Antonio at: 05 marzo, 2013 10:19 dijo...

Una semana más llego tarde, pero aquui estamos, a pesar de todos los pesares, y hoy el dicho es cierto, pues la muerte de un ser querido es un verdadero dolor, pero nos queda el consuelo de su vida y de su buen tránsito a la casa del Padre, consuelo para ella, mi suegra, y consuelo para sus hijos y nietos que la han tenido entre sus manos y la tienen en su corazón hasta el final y hasta el día del encuentro.
Hoy quisiera reflexionar sobre una frase del Evangeliio "Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro: córtala ¿para qué va a cansar la tierra?
Cuantas Cuaresmas han pasado por nuestras vidas, cuantos retiros, ejercicios espirtuales, cuantos propositos hechos, cuantas reflexiones sobre nuestras vidas y sobre nuestro caminar...... y al llegar de nuevo la Cuaresma, nos encontramos que nuestras manos están vacias, nuestro corazón reseco y nuestras mentes llenas de todo menos de Tí,Señor.
Hoy no quiero hacer proposito, ni fijarme objetivos, ni hacer promesas, solo desearía fijarme en Tí, que camina a Jerusalen con la voluntad del Padre como guía, y mirarme a mi y ver qué guía tengo en mi vida ¿es de verdad la que nos dejaste en el Padrenuestro? "Hagase tu voluntad asi en la tierra como en cielo".
Rezo muchas veces el Padrenuestro, esa oración de la confianza que nos enseñaste, y como me doy cuenta de que muchas veces dejo tu voluntad por la mia y por eso te pido también que me ayudes a acetar tu voluntad. Gracias.