DOM-22B

sábado, 25 de agosto de 2018

2 SEPTIEMBRE 2018          
DOM-22B

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 25 agosto, 2018 08:52 dijo...

SOBRE EL SER Y EL PARECER (Mc 7,1-23)

En Mc 7 se nos narra un enfrentamiento de Jesús con los fariseos, esta vez a propósito de costumbres relacionadas con rituales de purificación. Lo que para nosotros es una norma de higiene personal -lavarse las manos-, para aquellos hombres era un ritual religioso. No seguirlo al pie de la letra significaba permanecer impuro y, por tanto, quedar excluido del encuentro con lo sobrenatural. Este tipo de rituales eran una manera de señalar la frontera entre lo sagrado y lo profano. El peligro estaba en considerar esto lo único importante y olvidar la actitud de corazón. La discusión entre Jesús y los fariseos -los puros- tiene esto como centro. Pero no se trata de un tema baladí. Lo que aquí se enfrentan son dos formas de entender el ser humano y la religión.

Hay una manera de ver las cosas a partir de la apariencia de las mismas, es decir, poniendo la atención y el énfasis en lo exterior, en el aspecto, en la imagen. El error de semejante planteamiento está en que, a la larga, sólo cuenta lo que se ve, con lo cual la vida se convierte en un inmenso decorado de fachadas tras las cuales no hay nda. Para quienes ven así las cosas sólo cuentan el aspecto de las personas, los cargos, la fama, la imagen pública... Y existe otro modo de ver la realidad: de dentro a fuera, poniendo la atención en el fondo de las cosas, en el ser, en lo oculto. En este caso lo que cuenta es la persona y los valores.

Ambas posturas suelen darse en la vida social y también en la religión. Así tenemos quienes entienden la relación con lo divino como un conjunto de ritos externos, de normas, de formas, de imágenes... En consonancia con esto adquieren una gran importancia los lugares, los tiempos, los objetos, las personas relacionadas con lo divino. La postura opuesta valora sobre todo la actitud del corazón. De esa manera lo sobrenatural desborda sus propios límites y todo se convierte en vehículo de manifestación de la divinidad: cualquier lugar, cualquier momento, cada objeto y cada ser vivo pueden ser signos de su presencia. Los fariseos eran de los primeros. Jesús defiende lo segundo. Y advierte que de nada sirve lavarse las manos si está manchado el corazón. Importa lo que brota del interior: si es bueno hace bueno al hombre; si es malo, lo hace impuro.

En un mundo como el nuestro, los creyentes corren el riesgo de pensar como los fariseos y, creyendo seguir el mensaje de Jesús, encontrarse siguiendo las enseñanzas de sus adversarios. En Israel a Dios sólo se le podía encontrar en el templo, en Jerusalén. Jesús sitúa ese lugar en el corazón humano. Por eso Dios es ahora más cercano y asequible. Se ha hecho más humano para permitir al hombre estar más cerca de él, es decir, para que logre ser más divino. Así andan las cosas desde entonces, aunque a muchos les resulte tan difícil entenderlas.

FRANCISCO ECHEVARRÍA

juan antonio at: 26 agosto, 2018 19:22 dijo...

PALABRA DE DIOS y SU PRÁCTICA
Este título puede ser la trasversal de la Palabra de Dios de este Domingo, en las tres lecturas que se proclaman y terminando, como entiende Jesús la pureza.
La primera lectura del Deuteronomio, nos propone la escucha de las leyes y prescripciones “que voy a enseñar” y ponlas en práctica, no nos dice que te voy a imponer, sino nos va a “enseñar”, nos lo va a proponer para que yo escoja esa voluntad de Dios que un día dio al pueblo de Israel y que cada día me está enseñando a mí a través de todo lo que acontece y que mi ceguera no ve, mis “cosas” me tienen fuera de mi verdadera ocupación que debe ser Dios, en un hacer extraordinario, lo que no son más que las cosas de cada día.
Santiago nos vuelve a repetir la misma idea, aceptad la palabra y llevadla a la práctica y no os limitéis a escuchar y aquí nos da un paso más, esa práctica está en atender a los hermanos y no mancharnos con las cosas de este mundo.
En el Evangelio Jesús nos pide con la cita de Isaías, que le honremos, le escuchemos con nuestro corazón abierto a encarnar su palabra en el estilo de vida que nos enseñó (Hc. 5,19) y no de boquilla, por lo que tenemos que ser receptivo de la Palabra para proponerla a los hermanos, con independencia de que crean o no, pero esa es nuestra tarea, gratis lo habéis recibido, dadlo gratis (Mt 10,7), no podemos quedarnos con ese tesoro en exclusiva, pues tenemos la misión que llevar a cabo.
El principio y el final del Evangelio hace referencia a la pureza, que los judíos observaban conforme a tradiciones de los hombres y no cuidaban de su corazón, de su interior, donde se cuece todo el actuar del hombre, bueno o malo; así tenemos que crecer en la limpieza de nuestra vida, teniendo “una mirada limpia y la mano tendida” al hermano necesitado, que no pongamos excusas ni peros cuando se nos pida colaboración aquí o allá, cada cual sabrá donde prestar el servicio que se nos propone y seamos capaz de darnos, ya Dios lo hará posible, pues sin Él no podemos hacer nada.
Recemos el Salmo que ya de por sí es una guía de práctica religiosa, al estilo de la carta de Santiago, dirigido todo a hacernos prójimo de nuestros hermanos.

Señor, quien puede hospedarse en tu tienda?
Señor, te puedo hospedar en mi tienda?
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a ser limpios de corazón por nuestra escucha y practica de la Palabra de Dios, AMEN

Maite at: 29 agosto, 2018 18:37 dijo...

El mandamiento de Dios es amarnos unos a otros como él nos ha amado. O, como apunta Santiago: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones. Hacer daño al prójimo de cualquier manera es del todo contrario a la voluntad de Dios.


Resulta mucho más fácil y menos exigente cumplir normas y observar ritos que en nada implican cargar con la cruz de cada día, ni dar la vida por el otro, ni ponerse a su servicio, ni negarnos a nosotros mismos.

Todo lo que atenta contra la fama del otro, su honor y buen nombre, su integridad, todo lo que le oprime o humilla, le hace daño de cualquier manera, expulsa a Dios de nuestra casa, de nuestra vida.


¿Quieres hospedarte en la casa del Señor o hacer de la tuya morada para él? Procede como indica el salmista, como enseña el Evangelio: pasa haciendo el bien, como Jesús, y no manches tu corazón con la maldad que sale de dentro cuando haces de tu yo y sus pretensiones el amo de tu casa.