DOMINGO 32-B

sábado, 3 de noviembre de 2012

11 NOVIEMBRE 2012

DOMINGO 32- B

 MARCOS 12,38-44. Esa pobre viuda ha echado más que nadie.

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 03 noviembre, 2012 20:14 dijo...

LO QUE CUENTA ES EL CORAZÓN

Los escribas eran los expertos legales de aquel tiempo y, con frecuencia, actuaban como abogados. Constituían una clase social satis¬fecha de sí misma, prestigiada y piadosa. Esto se manifestaba en su forma de vestir, en el trato que recibían públicamente y en el lugar que se les reservaba en actos oficiales. ¬Pero todo era fachada. Pura imagen. Su modo de actuar con los pobres indicaba que su corazón no era tan digno como parecía su exterior. Cuan¬do una viuda tenía problemas, ellos le ayudaban en los tribuna¬les a cambio de algún tipo de contribución. Pero, dado que las viudas constituían uno de los colectivos más pobres de Israel, eso significa¬ba aprovecharse de la necesidad de los demás. Jesús dice que serán juzgados con dureza.

En la vida -en la sociedad a la que pertenecemos- es frecuente encontrar personas que dan mucha importancia a la imagen, a lo exterior, a lo que se ve. Les importa mucho la apariencia, lo que piensan los demás, el juicio de los otros. Olvidan que la verdadera identidad de un hombre está en su interior. Si quieres saber la talla de un ser humano no lo midas de la cabeza a los pies. Mide su corazón.

E¬so es lo que hace Jesús. Tiene un modo de mirar a las personas que le hace percibir el interior. De ahí que ponga a los discípulos en guardia frente a los escribas: eran como una casa de hermosa fachada, pero ruinosa en su interior. Y a la vez dirige la atención de éstos hacia la viuda que está depositando una pequeña limosna en el templo. En el patio destinado a las mujeres, frente a la sala del tesoro, había trece cepillos en forma de trompeta para recoger las limosnas. Junto a ellos había un sacerdote que indicaba en qué cepillo había que echarla según la cantidad y el destino que quería dársele. Por tanto, todo el mundo podía ver quienes daban más y quienes menos.

Jesús observa el movimiento de la gente y repara en una viuda que deposita su limosna en el cepillo de los pobres, de los que apenas daban. Con su palabra pone de relieve la verdadera dimensión de aquel gesto. Viene a decir que lo grande es pequeño cuando el corazón es mezquino y lo pequeño, grande, cuando es generoso. No es la cantidad lo que cuenta, sino la calidad del corazón. No hay cosas pequeñas ni pequeños detalles cuando la medida de las cosas se toma en el corazón. Tu vida, por tanto, valdrá lo que valga tu generosidad aunque tus posibilidades sean insignificantes. Y al revés: por muy grande que pueda parecer tu vida, es nada si tu interior está vacío.

Francisco Echevarría

Maite at: 05 noviembre, 2012 21:44 dijo...

A Jesús no le gustan los que buscan deslumbrar a los demás proyectando una imagen suntuosa, buscando honores y grandezas. No le gustan aquellos que en nombre del culto a Dios despojan a los más débiles y necesitados de lo poco que tienen. Y no le gustan hasta el punto de hacerlos reos de una "sentencia más rigurosa"

Es bueno contemplar a Jesús sentado y observando la realidad que le rodea. Tal vez estamos más acostumbrados a verle caminar, curar, discutir con los letrados y fariseos, dialogar con quienes se acercan a Él... También se sienta y mira. Y porque se fija descubre el gesto pequeño, sin relieve, que pasaría desapercibido entre el barullo del templo, de aquella mujer.

Qué distinta su piedad de la de los fariseos. Como la viuda de Sarepta entrega lo poquísimo que tiene y necesita para vivir. Aquella recibió de Dios el aceite y pan que necesitaba para cada día, ni más ni menos. Y esta quiso devolver a Dios lo que Él le daba confiando en quien cuida del huérfano y de la viuda.

Conmueve así al Señor que nos llama y enseña lo que vale de verdad: da más que nadie el que entrega lo que tiene. La viuda es una pobre mujer gris, invisible, sin nada que decir ni aportar en aquella sociedad. No tiene nombre y nunca se volverá a saber de ella. Pero su gesto y su figura quedaron grabados en el corazón del Maestro que no se deja deslumbrar ni sobornar por quienes dan en cantidad de su abundancia.

J.A. at: 11 noviembre, 2012 10:02 dijo...

Hoy la Palabra de Diios nos tyrae a la consideración la actitud de dos viudas ante situaciones de necesidad y entrega.
Las dos dan lo que tienen, no lo que le sobra, sino lo que necesitan:
La primera, la de Sarepta, con Elias, confia en la Palabra que el profeta le anuncia y hace aquel panecillo en la plena confianza de que ni la harina ni el aceite se agotarán, lo da todo.
La segunda, echa en el templo lo que tenía, con esa confianza plena de que Dios no le abandonaría.
Esto nos tiene que llegar al corazón y nos tiene que llegar al corazón no porque corran tiempos malos, tiene que ser una lección de actitud siempre y en todo tiempo, bueno o malo, pues dar no es despreciar al que recibe por entregarsele lo que no me sirve, sino que dar es darse en la totalidad.
Corren tiempos malos, si, pero seguimos apegados mi dinero, a mis bienes, a mi......
Es que tengo que prever el futuro, es que no sé lo que me va a pasar, es que..., excusas y más excusas y siempre razones para tranquilizar esa cosa que llamamos conciencia.
Reflexionemos todos, desde el más pequeño hasta el más grande, retenemos los bienes, que ni usamos o lo tenemos para exhibirlos, bienes que son superfluos y que tanto bien haria, hoy y mañana, a tantas personas que ni tienen ni pueden tener.
No es cristiano retener ni siquiera lo necesario - y las lecturas me remito- cuanto mas lo que sea superfluos.