DOM-20A

domingo, 13 de agosto de 2017
20 AGOSTO 2017

DOM-20A

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 13 agosto, 2017 12:41 dijo...

LOS OTROS FIELES (Mt 15,21-28)

El encuentro de Jesús con la cananea rompe con lo establecido y desconcierta sobre todo por sus repercusiones futuras. Jesús salió poco de los límites geográficos de Israel y la razón era que su ministerio tenía como destinatarios a los miembros del pueblo elegido, sobre todo a los pecadores. No había venido a predicar a los paganos porque el designio de Dios era que todos los pueblos de la tierra entraran a formar parte del Reino a través de los descendientes de Abrahán. Primero había que atender a los propios y luego a los extraños. Esa era la lógica de su tiempo y la mentalidad de muchos miembros de la comunidad cristiana de Mateo integrada mayoritariamente por judíos convertidos al cristianismo. Jesús se sitúa en ella para actuar contra la misma.

El dinamismo interno del relato es clarificador: una mujer pagana -cananea- pide ayuda para su hija. Jesús, siguiendo la lógica teológica de los discípulos y de los escribas, pasa sin echarle cuenta, pero la mujer insiste. Su insistencia es tan molesta que los discípulos, para quitársela de encima, ruegan a Jesús que la atienda -no que haga lo que desea, sino que la escuche-. Entonces Jesús los enfrenta con su mentalidad y, en su respuesta, viene a decir: “¿No pensáis vosotros que la salvación sólo es para los judíos? ¿No negáis a los paganos el derecho a disfrutar de los dones mesiánicos? ¿A qué viene esto?”. Entretanto la mujer lo alcanza y le cierra el paso poniéndose de rodillas ante él. Lo interpela con el título de Señor, que en Israel sólo se aplica a Dios, después de haberlo invocado con un título mesiánico -Hijo de David-. Jesús justifica su negativa con un refrán popular: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos”. No es una expresión despectiva, sino una manifestación de lo que supone hacer partícipes de los dones mesiánicos a los que no creen. La respuesta de la mujer -la respuesta de los paganos que querían abrazar la fe a los cristianos que se resistían a aceptarlos- es ingeniosa: “No pretendo quitar a nadie su derecho: me conformo con las sobras, con un pequeño resto, porque sé que eso será más que suficiente”. En su insistencia y en su respuesta Jesús ve una gran fe y, en base a esa fe, le concede lo que pide.

La entrada de los paganos en la Iglesia primitiva encontró no pocas resistencias por parte de aquellos cristianos que, anclados en el pasado, pretendían configurar el nuevo pueblo dentro del marco del antiguo. El evangelista san Mateo, a partir del relato de la cananea, critica la actitud segregacionista de estos y muestra que la única condición necesaria para beneficiarse de la salvación alcanzada por Cristo es la fe. La Iglesia es universal -católica- porque a ella pertenecen hombres de todo pueblo, raza y cultura.; la única ley que la rige es el mandato de Jesús: el amor mutuo; y sus únicos límites están marcados por la fe. En medio del mundo, está llamada a ser un factor de integración y de unidad entre los hombres.

Maite at: 15 agosto, 2017 16:25 dijo...

Siempre sorprende y maravilla el relato de la cananea. Qué distante aparece Jesús, y qué desesperada, humilde y perseverante ella, ¡una madre que sufre! Y su sufrimiento le da valor, osadía y audacia para afrontar y vencer el rechazo inicial del Maestro.

El encuentro de la cananea con Jesús es imagen de lo que puede ser, a veces, la oración: un tira y afloja con Dios. Y esta extranjera nos muestra lo que más valora él en nuestra actitud: la fe, hecha confianza sin fisuras. De hecho ella recibe el mayor elogio por parte de Jesús, y hasta su admiración: Mujer, ¡qué grande es tu fe!

El evangelio nos recuerda que Dios lo es de todos. Nosotros somos parte de ese número de extranjeros a los que se refiere Isaías que el Señor llama a su monte santo, a su casa de oración. Todos los pueblos son invitados, en el salmo, a unirse en la alabanza a Dios, a ser salvados e iluminados. Nuestro Dios, nos dice Pablo, tiene misericordia de todos; tal es su voluntad.

Así que nada más lejos de nosotros, que seguimos a Jesús, que la exclusión, la marginación o la intolerancia. Nuestro Padre acoge, cura y salva a todos sin distinción.

juan antonio at: 15 agosto, 2017 18:16 dijo...

ENCUENTRO, ORACIÓN, FE
Hoy quisiera que mi reflexión fuera sobre este enunciado y en ese orden, pues no hay duda alguna como dice la Madre Teresa de Calcuta
El fruto del silencio, es la oración
El fruto de la oración, es la fe
El fruto de la fe, es el amor,
El fruto del amor, es el servicio
Y el fruto del servicio, es la paz

Esta corta reflexión de la Madre Teresa puede darse en el pasaje evangélico que la liturgia nos pone a nuestra consideración en este domingo veinte.
Porque si miramos bien el texto todo empieza con un encuentro de la mujer cananea con Jesús, en un silencio de oración en ese dialogo tan hermoso, donde le pide, forzando el rechazo de Jesús, que no es más que la prueba de lo que de verdad creemos, contentarse con las migajas, no con suculentos manjares, ni siquiera los desperdicios, sino las migajas, lo que solamente comen los perros succionándolo del suelo.
De nuevo, volvemos a los sencillos, a los humildes, a los que miran a Dios con el corazón herido y la confianza llena de amor, porque ese dialogo le llena de amor a Jesús, amor que se ve compensado con el servicio prestado, el milagro obrado, la paz conseguida.
Llenemos nuestras vidas de migajas, no desperdiciemos nada, contentémonos con lo que nos den, tengamos una plena confianza que como en el pasaje que reflexionamos, Dios nos atenderá, no como queremos, no como maquinas tragaperras de taumaturgia, no, sino como fruto de la oración y fe, de dialogo y confianza, de exposición de nuestras necesidades ya sabidas por Dios, pero espera nuestra exposición, abierta, sincera, gratuita, de mirada limpia y mano tendida, para todos, al modo de S. Pablo que si la semana pasada se daba como proscrito por los de su raza, hoy nos pide que seamos nosotros los que por ellos recemos para obtener la misericordia divina para todos.
Recemos con el salmista “Oh Dios que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te AMEN””
María, Madre del Amor Hermoso, haz nuestro corazón semejante al tuyo, sencillo, humilde, sediento de la Palabra de Dios que tu Hijo nos trajo, revelándonos al Padre, AMEN.