DOM-23B

sábado, 1 de septiembre de 2018

9 SEPTIEMBRE 2018          
DOM-23B

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 02 septiembre, 2018 22:01 dijo...

TODO LO HIZO BIEN (Mc 7,31-37)

Todos los milagros de Jesús son signos y, por tanto, sólo pueden entenderse y ser valorados rectamente desde el significado. Importa no lo que hace, sino lo que comunica con su hacer. En el caso del sordomudo se nos dice que el milagro tiene lugar en la Decápolis, es decir, fuera del territorio de Israel. Jesús cura en tierra de paganos porque la salvación no entiende de razas ni pueblos: todos los hombres están llamados a gozar de sus beneficios. Un sordomudo es un hombre cerrado, ensimismado, atrapado en su mundo interior. Ni escucha ni dice palabras que es tanto como decir, está cerrado a la comunicación con sus semejantes. Jesús -siguiendo el ritual de los milagros conocido en la antigüedad- le manda abrirse y el milagro se produjo.

Vivimos en un mundo de contradicciones, pues ocurre que los medios de comunicación se han desarrollado hasta embotar la mente por el exceso de información y, sin embargo, la incomunicación, el ensimismamiento, es más grave que nunca. Y es que hemos olvidado que la comunicación verdadera, la que hace feliz al hombre en el encuentro con sus semejantes, no es cosa de mucha información sino de vivencias. Podemos pasarnos la vida hablando de lo que ocurre a nuestro alrededor, sin llegar nunca a hablar de nosotros mismos. Y, si esto es normal entre extraños, no debería serlo entre conocidos, sobre todo entre familiares. Porque es experiencia dolorosa y muy triste comprobar -después de muchos años- que se ha estado conviviendo con un extraño.

El milagro de Jesús consiste en salvar al hombre de su aislamiento y acercarle a sus semejantes. Es una invitación a la apertura del corazón -que en eso está el prodigio- para percibir el corazón del otro y mostrarle el propio. Son muchas las maneras de expresarnos, pero la voz, que sale de la garganta como el aliento -como la vida- es sin duda el más humano; por eso Jesús toca con su saliva la lengua del enfermo. Es como poner su voz en la boca de aquel hombre, como desatar la palabra con su palabra.

La gente reacciona comentando que todo lo ha hecho bien porque ha conseguido que los sordos oigan y los mudos hablen -porque ha hecho que los hombres se acerquen los unos a los otros-. La mejor buena obra es lograr el entendimiento, la proximidad, el avecinamiento entre los hombres. San Pablo decía que el oficio de Jesús -y el de los cristianos- es la reconciliación, es decir, unir a los separados: a los hombres con Dios y a los hombres entre sí. Hermosa tarea de cualquier ser humano -pero sobre de los discípulos de Jesús- la de crear un mundo de bocas y oídos -que es tanto como decir, de corazones- abiertos. En un mundo de hombres así la tolerancia, el respeto y el amor pasearían por las calles sin miedos ni sobresaltos. Sin ello, sólo se ven miradas de reojo y desconfianzas.

FRANCISCO ECHEVARRÍA

juan antonio at: 03 septiembre, 2018 17:22 dijo...

LOS PREFERIDOS DE DIOS
Las lecturas que se proclamaran esta semana están atravesadas por un mensaje idéntico de esperanza que tiene a los pobres como destinatarios preferenciales.
¡Ánimo, no temáis! Que Dios viene a salvaros, nos dice Isaías, a darnos nuestra dignidad de persona y por ello de hijos de Dios, a darnos nuestra dignidad de amados de Dios, a darnos nuestra dignidad del Reino de Dios, del amor, de la justicia, de la paz, de la misericordia………. De Dios en la persona del Verbo Encarnado.
Santiago, es para leerlos y para releerlos, pues entiendo, y puedo estar muy equivocado, que ese palo que dio en su día, nos lo debe dar hoy, pues a pesar de los años, a pesar de los grandes santos, teólogos, pensadores, escritores, a pesar de todos los dones, aún seguimos con el favoritismo en nuestra Iglesia, aun seguimos dando macrocelebraciones, en todos los sitios, donde los importantes tienen su sitio, donde los poderosos, sean civiles o clérigos, tienen sus sillones, sus pompas, sus boatos y el pueblo, muchos, se tienen que contentar con una pantalla, por lo que o no somos todos hijos de Dios, o lo somos pero de distinta clase, de primera, segunda,…….
Cuándo vamos a dejar las pompas y los boatos, las reservas de sitios, las preferencias de este, aquel o el otro, cuando vamos a ejercer de HIJOS DE DIOS y el primero que llegue se sentará en la primera silla y el último que llegue, no es QUE SEA EL ÚLTIMO, se sentará en la última silla y esto lo pienso y lo digo desde la más humilde parroquia hasta la más alta catedral de nuestro mundo, que resulta que dicen que es un estado y hay que guardar un protocolo, pues en el Evangelio no se dice para nada que Jesús implantara un Estado, implantó un Reino, el de Dios, precisamente no este mundo, Reino de amor, de paz, de justicia, de misericordia….. que hay que empezar aquí haciendo a todos hijos de Dios y terminando en ese cielo tan cercano.
Del Evangelio hago hincapié sobre dos puntos, primero que “”llevan a Jesús…..””, es decir nuestra misión es atender a todos esas personas que tienen necesidad de Dios en su cuerpo y en su alma sin acepción de persona alguna, pues el sordomudo era un extranjero y estas circunstancias se palpa en Caritas de la que tenemos que aprender esa atención sin mirar más que los ojos de esas personas que atiendes y que no sabe cómo agradecerte una correspondencia contestando buenos días, estrechándote las manos o dándote las gracias, quizás, con un tímido beso.
Por otra parte, aquel sordomudo a quien se le impone silencio, salió proclamando la gloria de Dios, cosa que tanto nos cuesta a nosotros, los que nos llamamos sus seguidores parece que nos avergüenza hablar de Él, a pesar de todo lo que ha hecho en mí, como cantó María, y así la premio nobel Rigoberta Menchú, decía que “””el deber de un cristiano es cómo hacer que exista el Reino de Dios en la tierra”””, cosa imposible si no lo proclamamos, con palabras y con nuestro testimonio.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos, como nos dice el salmista, a alabar al Señor con toda nuestra alma, AMEN.

Maite at: 05 septiembre, 2018 21:36 dijo...

¿Has experimentado en tu vida que Dios ha dado luz a tus ojos para percibir lo que solo se puede ver a la luz del Espíritu; que ha abierto tus oídos a su voz y al clamor de tu prójimo? ¿Has sentido que él daba vigor a tus piernas ateridas y atrofiadas para caminar por sus caminos o soltaba tu lengua para cantar sus maravillas y dejar de lado la crítica y la queja, la maledicencia y la calumnia?

Entonces podrás dar testimonio de ese Dios, el Dios de la vida y la liberación, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Hablarás sin miedo, caminarás sin descanso, escucharás con profunda empatía, y serás un evangelizador, un discípulo misionero del Reino.

Porque cuando los sordos oyen, los ciegos ven y los mudos hablan todo el mundo reconoce a Dios y desea seguirle, abrirse a él, acogerlo.

Piensa si eres parte para ello o, por el contrario, evitas que otros oigan, vean o caminen como personas libres y amadas. Si quieres ser de los discípulos de Jesús te juegas mucho en tu respuesta.