Malaquías: Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes: os apartasteis del camino.
1 Tesalonicenses: Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos.
Mateo: Adorar solo al Señor. Las palabras y las obras se contradicen.
Descargar Conmemoración de todos los Fieles Difuntos - A.
Juan García Muñoz.
1 Tesalonicenses: Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos.
Mateo: Adorar solo al Señor. Las palabras y las obras se contradicen.
CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS
Descargar 31º Domingo Ordinario - A.
1 Tesalonicenses: Los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con él.
Romanos: La esperanza no defrauda.
Juan: En la casa de mi Padre hay muchas estancias.
Romanos: La esperanza no defrauda.
Juan: En la casa de mi Padre hay muchas estancias.
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Juan García Muñoz.
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TÍTULOS Y DIGNIDADES
Moisés fue el primer legislador de Israel. Después de él, vino la tradición. En tiempos de Jesús era incumbencia de los escribas y fariseos conservar, defender e interpretar tanto la una como la otra. Ocupaban la cátedra de Moisés o, lo que es igual, eran los encargados de explicar al pueblo la voluntad de Dios. El problema era que no siempre respaldaban con su vida lo que predicaban con su palabra y es que entonces como ahora, una cosa es predicar y otra dar trigo. Jesús denuncia la incoherencia entre la doctrina y las obras y la tacha de hipocresía. Y aduce como razón de este modo de actuar que quienes así obran lo hacen porque quieren ganar fama y honor entre los hombres, sin que les importe el honor de Dios. Por eso les gusta ofrecer signos externos de su importancia, ocupar puestos de relieve y ser reconocidos públicamente.
Jesús está en completo desacuerdo con este modo de ser y de actuar y advierte a sus discípulos que ellos han de ser de otra manera. Para explicar su pensamiento pone tres casos relativos al tratamiento que solía darse a los rabinos: maestro, padre y consejero. A nadie hay que llamar maestro porque el único maestro es Jesús; ni padre, puesto que el único padre es el del cielo; ni consejero ya que el único consejero es el mesías. Todo esto está en consonancia con la letra y el espíritu del evangelio donde queda claro que entre los cristianos el mayor, el más importante, es el más pequeño y es a él a quien todos -de modo especial los grandes- deben servir.
Pero hay otra razón detrás de esta doctrina: el único maestro y consejero, es decir, el único que tiene autoridad en sí y por sí es el Mesías. En la comunidad cristiana nadie tiene autoridad para exponer doctrinas propias de modo que pueda reunir en torno a sí discípulos como solían hacer los rabinos. La función de enseñar no es autoridad propia sino misión recibida de aquel que tiene esa autoridad. Por eso puede decir en otro lugar: “Quien a vosotros escucha a mí me escucha”,expresión que es más un aviso a los maestros que una advertencia a los discípulos.
El espíritu y la letra a veces se nos olvida a quienes decimos seguir a Jesús y, de la mano de la historia, vamos dejando que las cosas sean de otra manera con pretextos y justificaciones que no siempre convencen. Nos encariñamos con títulos y dignidades y dejamos que la gloria de Dios ceda ante la gloria de un hombre -aunque éste sea su representante-. La verdad es que las palabras de Jesús nos deben inquietar. Es verdad que no se trata de suprimir títulos, sino de erradicar del corazón la ambición de poseerlos. Pero reconocer que lo importante es el fondo no significa desmerecer el valor de la forma. Al fin y al cabo la única dignidad que cuenta es la que confiere a un hombre su espíritu de servicio y la humildad que muestra cuando se pone a los pies de los pequeños
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