DOM-28A

domingo, 8 de octubre de 2017
15 OCTUBRE 2017  

DOM-28A

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 08 octubre, 2017 18:18 dijo...

VESTIDOS DE FIESTA

Continúa la polémica con las autoridades del templo. Tras poner en entredicho el sistema religioso de su tiempo y denunciar la infidelidad del pueblo, en la parábola de los invitados, Jesús aborda el tema de la universalidad de la llamada y de la salvación. El Reino de Dios deja de ser un privilegio concedido al pueblo judío para ser un don del que pueden beneficiarse todos los hombres. No estamos ante un asunto de justicia -como en la parábola anterior-, sino ante una cuestión de honor, pues se trata del menosprecio de un don: un rey, que celebra las bodas de su hijo, invita a todos los nobles, pero estos prefieren dedicarse a otros asuntos menos significativos e ignorar la llamada. Algunos incluso llegan a maltratar a los mensajeros. La reacción del Rey fue la ira. Mateo posiblemente tiene en su mente la destrucción de Jerusalén ocurrida algunos años antes de que escribiera su evangelio. La enseñanza es clara: Israel ha despreciado el don de Dios y por eso ha sido barrido de la tierra.

Es en la segunda parte donde se apunta el tema de la universalidad: los criados salen a los caminos e invitan a todo el mundo, sin pararse a ver si son o no dignos de sentarse a la mesa de un rey. La sala se llena de buenos y malos. La discriminación consentida y apoyada por el judaísmo salta por los aires hecha añicos y se establece una igualdad esencial entre todos los hombres desde el punto y hora en que a todos se ofrece la salvación. Para la primera generación cristiana todos los seres humanos son esencialmente iguales. Las diferencias son meramente superficiales.

Pero no acaba ahí la cosa. El final resulta sorprendente porque, al acudir al salón, el rey manda expulsar, atado de pies y manos, a uno que no llevaba el vestido de fiesta. Y es que todos son llamados y todos pueden beneficiarse de la salvación, pero sólo lo conseguirán quienes muestren signos externos de la nueva justicia.

El evangelio es una buena noticia para todo el que la quiera escuchar. Son muchos los que viven enredados en sus asuntos y no valoran el ofrecimiento que se les hace. Para unos es más importante ocuparse de los negocios o disfrutar de los bienes; otros incluso atacan o ridiculizan a quienes se han dejado iluminar por Jesucristo. Entre quienes se dicen cristianos hay quienes lo son sólo de palabra, pues su vida no responde a ello. La parábola de los invitados es una llamada a considerar lo que es esencial y secundario en la vida. La fe es un don que se ofrece, no un deber que se impone. El hombre puede pensar que otros menesteres son más importantes y menospreciar semejante don. Puede incluso aceptarlo, pero no permitir que fructifique en su corazón. Al final lo que importa es ir vestido de fiesta cuando el rey entre en la sala del banquete.

Maite at: 10 octubre, 2017 18:16 dijo...

Dios es inmensamente generoso, derrochón, incluso. Según Isaías preparará para todos los pueblos un festín con manjares y vinos de lo mejor. Él invita y prepara la mesa. Todo lo dispone con mimo.

También el salmista experimenta un dios así, al que llama pastor, porque le guía, alimenta, conforta, sostiene, apoya y defiende. También para él prepara una mesa con copas rebosantes.

San Pablo encuentra en Cristo quien lo sostiene en la pobreza y la abundancia, y unido a él se siente con fuerzas para arrostrarlo todo. Sea lo que sea.

Jesús, en la misma línea, habla de un banquete magnífico al que todos están invitados, pero se centra en la actitud de los invitados: no todos quieren asistir, a pesar de que se les dan todas las facilidades; pero nadie es obligado. Los hay incluso que rechazan llevar el vestido de fiesta, que también es un regalo.

Y tal es nuestro drama: ser invitados a seguir los pasos de Jesús, a formar parte del Reino, y ser capaces, también, de decir no y rechazar la invitación.

Decimos que Dios es todopoderoso, y sin embargo no fuerza a nadie, no obliga ni impone sentarse a su mesa, aceptar sus dones, ponerse el vestido de fiesta.

Pero hemos de saber que nuestras elecciones y prioridades tienen consecuencias para nosotros que son responsabilidad nuestra. Nosotros mismos podemos excluirnos del banquete magnífico preparado por el Señor. No le culpemos de echarnos de él.

Eso sí, en caso de asistencia se ruega ir vestido como corresponde: con el traje recibido de sus manos que nos compromete a ser seguidores suyos y vivir como hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

juan antonio at: 11 octubre, 2017 09:17 dijo...

INVITADOS Y ENVIADOS
De nuevo las lecturas de esta semana nos trae a la consideración de nuestra reflexión, el Reino de Dios, a Dios hecho Amor por el hombre, abajado para subir a los hombres, humillado para enaltecernos y hoy nos convoca al Banquete del Reino:
En esta invitación hay varias llamadas, los que primeramente fueron invitados e hicieron gala de la mayor indiferencia, otra que rechazaron ocupándose de sus cosas y negocios, llegando incluso hasta matar a los mensajeros y por último la invitación hecha en los cruces y caminos que fue aceptada y la de aquel, de éstos últimos, que acepta la invitación pero no se da por enterado al acudir sin la debida compostura.

Podremos ver nuestra postura ante este banquete al que nos invita el Señor, “”un festín de vinos de solera; de manjares enjundiosos, vinos generosos””, es el Reino de Dios, del amor, de la verdad, de la paz y de la VIDA.

Donde me encuentro?, en los indiferentes, en los que rechazan y matan a los enviados, en los que aceptan, en el que acepta pero no echa cuenta en el traje, esto es, no correspondo a toda esa inmensidad de gracias con que cada día me rodea Dios.

El Señor nos llama, una y mil veces, por su misericordia, a vivir su VIDA, a hacer nuestra vida conforme a la que Él vivió y los Evangelios nos enseñan, a hacer a Jesús centro de ese día a día, de esas pequeñas cosas que compone nuestra vida, sea que trabajemos o gocemos de los años de tranquilidad que con la edad nos llega, siempre Cristo, siempre mirándole y preguntarnos antes las vicisitudes del acontecer diario ¿Y Jesús qué haría?:
--ante una persona que nos pide por la calle y que nos puede engañar
--ante la enfermedad propia o ajena, cómo la aceptamos y cómo acompañamos
--ante una situación de alegría, de gozo, de bienestar
--ante la muerte y el dolor de la familia, donde estamos y cómo
--ante el hambre en el mundo, cercano y no tan cercano, cuál es nuestra reacción
--ante……
¿Tú, yo, que haríamos? Miremos a Jesús

Con esto último estamos contemplando nuestro envío, porque Jesús nos lo dijo, lo que habéis recibido gratis dadlo gratis (MT 10,7), no podemos guardarnos los dones y gracias recibidos de Dios, no podemos enterrar nuestro talento sin hacerlo producir, tenemos que ir a todos, primero con nuestro testimonio y luego con nuestra palabra a todos los que nos encontremos y en esto nos lleva la delantera otros hermanos separados y a nosotros parece que nos da miedo de hablar de Dios, de Jesús, del Evangelio, de nuestra vida.
Tenemos que perder el miedo y como hoy nos dice el Evangelio de Lucas, rezar el Padrenuestro con todos, porque todos somos hijos de un mismo Padre, que a todos perdona, que a todos quiere por igual, que a todos da su Reino, que para todos quiere el perdón y que perdonemos.

Acordémonos de nuestros pastores, de lo que cuidan nuestra alma, persona como nosotros, con sus debilidades y fragilidades, ello con el rezo del salmo que la liturgia nos propone, salmo hermoso y consolador, salmo que nos llega al alma al sentir cercano a Dios.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir AMEN