3º-CUARESMA-A

domingo, 12 de marzo de 2017
19 MARZO 2017

CUARESMA-3ºA

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 12 marzo, 2017 18:26 dijo...

LA FUENTE DE LA DICHA (Jn 4,5-42)

La charla de Jesús con la samaritana junto al pozo de Sicar no sería sorprendente si no fuera porque, en la mentalidad de su tiempo, hablar con una mujer se consideraba cosa impropia de un hombre de respeto y grave pérdida de tiempo. Mucho más tratándose de una samaritana. Por eso ella se sorprende de que un judío le dirija la palabra. Pero no era Jesús hombre de “buenas costumbres”, sino de respeto y preocupación por las personas. Ésa es la primera enseñanza del relato: importa la gente y no en general y en abstracto, sino cada individuo. El que habla a las multitudes, no tiene reparos en emplear su tiempo y dedicar su atención personal a quienes, casual o intencionadamente, le encuentran. Y es que, el verdadero humanismo no es filosofía de libros y altos pensamientos, sino asunto de relación con las personas concretas en su situación. Es fácil hablar del ser humano. Lo complejo -y lo importante- es tratar a cada uno como un ser humano.

Y la conversación mantenida es toda una lección de cómo habla un maestro. La mujer va por agua para calmar su sed. Para Jesús, esa sed es sólo el signo de una sed más profunda: el ansia de felicidad. A la mujer le hace ver su error: busca en el pozo, fuera de su hogar, lo que sólo puede encontrar entrando en su verdadero hogar y descubriendo la fuente que allí mana. Poco a poco va llevando su atención al interior, al corazón, para enfrentarla con su verdadera desdicha hasta hacerle comprender que sólo dentro de sí podrá encontrar lo que inútilmente busca fuera.

Aparte de otras lecturas -acertadas y tal vez más importantes-, ésta es -al menos yo así lo creo- una lectura de gran actualidad. Porque -en nuestra cultura y en nuestra sociedad- buscamos, como la mujer de Samaría, la felicidad donde no se encuentra y no la buscamos donde verdaderamente está. Nos proponen toda clase de pozos en los que calmar la sed y cada uno se nos presenta como el mejor. Con la ilusión de alcanzar por fin la dicha, probamos cada nueva propuesta y, tras un tiempo de creer que lo habíamos conseguido, aparece otra nueva que nos seduce con la propaganda y corremos tras ella.

Mirar dentro, oír el corazón, buscar en el alma la respuesta a las preguntas, adentrarse en la quietud del propio espíritu... ése es el camino que Jesús propone a la mujer. Ella se resistió pues no comprendía el mensaje del Nazareno. Pero se dejó guiar por aquella voz y vio de cerca su herida -la del sentimiento-. Y debió resultar bien el viaje hacia su propio corazón porque, dice el relato, que volvió a la vida dejando abandonado junto al pozo su cántaro. Descubrir la fuente de la dicha en el interior es lo único que puede hacernos verdaderamente felices. Tratar de calmar esa sed en pozos extraños sólo es una ilusión que se disuelve cada amanecer.

Maite at: 14 marzo, 2017 17:46 dijo...

Hermosísima escena la que contemplamos este tercer domingo de cuaresma. Extraordinariamente rica, con múltiples claves de lectura que no la agotan. Bella, de forma especial, para orar.

Lee, pues, muy despacio, y fúndete con el ambiente, el polvo del camino y el aire. Hazte uno con Jesús, cansado, y siéntate a su lado, junto al pozo, a esperar a una mujer samaritana que se acerca. O llega con ella hasta el pozo, con tu cántaro y tu sed; con tus cinco maridos y el alma estragada.

El Papa Francisco, guiado por el Espíritu, ha introducido a la Iglesia en una espiral de reforma. Y la Iglesia se refleja en esta escena. También ella, cansada del camino, tiene sed. ¿Será capaz de pedir agua a los últimos, los excluidos, las mujeres samaritanas? Ha de recuperar la pedagogía de Jesús, que no juzga ni condena, que hace soñar y desear un surtidor de agua interior que salta hasta la vida eterna. Soñar y desear de tal manera un agua viva, que quien va a buscar agua a un pozo que no calma la sed, acabe dejando allí olvidado su cántaro porque no piensa volver.

Necesitamos una Iglesia que enseñe el culto verdadero al Padre y que alumbre en su seno adoradores en espíritu y verdad. Una Iglesia cuyo único alimento sea hacer la voluntad del Padre y llevar a término su obra, que anuncie a Jesús y lleve a todos la Buena Noticia del Reino.

Una Iglesia que atraviese Samaría, que no es Galilea ni Jerusalén, y se siente junto al pozo de Jacob, sucedáneo del Templo, porque también ahí se dan cita lo que buscan calmar su sed sin saber que se han equivocado de fuente.

juan antonio at: 14 marzo, 2017 19:08 dijo...

Nos ha tocado vivir en una sociedad que nos ofrece mil formas de saciar nuestras ansias de felicidad, mil formas de pasarlo bien, mil formas de ser dichosos, pero que al final somos ríos resecos, porque las cosas de este mundo siguen sin hacernos felices, siguen sin satisfacernos para nada, porque todo es vaciedad o como nos dice el Eclesiastés, vanidad de vanidades y todo vanidad.
Hoy el Evangelio nos trae ese pasaje del Evangelio de S. Juan, conocido como el de la samaritana, lleno de vida y que viene a llenarnos de esperanza en el que nos trae el agua que nos sacia.
El dialogo del pasaje es modélico y lleno de matices que no vamos a estudiar porque es cosa que debe de llevarnos a una reflexión profunda, intima, como a la samaritana, de si sabemos quién nos pide agua, de si sabemos qué nos da, si tenemos la humildad de la mujer de reconocer nuestra vida y convertirnos, de tener ese encuentro con Jesús como lo tuvo ella y como ella llevar a Jesús a los que nos rodean en nuestro entorno, nuestra familia, nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo, nuestros compañeros de ocio y relax, pues en definitiva es una invitación a la conversión y a la misión,
¡Cuanto miedo tenemos a la una y a la otra! nos avergonzamos de confesar nuestras debilidades, nos avergonzamos de hablar de Jesús, Dios y Hombre Salvador, y no digamos echarnos a las calle a confesar nuestra fe, de “ir al pueblo y decir a todos lo que Jesús me ha dicho” en mi encuentro con Él y aquí tenemos que admitir la audacia de otras confesiones que se lanzan a pararnos en las calles, en nuestras casas y decirnos vengo a hablarte de Jesús.
Ojala hoy escuchéis su voz, nos dice el salmista y salgamos fuera de nosotros a los demás.
Ojala nos lancemos a una conversión sincera y a una misión, fruto de nuestro encuentro con Jesús
María, Madre de Jesús y Madre nuestra, danos el agua viva de tu Hijo para que lleguemos a la gloría de la Resurrección, AMEN