CUARESMA-05-B

domingo, 15 de marzo de 2015
22 MARZO 2015
5º DOM-CUARESMA-B

Juan n 12,20-33. Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto.

3 comentarios:

p at: 15 marzo, 2015 08:17 dijo...

SI EL GRANO NO MUERE... (Jn 12,20-33)

Hay textos en los evangelios que confunden porque, más que enseñanzas, parecen acertijos o bien constituyen un desafío a lo que se entiende por sentido común. Uno de ellos es la respuesta que da Jesús a unos forasteros que habían acudido a Jerusalén a celebrar la Pascua y deseaban verle: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”. Es una metáfora tomada del mundo agrícola que él aplica a la condición humana y que viene a decir: sólo quien está dispuesto a la renuncia total hace fecunda su vida. Esto dicho de cualquier semilla es verdad, pero referido a la persona humana, en nuestro contexto sociocultural, puede parecer, al menos, discutible.

No obstante, si analizamos la metáfora, podemos sorprendernos por la profundidad y acierto del planteamiento. Sabemos que el grano de trigo encierra dentro de sí una secuencia genética que, en condiciones favorables, se desarrolla hasta alcanzar la plenitud en la espiga. En cierto modo el grano sólo es una espiga en proyecto y la espiga, el desarrollo total de las potencialidades del grano.

Al servirse de esta metáfora para hablar del ser humano, Jesús está proponiendo un camino para alcanzar la plenitud y, con ella, la dicha. Y lo hace sugiriendo -como buen educador y maestro- elementos para el despertar. Ante todo hace una clara defensa de la riqueza interior del individuo y de su capacidad para alcanzar el propósito de la vida; supone también que la vida tiene un propósito: no es, por tanto, azar, sinsentido o casualidad; apuesta por el dinamismo como clave de la existencia; y, sobre todo, coloca el amor que se manifiesta en la entrega en el centro del ser y del vivir. Es todo un proyecto de vida para el que quiera lanzarse a la aventura de alcanzar la plenitud.

Ciertamente este planteamiento choca con la propuesta que la sociedad, desde todos los ámbitos, parece hacer porque, el nuestro, es un mundo donde el centro de la persona se sitúa fuera de ella misma -en las cosas- y la meta, en bienes tan efímeros como el prestigio que da el éxito, el poder político o la fama. Somos víctimas de una cultura que potencia la imagen sobre la realidad, la apariencia sobre la identidad, el tener sobre el ser... La pregunta es: ¿somos felices así? Me temo que la respuesta de muchos será negativa y la de otros muchos, una evasiva. Vivimos en un mundo de sucedáneos y, desgraciadamente, nos conformamos también con un sucedáneo cuando se trata de la felicidad.

La propuesta de Jesús de Nazaret puede parecer absurda, pero eso no significa que lo sea. La renuncia a sí mismo, la generosidad, la entrega, la solidaridad, la búsqueda de lo esencial, la fe en la capacidad del ser humano, la interioridad, el ser... son peldaños que nos acercan a la estancia de la vida. El egoísmo, la vanidad, la superficialidad, la apariencia... ¿a dónde nos llevan?

FRANCISCO ECHEVARRÍA

Maite at: 17 marzo, 2015 18:18 dijo...

Ojalá seamos tales que, al mirarnos, muchos quieran ver a Jesús. Ojalá haya muchos que, al contemplar nuestras actitudes, nuestras opciones de vida y prioridades, al experimentar nuestra alegría, calidez y cercanía, nos reconozcan como amigos y compañeros de Jesús, y despertemos en ellos la confianza para expresarnos su deseo profundo de verle. Ojalá seamos tales que llevemos a todos a Jesús sin dejar que se detengan en nosotros, sin confusiones ni ambigüedades, sin dependencias. Ojalá nuestra amistad con Jesús, nuestra relación de amor con Él reflejen a nuestro alrededor el resplandor de su rostro, su ternura y misericordia, su bondad y acogida.

Quien contempla atentamente a Jesús descubre en Él al hombre que, a pesar de ser Hijo aprendió, sufriendo, a obedecer; y por eso se ha convertido en autor de salvación eterna para todos los que le obedecen. Al hombre que experimentó la angustia - ahora mi alma está agitada - ante la llegada de su hora, que sabía cómo iba a morir y que tenía que ser levantado sobre la tierra par atraer a todos hacia sí.

Quien contempla a Jesús en la cruz entiende sus palabras: que el grano de trigo, para ser fecundo, tiene que morir enterrado, que tiene vida eterna quien la entrega y la pierde quien pretende guardarla para sí, que quien le sigue es un servidor. Porque en el servicio y la cruz, en la entrega de uno mismo se destila vida verdadera para todos. El dominio, el poder y los primeros puestos solo engendran muerte y opresión.

También nosotros queremos ver a Jesús, en todos nuestros hermanos, en el camino de cada día, con el corazón puro que implora el salmista, con su ley grabada en nuestros corazones, con la certeza de que somos suyos y Él, nuestro.

juan antonio at: 18 marzo, 2015 21:30 dijo...

La Palabra de Dios que siempre nos sorprende, en este Domingo, entiendo, nos lleva al testimonio y a su forma de darlo.
Al principio del pasaje, unos griegos preguntan a Felipe “Señor, quisiéramos ver a Jesús”.
Hoy Jesús físicamente no está con nosotros, lo tenemos en su Palabra, lo tenemos en la Eucaristía, lo tenemos en todos los hombres y lo tenemos en nosotros.
Esa pregunta nos viene a decir que el hombre tiene deseo de Dios, del trascendente, porque él es trascedente, el hombre tiene hambre de Dios, y puede que el camino hasta Dios, lo siga hacia otras cosas, hacia otros dioses, porque o somos incapaces de saber conducirlos o nuestras vidas no son fiel testimonio de aquel en quien decimos creer, lo que en ambos casos nos lleva a una responsabilidad de los que nos llamamos cristianos, seguidores de Jesús , porque no cuidamos de nuestra formación, formación en la Palabra, formación en la oración, formación en nuestra forma de vivir el Evangelio.
Hoy Jesús nos dice cómo dar ese testimonio, como debe ser el testimonio “el que se ama a sí mismo, se pierde y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna”.
Es decir, tenemos que desaparecer para aparezca Jesús, tenemos que vaciarnos de todo lo que nos sobra, para que trasparentemos el rostro amoroso de Jesús, que sea Jesús quien viva en nosotros, como dice S. Pablo.
Todo ello nos lleva a la misión, dar a conocer a Jesús, la Iglesia no es una mesa de camilla para jugar a ser piadosos, al contrario es una actitud de vida tal, que trasforme todo nuestro entorno, desde nosotros, nuestra familia, centros de trabajos, amistades, etc.
Y cómo? Desde nuestra conversión, dejando que Dios nos cree un corazón puro, para que con la mirada limpia y la mano tendida, lleguemos a todos, en amor y servicio.
María, Madre de Dios y de todos los hombres, Madre del Dolor y de la Esperanza, ayúdanos a decir AMEN