Proverbios: La sabiduría de Dios y la sensatez.
Romanos: ...el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Juan: El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plen.
Romanos: ...el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Juan: El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plen.
Descargar Santísima Trinidad - C.
Juan García Muñoz.
3 comentarios:
DIOS Y LO HUMANO (Jn 16,12-15)
El misterio de la Santísima Trinidad –Dios es uno en una triple manifestación– resulta a muchos un misterio poco útil y así es si tratamos de comprenderlo desde la lógica matemática, es decir, como si se tratase de un teorema que hubiese que explicar. Pero la revelación cristiana no es un ejercicio de clarificación de misterios ocultos con el objetivo de satisfacer la curiosidad humana, sino la manifestación de claves existenciales, es decir, de una verdad que ayuda al ser humano a descubrir su esencia y a vivir humanamente. No en vano dicen las Escrituras que el hombre está hecho a imagen de Dios. En definitiva, de lo que se trata no es de conocer el misterio del Dios, sino de conocer el misterio del hombre y de su existencia en el mundo. La verdadera pregunta no es cómo se entiende el misterio de la Sma. Trinidad, sino para qué se nos revela ese misterio.
Decimos que Dios es uno, no que sea un solitario, un ser ensimismado, encerrado en sí mismo, desconectado de todo lo que no sea él. Sería como divinizar el egoísmo. Dios es comunión, es decir, no es un yo sin un nosotros. Y ésta es la primera clave de nuestro ser y de nuestro existir. Sólo podemos ser nosotros mismos con los demás. Quien se encierra en sí mismo se hunde en el pozo profundo de la neurosis. Quien mira hacia el fondo se hunde cada día más. Sólo quien mira hacia lo alto y hacia afuera puede salir de esa enfermedad de la mente y del espíritu que es el ensimismamiento.
Decimos que es Padre-Madre, es decir, origen y fuente de la vida, amor que se da, que se entrega, que se comunica. Es donación. En el gesto fecundo de darse encuentra el ser humano lo mejor de su esencia. No hay gesto más humano ni más dichoso que el de dar la vida que uno es. Me pregunto si la cultura del sexo sin riesgos –es decir. sin la complicación de los hijos– es un camino hacia la felicidad o, por el contrario, un callejón sin salida. Decimos que Dios es Hijo, es decir, el amor pasivo, el amor que se acepta, que se recibe.
Es la acogida. Se trata de reconocer la otra cara del amor, aquella que nos permite ser amados y gozar en ello. Puede decirse que el ser humano es alguien que abraza y es abrazado, porque sólo en el abrazo mutuo está el ser completo. Lejos de nosotros la autosuficiencia del que cree que se basta a sí mismo. También éste es un solitario. Y decimos que Dios es Espíritu, es decir, vida. Es el amor en sí mismo, la corriente vital que fluye entre aquellos que se abrazan, la conciencia de la unidad más allá del ser de cada uno.
Dios es Trinidad y lo es el ser creado a su imagen. Tal vez a alguno le parezca poesía, pero una poesía destinada a iluminar la tosca prosa de la realidad. Dios es donación, acogida y amor. El ser humano o es eso o no es nada.
Señor Jesús, que llegada tu Hora deseaste ardientemente compartir la comida pascual con los tuyos antes de padecer, tantas cosas quedaban por decir... tantas cosas que no podemos comprender... y aún así nos revelas al Espíritu y al Padre.
Menos mal que no nos dices más; necesitamos tanto razonar, explicar y analizar, para poder controlar... y Tu sólo quieres que nos dejemos llevar, que al son de los Tres podamos cantar.
No es la tuya una misión en solitario, formas parte de una historia de amor, de la historia de un abrazo, y es a eso a lo que quieres llevarnos.
Tú que comes con nosotros y que vienes a salvarnos, con tu Cuerpo y con tu Sangre te nos haces tan cercano... Pero somos tan pequeños y tanto nos equivocamos que necesitamos a Alguien que no deje de recordarnos todo lo que Tú nos dices, que no deje de guiarnos. Lo recibimos de Ti y de Ti recibe Él lo que va comunicando. Y a Ti te envía el Padre porque te necesitamos, y todo lo suyo es tuyo aunque mucho no entendamos.
Sí sabemos que se trata de una hermosa comunión, donde hay un amor inmenso que asemeja un manantial de agua que fluye y no para, que incesante se derrama...
Fúndenos en ese abrazo y enseña a nuestro corazón que para eso fue creado, para hacer la comunión, y dejar su fortaleza, y salir de su torreón.
Dile que es así desde el principio, que fue el proyecto creador: llevar en su condición el ser imagen de Dios.
“Justificados por la fe estamos en paz con Dios por medio de Jesucristo. Y el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.”
Creo en Ti, Dios Padre que nos ha enviado a tu Hijo como propiciación-perdón de nuestros pecados y se hace “palpable” en nuestros corazones por su Espíritu.
Y transforma la envidia en amor…
Los deseos de venganza en perdón…
La dureza de nuestro corazón en misericordia…
Yo no sé entender ni explicar el Misterio de la Santísima Trinidad. ¡Qué voy a saber, criatura pecadora e ignorante…Pero Tú me hiciste comprender y gustar un poquitín que somos Templo tuyo…que adorarte, amarte, alabarte a Ti en nuestro corazón era la suma felicidad del hombre…era, ES el Cielo en la tierra…Y al salir aquél día a la calle y contemplar los “Tíos-vivos” de las Fiestas… los Carricoches, el frenesí de la gente buscando divertirse , me parecían todos locos, locos buscando fuera lo que llevamos dentro.
Y así en verdad: Nos matamos por lo que “no es” e ignoramos lo que de verdad nos lleva a la paz y a la felicidad verdadera. Pero Tú, Jesús hombre, nos amas hasta la locura de morir por nosotros, expiar nuestras culpas, darnos tu Espíritu que nos ha de llevar, ya aquí , a la Vida Eterna.
¡Gloria la Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
Publicar un comentario