16º Domingo Ordinario - C

lunes, 12 de julio de 2010
18 Julio 2010

Génesis: La hospitalidad de Abrahán.
Colosenses: Nosotros anunciamos a ese Cristo... para que todos lleguen a la madurez en su vida.
Lucas: Marta y María.


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Juan García Muñoz.

2 comentarios:

{ Paco Echevarría } at: 12 julio, 2010 16:56 dijo...

SERVIR Y ESCUCHAR (Lc 10,38-42)

La hospitalidad era un deber sagrado en la antigüedad. Así estaba escrito en la Biblia: “Cuando un emigrante se establezca con vosotros en vuestro país, no lo oprimiréis. Lo amarás como a ti mismo porque emigrantes fuisteis en Egipto” (Lv 19,33-34). El texto es antiguo, pero conserva toda su lozanía y es de plena actualidad. Nosotros fuimos en otro tiempo un pueblo de emigrantes. Hoy somos un pueblo que recibe emigrantes. Debido a ello empiezan a aparecer en algunos posturas o ideas que creíamos ajenas a nuestra cultura o pertenecientes a un tiempo ya pasado. Por desgracia, la hospitalidad, como tantos valores, ha caído y quedado reducida a un deber de cortesía que sólo obliga con los familiares más allegados y los amigos.

La estancia de Jesús en casa de Lázaro –al margen del sentido teológico del relato– es una lección de hospitalidad y de buenas maneras. Marta y María representan dos posturas ante el Maestro y dos actitudes ante el huésped –y el extranjero–: la escucha y el servicio.

Escuchar al huésped para conocer su mundo –el mundo del que viene y el mundo que encierra en su interior– es la primera característica de un buen anfitrión. En esa escucha atenta y abierta está el mejor medio para el enriquecimiento mutuo entre los individuos y los pueblos. El miedo, la desconfianza y el menosprecio constituyen su mayor impedimento. El complemento de la escucha es el servicio que no es sino la acogida activa, eficaz, comprometida. Lo contrario de la misma es el rechazo o el desinterés. Jesús defendió y predicó el valor de la hospitalidad y lo consideró un criterio para juzgar la rectitud de corazón humano: “Fuí extranjero y me recogisteis” (Mt 25,36).

Es sorprendente –aunque tiene su lógica– que, en unos aspectos, vayamos hacia la planetización de la vida y a la convergencia de intereses, mientras que, en otros, nos movemos, con paso apresurado, hacia el particularismo. Ahí está –por ejemplo– el proceso de unificación de Europa y el auge de los movimientos nacionalistas. Sociólogos y antropólogos tendrán que explicarnos por qué. El problema –según creo– es ver las cosas como oposición, porque esto lleva a la lucha y al enfrentamiento. La solución está en verlas como polos complementarios: sólo se puede construir la unidad desde la diversidad y el pluralismo. Sólo respetando las diferencias se puede construir un mundo solidario y unido. Lo contrario es totalitarismo.

Ante el fenómeno de la inmigración y el resurgir de los nacionalismos sería bueno aprender la lección que se nos da en casa de Marta y María. Necesitamos escucharnos tanto como ayudarnos. Si cada uno permanece encerrado en su castillo, con los cañones apuntando al castillo vecino, nunca viviremos en paz.

Maite at: 15 julio, 2010 09:37 dijo...

Señor Jesús, hoy te quiero agradecer que necesitaras tener una aldea pequeñita y una casa donde descansar, y tres amigos entrañables con quienes poder conversar. Cuánto envidio a la fiel Marta que te recibió en su casa, y que siempre laboriosa te agasajaba sin tasa.

Oye, Marta, yo quisiera que me ayudes a hospedar a Jesús siempre que pasa, y a ofrecerle un sitio de descanso en mi pobre y pequeña casa. Y que se pueda quedar, sin preocuparse por nada, en el calor de un hogar donde tanto se le ama.

Tú que sabes acoger, y hospedar, y organizar tantas cosas necesarias para atenderle bien, ven conmigo, Marta, te lo pido, ven. Pero no te pongas tan nerviosa, Marta, Marta, o el Señor lo notará, y no te metas con tu hermana, que la parte que ha elegido nadie se la quitará.

A María no me atrevo a dirigirle la palabra, no quiero pedirle nada, está tan embelesada... Todo un mundo se le abre escuchando a su Señor; ahí, sentada a sus pies, no se daría ni cuenta aunque a su lado todo se volviera del revés. Escuchando su Palabra se le llena el corazón, y en su pecho ya le estalla un hermoso surtidor; y contempla con sus ojos, con su ser, a su Señor, y se bebe sus palabras, y sus gestos, y su voz... No necesita alimento, pues Jesús ya la sació, y sus deseos más hondos, el Maestro los colmó.

Y el Señor, que está cansado, ya encontró reposo y paz en los afanes de Marta, que le aprecia de verdad, y que a tanto ha renunciado para poder contentar. Y en el amor de María, que le permite volcar su corazón y su alma en los de ella, sin hacerse notar.

Yo, Señor, cómo quisiera cada día retratar a Marta y a María, y poderte convidar a que vengas a mi casa a menudo a descansar, y servirte en mis hermanos, y no dejar de escuchar la Palabra de la Vida y guardarla de verdad.