Isaías: Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.
1 Corintios: Escribimos a la iglesia de Dios en Corinto.
Juan: Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
1 Corintios: Escribimos a la iglesia de Dios en Corinto.
Juan: Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
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Juan García Muñoz.
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ENDIOSADOS (Jn 1,29-34)
El Bautista vuelve a aparecer en escena para darnos su testimonio sobre Jesús. En el evangelio de Juan, este pasaje viene a aclarar el papel del último de los profetas en relación con el mesías, porque –según se desprende de los escritos–, para algunos de sus seguidores, Juan era el mesías que habían estado esperando; otros comprendieron su papel y se unieron al grupo de los discípulos de Jesús.
Tras los textos se descubre un fenómeno harto frecuente en los grupos demasiado centrados en un líder carismático. Cuando surge un hombre con carisma por su vida o su enseñanza, ocurre que, muy pronto, se crea a su alrededor un grupo de seguidores fascinados por su personalidad. Con el tiempo -sin que el líder lo pretenda, aunque frecuentemente lo consienta- el grupo empieza a reconocerle un papel y unas atribuciones que sobrepasan el liderazgo.
Como puede verse, el fenómeno de los liderazgos personales no es nuevo. Suele darse en todos los tiempos, sobre todo en situaciones de crisis moral. Son hombres con buenas intenciones y con una sana inquietud que, dotados de un carisma especial, logran que otros se identifican con sus enseñanzas. A medida que aumenta el grupo, crece su influencia y su poder y, poco a poco, va surgiendo la organización y con ella el poder del líder. Es ése un momento crítico en el que las cosas pueden tomar dos caminos: si es un hombre de fe, se replegará para dar paso al Espíritu; pero, si su compromiso es más producto de complejos no reconocidos o traumas no superados que manifestación del Espíritu, dejará que crezca el culto a su persona, aumentará el dominio sobre los que le siguen y la pleitesía por parte de éstos. Con el tiempo, es visto como poseedor de una revelación superior que hace indiscutible su autoridad y sus enseñanzas, se anula toda crítica interna, empiezan a aparecer los miedos y las jerarquías en función de la mayor o menor cercanía del líder, crece el poder económico, aparece el recurso a técnicas de presión moral y psicológica sobre la base de que está inspirado por Dios... Estamos ante un proceso de endiosamiento y de gestación, si no una secta, sí al menos de un grupo con alto contenido sectario. Sólo cuando el iniciador posee gran altura moral evita este riesgo. Pero es tan grande la vanidad y la capacidad de autoengaño del ser humano, que no es frecuente encontrar hombres que se nieguen a ser convertidos en dioses por quienes les admiran y les siguen, olvidando que no hay más gloria que la gloria de Dios y participar en ella es la única gloria que merece la pena. Las grandezas humanas son flor de un día. Juan Bautista tenía la grandeza de ánimo de los verdaderos profetas. Por eso dijo “Es necesario que él crezca y que yo disminuya”. Jesús reconoció esa grandeza al afirmar que era el más grande los nacidos.
Ser dioses ha sido y es una tentación permanente para el ser humano y, en el mundo de la política, se ha sucumbido muchas veces a ella con terribles consecuencias para los pueblos sometidos a esos dioses con pies de barro. Pero es doble pecado cuando se da en el mundo religioso. Trabajar con Dios no siempre es trabajar por él. A veces sólo es un pretexto para encaramarse en su trono.
El conmueve todo mi corazón, toda mi alma, una vez más se ha colocado en la fila de los pecadores, El siendo Dios se abaja de tal manera que siendo bautizado entra en el agua como los pecadores para salir como Hijo de Dios, una vez más se hace pequeño.
Aquí y durante todo el año, durante todos los días, se vuelve a vivir el acontecimiento también de la Pascua. El que viene y asume en si todo el pecado del mundo para redimir al hombre y hacer una criatura nueva, no para morir, si nos quedásemos en eso sólo sería un pensamiento paganos, larealidad es que trasciende èsto y resucita que es a lo que nosotros estamos llamados.
La primera lectura que proclama Yo el Señor te he llamado con justicia, te he cogido de la mano.... conmueve todo mi corazón porque en esta mi historia, una historia de Salvación, el Señor va conmigo, me ha tomado de la mano,igual que en Emaús,va conmigo aunque a veces no lo vea, no sepa, una Palabra de esperanza, en la que el corazón siente necesidad del amén al Señor, en el que una se siente amadísima de Dios, en el que El no hace distinciones, como dice la Palabra entre unos y otros cuando nosotros somos lo que somos, tan diferentes, en el que una en una confesión puede decir sus pecados o que es una pecadora, pero ojo que no lo diga el otro de una misma.
El también arrastra el corazón tras sus pasos, el Amor convoca al amor, un amor quizás imperfecto pero sediento de la perfección de Dios, de su Amor, un amor que se reconoce como poco pero que se disuelve en el Amor inmenso de Dios. Un amor que espera que acepta y se acepta tal cual es, un amor que sufre y es sufrido, un amor que no se quiere mirar porque no merece la pena sino mirarlo a El y en ello y en El todo está cumplido, todo hasta el perdón de mis pecados.
En el plan de salvación de Dios entraba hacer de su Hijo el cordero que cargara con el pecado del mundo. Tanto nos ha amado Dios... Por delante de Él fue enviado Juan, que tiene clara conciencia de su misión. Prepara caminos, dispone corazones, anuncia, testimonia, contempla como el Espíritu se posa sobre otro. Ve venir a Jesús hacia él y le reconoce como el que tenía que venir, como el que ha dado sentido a toda su existencia. Juan está ahí en función de Él. A simple vista parece un segundón, el que entre bastidores se deja la piel para que el protagonista se luzca y destaque. Pero en esta obra "La salvación del mundo" o "Y el Verbo se encarnó" lo cierto es que el último papel, el último lugar, le corresponde a Jesús.
El que se pone en la cola de los pecadores sin serlo es Él. El que pasará haciendo el bien y liberando de toda opresión es Él. El que entregará su vida gota a gota es Él. El que caminará predicando y enseñando y curando hasta bien entrada la noche, y robará horas al sueño para orar. El que será perseguido, acosado y acusado por los dirigentes religiosos de su tiempo. El que acabará colgando de un madero. El que sirvió hasta el final.
Sí, la verdad es que el último lugar lo ocupó Él. Por eso quien quiera seguirle y ser discípulo suyo tendrá que contentarse con el penúltimo.
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