3 FEBRERO 2013
4º DOM. ORDINARIO-C
LUCAS 4,21-30. Jesús, como Elías
y Eliseo, no es enviado sólo a los
judíos.
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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4 comentarios:
EL RECHAZO DEL MESÍAS (Lc 4,21-30)
Tras escuchar el anuncio de la salvación y del perdón para todos -incluidos los enemigos-, los paisanos de Jesús se sorprenden de que el hijo de José hable de esa forma. Y piden una prueba: quieren ver un milagro para creer sus palabras. Pero él se niega y les enfrenta con su propia historia. Siguen actuando como en tiempos de Elías y de Eliseo: eran muchos los enfermos y necesitados de Israel, pero sólo los paganos se beneficiaron del poder de los profetas. Lo cierto es que, cuando el corazón no está abierto a la verdad, sobran los argumentos. Ante esa denuncia, la reacción no se hizo esperar: le expulsan de la comunidad con la intención de acabar con él, pero Jesús -con la majestad de un ungido por el Espíritu- camina entre ellos y les abandona. Han perdido su oportunidad.
Hoy el ofrecimiento sigue en pie. Cuando miramos a nuestro mundo, no todo lo que vemos es agradable: la vida parece estar devaluada, el ser humano cuenta menos que los bienes materiales y la riqueza, se han desatado los mecanismos de conquista del poder, aumentan las diferencias entre los hombres y entre los pueblos, crece en muchos lugares el hambre y la miseria, se multiplican los medios de evasión de la realidad... Tal vez alguno piense ¡Qué pesimista! y yo digo ¡Qué triste!
Hoy, más que nunca, necesitamos evaluar nuestros esfuerzos para ver si el mundo que hemos hecho es el mejor de los mundos posibles. Yo creo que nos hemos equivocado en bastantes cosas. Occidente -a lo largo de siglo recién superado- ha vivido tratando de hacer realidad los tres grandes mitos de la edad moderna: el mito del progreso -la felicidad es el resultado del progreso económico-, el mito de la razón -sólo lo razonable es real- y el mito de la inmanencia -Dios es un supuesto innecesario-. Pero ¿cuál ha sido el resultado? La humanidad no remonta la crisis económica en la que vivimos y cuyo signo más terrible -la diferencia entre países ricos y pobres con- sigue creciendo; los planteamientos que tratan de explicar la realidad -los discursos globales- han perdido interés porque se ha perdido la fe en la verdad -Pilatos sigue preguntándose en qué consiste-; y el sentimiento religioso, atacado y menospreciado, o bien se ha fragmentado en mil sectas, muchas de ellas destructoras de la libertad, o bien se ha radicalizado dando lugar a los fundamentalismos con su carga de fanatismo y violencia.
Ha llegado el momento de someter a crítica a los maestros de la sospecha que han dominado el pensamiento a lo largo del pasado siglo. Frente a ellos Jesús de Nazaret sigue anunciando la Buena Noticia: el verdadero progreso humano es interior y conduce a la solidaridad entre todos los hombres; el Reino de Dios se construye sobre el amor, la verdad, la paz y la justicia. Creyentes y no creyentes tenemos la oportunidad de escuchar de nuevo sus palabras -la verdad que encierran-, sin dejar que los prejuicios históricos, filosóficos o culturales nos cieguen.
Francisco Echevarría
LOS OTROS CRISTOS (DOM-4C)
Cuando en una Parroquia céntrica de Huelva se celebraba la Eucaristía de la tarde se acercó de improviso al Belén un joven que cogió la imagen del Niño Jesús y la lanzó al suelo rompiéndola en pedazos. Estupor, consternación, silencio de angustia y lágrimas. El celebrante recogió los pedazos y muy acertadamente indicó que en el mundo había muchos Cristos rotos.
En 1614 el P. Luis Frías en un sermón en Cartagena de Indias predicó: "Es mayor pecado dar un bofetón a un moreno que a un Cristo (señalando al crucifijo que estaba en el altar); imagen viva de Dios, imagen de madera muerta". Fue considerado un nuevo Lutero y enviado a la Inquisición.
¡Que fácil resulta respetar y orar ante las imágenes de nuestros templos! ¡Cómo nos acercan a Dios! Y ciertamente esto es bueno, muy bueno. Ya en siglo VII San Juan Damasceno decía que "la belleza y el color de las imágenes estimulan mi oración. Es una fiesta para, mis ojos, del mismo modo que el espectáculo del campo estimula mi corazón para dar gloria a Dios".
Pero...
¡Que difícil resulta respetar y amar las imágenes viva de Dios -los otros Cristos-, que nos rodean y con las que tratamos! Atribulados, indigentes, enfermos decrépitos, inmigrantes... si además son groseros, sucios o nos quitan nuestro precioso tiempo.
¿Estimulan alguna vez nuestra oración?
San Pablo hoy nos recuerda: "Lo más grande es el amor".
Manuel Martín de Vargas
Ante las palabras de Jesús, "hoy se cumple esta Escritura", sus paisanos se quedan atónitos, y su asombro llega al colmo porque, al leer al profeta Isaías, corta la frase pronunciando solo las palabras de gracia y no las de ira y desquite que aparecen en el texto, bien conocido por todos. ¿Quién es Él para mutilar así la Escritura y arrogarse la misión de anunciar la buena noticia a los pobres, la liberación a los presos o devolver la luz a los ciegos? ¿Como tiene la osadía de ponerse a la altura de los profetas y recordar a todos la solicitud de Dios con aquellos que no pertenecen al pueblo elegido?
En aquel tiempo, y en el nuestro, quedaba mejor un Dios poderoso, fuerte y castigador, selectivo y elitista, y resultaba incomprensible un Dios alejado del Templo y de toda estructura de poder, un Dios de y para todos, especialmente atento con los pobres, cautivos, oprimidos, ciegos y enfermos.
Como Jeremías Jesús experimentó el rechazo de los suyos, y al igual que él encontró en el amor, ese que cree sin límites, espera sin límites y aguanta sin límites, toda la razón y fuerza para entregar la vida caminando al aire del Espíritu.
Que Jesús es Camino, Verdad y Vida quiere decir para el cristiano, que está llamado a seguir sus pasos, con sus mismas actitudes y sentimientos, pronunciando y actuando las palabras de gracia, luz, sanación y liberación, omitiendo las de ira y desquite. Quiere decir que estas palabras y actitudes son la verdad de nuestra vida como seguidores suyos e hijos del Padre ungidos y movidos por el Espíritu; que ellas son fuente de vida abundante y verdadera.
Por el bautismo fuimos hechos profetas con Jesús y como Él. Por eso prolongamos su misión entre todos los hombres y mujeres de nuestro mundo, de nuestro entorno. Por eso con Él y como Él sufriremos el rechazo de muchos que no pueden ni quieren oír, y menos ver en acción, las palabras y obras de gracia, misericordia y bendición.
Hoy el Evangelio nos habla del rechazo de Jesús por sus paisanos.
Y nosotros hoy, sus seguidores del siglo XXI, qué decimos, cual es nuestra actitud ante la lectura de este pasaje y el del Domingo anterior?
Nos rebelamos contra Dios, lo queremos echar de nuestra vida, de nuestra sociedad, nos estorba esas palabras de dar la buena noticia a los pobres, rescatar a los cautivos, dar vista a los ciegos y la proclamación del año de gracia?
Podíamos interrogarnos
--¿Siento la acción del Espíritu en mí, al que invocamos en nuestras oraciones?
--¿me considero enviado?
--¿qué buena noticia llevo a los pobres?
Hay pobres que necesitan comida, vestido, vivienda, pero hay otros, que además, necesitan ser visitados, escuchados, acogidos, acompañados……..
¿Cuál es mi actitud y mi atención de seguidor de Cristo, unas simples monedas o saltándome todo aquello que lo aleja de mí, me acerco y practico la misericordia?
--Hay, además de los que están en las cárceles, cautivos de sus pasiones y sus miserias como la falta de valores, la inversión de los valores en la vida, el tener por el ser, el placer por la dignidad, la permisividad por la moral y así podemos seguir una cadena de despropósitos….., que en la escala que sea, llega a nosotros y también somos cautivos y oprimidos en nuestras vidas. Hay una pastoral penitenciaria, pero si no te consideras con fuerza para ello, libera a esos otros que tienes a tu lado.
--Los oprimidos por las angustias y ansiedades que nos envuelven en la sociedad de hoy laicista y de espaldas a Dios y, me atrevería a decir, de espalda a lo serio, nos llena la charanga y la permisividad y el todo vale y nos alejamos del esfuerzo y el sacrificio.
--Además de enfermedad, hay ceguera que nos oscurece los caminos que no queremos ver, las actitudes de la vida que debemos llevar, el mal que no quiero y hago.
El cristiano tiene que buscar la cercanía de todos los que sufran circunstancias que disminuyan su dignidad, sea por carencias físicas o psíquicas y “”practicar la misericordia con ellos””
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