DOM-20B

sábado, 11 de agosto de 2018

19 AGOSTO 2018 
DOM-20B

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 11 agosto, 2018 11:18 dijo...


EL SENTIDO DE LA VIDA (Jn 6,51-58)

El momento culminante del diálogo de Jesús con los judíos sobre el tema del pan de vida es cuando declara abiertamente que en él -en su humanidad, en su carne- Dios se está manifestando y que la aceptación de esto es la única garantía de una vida para siempre. El escándalo de aquellos hombres se torna en desconcierto: “¿Cómo puede darnos a comer su carne?”. Es decir: ¿cómo pretende que le aceptemos como Dios en forma humana? Pero Jesús, en lugar de suavizar el planteamiento, lo radicaliza aún más: "Si no coméis mi carne -si no aceptáis que soy la manifestación humana de Dios- y no bebéis mi sangre -beber la sangre es aceptar el proyecto de vida que él propone-, no tenéis vida en vosotros". La vida verdadera -en cualquiera de los mundos-sólo es posible si se acepta lo que Jesús es y lo que anuncia. Será en su muerte, en su entrega suprema, donde esto se manifestará plenamente.

El evangelista escribe para una comunidad que celebra frecuentemente la Eucaristía, es decir, el sacramento -el signo- en el que se realiza místicamente ese acto profundo de comunión con Jesús por la aceptación de su ser -carne/pan- y de su vida -sangre/vino-. La Eucaristía no es, por tanto, el recuerdo simbólico de un hecho ocurrido en el pasado -la muerte de Jesús-, sino un memorial, es decir: la celebración aquí y ahora de su entrega. Evidentemente estamos ante el misterio, es decir, ante una realidad oculta que sólo se puede percibir con la mirada interior.

La Eucaristía es el encuentro con el Señor de la Vida. El pan y el vino -la persona y la vida, el ser y el existir- también son un misterio de encarnación, pues en ellos, Dios se hace humano para que la humanidad tenga acceso a él. Pero, dado que Dios es amor y el amor se expresa en la entrega, la Eucaristía es la celebración del misterio del amor: de Dios a los hombres -"Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo"- y de los hombres entre sí -"Amáos los unos a los otros"-. Llegados a este punto vemos claro el discurso de Jesús: lo que salva, lo que da la vida verdadera es el amor que cristaliza en la entrega.

Una vida de desamor y de egoísmo no es vida, sino una muerte lenta porque genera tal cantidad de sufrimiento, frustración y dolor al que padece este mal y a quienes lo sufren a su alrededor que la vida pierde sentido y el vacío se instala en el corazón. Por el contrario, abrirse al amor es como arrojarse a un mar de plenitud y de sentido porque es sumergirse en Dios.

Hay quienes piensan que el cristianismo está contra la vida y uno se pregunta de qué cristianismo hablan, porque ¿hay algo más vital que el amor? Más cierto me parece que es el inmanentismo reinante el que genera una cultura de la muerte y narcotiza las mentes y los espíritus con sucedáneos de felicidad, dando lugar, a la larga, sobre todo en los más jóvenes, a la conciencia sentida de que la felicidad es imposible.
Francisco Echevarría

juan antonio at: 12 agosto, 2018 19:41 dijo...

JESUCRISTO, VIDA, EUCARISTIA
Estamos en el penúltimo domingo en que se proclama el discurso sobre el Pan de Vida y en esta semana Jesús se manifiesta como vida, como eucaristía para nosotros, sin tapujos, sin comparaciones, ni parábolas, “yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá para siempre y ese pan es mi carne….
Y los discípulos, yo y tu, nosotros todos empezamos a poner los peros, las comas y los puntos y comas, “¿cómo puede este….?”
Porque, en este pasaje Jesús se muestra tal cual es, para nosotros, alimento, vida y acción de gracias, eucaristía.
Es el gran misterio en el que Jesús pan queda identificado con su humanidad, con su carne, con su sangre, entregado, entregada, derramada y donada para que vivamos y tengamos vida eterna, para que habite en mí y yo en Él.
¡Qué gran gozo y alegría!
Vengan los inexpertos y faltos de juicios, nosotros, venid a comer mi pan, y a beber mi vino.
Inexpertos y faltos de juicios, pues cuantas veces, los que nos llamamos seguidores de Jesús, de los de misa y comunión diaria, hemos dicho “el día que no comulgo, me falta algo”, cuando tendríamos que decir QUE ME PASA CUANDO NO ME FALTA LA COMUNIÓN, se nota en mi vida, en mi entorno, familia, amigos, trabajo, relaciones, ¿se nota que he comulgado?
O ha pasado como una rutina más…..
Aquí una semana más, por segunda vez y nos queda una tercera, se repite el salmo 33, “Gustad y ved qué bueno es el Señor” ¿nos lo creemos? o a la primera contrariedad, ni gustamos ni vemos que a pesar de todo Jesús está a nuestro lado, en el dolor, en las angustias y ansiedades, y también en las alegrías y nos espera en el Sagrario deseando oirá nuestras confidencias o nuestro simple acompañamiento, como harías con una enfermo, estar a su lado.
A Jesús uno le pidió por su hijo (Mc 9,24) diciéndole “si puedes… y Jesús le dijo: «¿Por qué dices “si puedes”? Todo es posible para el que cree.» Al instante el padre gritó: «Creo, ¡pero aumenta mi poca fe!», pues gritemos a Jesús que aumente nuestra fe, nuestra fidelidad, nuestra aceptación como Jesús vivo y resucitado, hecho Pan de Vida por nosotros.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir AMEN

Maite at: 14 agosto, 2018 21:10 dijo...

Medita muchas veces las palabras de Jesús sobre el pan de vida y considera, a su luz, cómo vives la Eucaristía. ¿Se ha convertido para ti en un rito, en una obligación religiosa, en tu forma de dar a Dios un poquito de tu tiempo? ¿O encuentras la vida en ella?


¿Adormece tu conciencia o te conecta con los demás? ¿Te exige, te compromete a dar tu vida, a seguir las huellas del Maestro, o crees que eres un cristiano por estar de cuerpo presente en ella?


Jesús dice: " El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él " Acógelo así después de cada comunión. Déjate habitar y te transformará. Te llevará por caminos de entrega y servicio desde el último lugar. Habrás alcanzado la sabiduría y serás llevado por el Espíritu del Señor.