DOM-33A

sábado, 7 de noviembre de 2020
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2 comentarios:

juan antonio at: 09 noviembre, 2020 14:35 dijo...

Estamos a las puertas de cerrar el año litúrgico y las parábolas nos trae la enseñanzas de estar preparados, de descubrir nuestro dones y ponerlos a servir y la última, el modo de ese servicio.
Esta parábola ha tenido y tiene muchas interpretaciones, hasta ven en ella, dice un autor, el origen del capitalismo, que ya es irse por las ramas.
En esta parábola, en el sentir de´que suscribe, está en ver nuestras actitudes ante los dones recibidos que como nos dice la Hoja van desde la fe hasta descubrir al Padre Bueno, dones que ni merecemos ni desmerecemos, pues nos ha hecho el centro de lo creado, su obra maestra, a su imagen y semejanza, hasta hacernos hijos suyos, si lo recibimos, por ello todo ha sido gratis y todo ha sido conforme creemos: llenos de amor que es donde tenemos que llegar y por donde tenemos que llegar: es la meta y el camino.
Por eso la parábola nos tiene que llevar a un serio examen de todos los aspectos de nuestra vida, desde el descubrimiento de esos dones, de esos tesoros escondidos en nosotros, hasta ponerlos a servir: preguntarnos en un discernimiento cual es la voluntad de Dios sobre mí, persona mayor y llena de achaques, pero capaz de trabajar en la comunidad, en lo que esté en nuestras manos, que cada uno tiene su tarea asignada y tenemos que dar con ella, para sacar de nosotros los dones y el servicio: no busquemos interpretaciones raras, que las hay, pero que en el estilo de vida que Jesús nos dejó no hay otra Palabra más que amor, como nos diría luego el apóstol Pablo “”a nadie debáis nada, más que amor””, parece hasta bonito, pues si te resulta así, manos a la obra y veremos que lo bonito se encontrará con el muro de nuestras debilidades, máxime de nuestro egoísmo, nuestra soberbia, nuestro orgullo, nuestro……., nuestro entender la religión, qué religión? si Jesús no dejo ninguna religión, todo vino después, busca a Jesús, encuentra a Jesús en lo que hace y ama a Jesús y tendrás al Padre Bueno derramando sobre ti y sobre mí, sobre todos, su gran misericordia.
Dichoso el que teme (ama sobre todas las cosas) al Señor y sigue sus caminos, nos dice el salmista, pues Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida, pues como he dicho busquémosle en lo que hacemos y le encontraremos en lo que sucede, no tengamos la más mínima duda, a pesar de nuestra poca fe.
Debemos de leer el pasaje de Los Proverbios 31,10-31, no como los presenta la liturgia del día, y veremos la mujer empresario, orgullo de su marido, amante de sus hijos y proveedora de su casa: quien dice que la mujer estaba excluida, marginada, despreciada? Hay que ver los textos en su totalidad y desde la perspectiva de Dios.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a amar y trabajar por el Reino, como tu Hijo hizo y nos enseñó, ¡AMEN!

Maite at: 10 noviembre, 2020 18:20 dijo...



En la hojilla de esta semana, al comentar el evangelio del domingo, se dice que “la espera ha de ser productiva”. Es la principal enseñanza. Y una conclusión que se saca también de la parábola de Jesús es que “el amor no tiene miedo al riesgo”. El amor nos saca de nosotros mismos, y más en situaciones de riesgo. El riesgo espolea al amor, le da alas y cauce de expresión. Pero el miedo y su amiga la cobardía no arriesgan jamás. Por eso, qué cosas, es probablemente el riesgo la medida de nuestro amor, el que nos hace atravesar límites y fronteras, situarnos al margen incluso.

¿No resulta muy notable que “el miedoso que no invierte es el judío piadoso que tanto critican los evangelios”? ¿Quiénes invierten más entre nosotros, gente de iglesia, practicantes y miembros de grupos parroquiales; quiénes arriesgan más? ¿Los más piadosos y cumplidores o los que buscan y se entregan gota a gota, dejándose jirones de piel por el camino, embarrándose y oliendo a oveja, como pide el Papa? El que arriesga en la inversión se equivoca a veces, comete errores; el que no lo hace no. Pero el primero tiene una vida fecunda y el segundo no.

¿Qué hacer para invertir los talentos que el Señor ha puesto en nuestras manos para administrar sus bienes? Pablo nos invita a vivir como hijos de la luz e hijos del día, permaneciendo despiertos y en vela, como quien espera al que se ama, y viviendo con sobriedad. El salmista alaba al que come del fruto de su trabajo. Y el libro de los Proverbios elogia la diligencia de la esposa en los quehaceres de la casa, su generosidad con los necesitados y su compasión hacia los pobres. Son sus obras buenas, en definitiva, las que cantan su alabanza.

El Señor busca siervos buenos y fieles en lo poco que puedan entrar en su gozo; a quienes dar hasta que les sobre. ¿Quién o qué nos impedirá decir: aquí estoy, Señor?