DOM-12C

domingo, 16 de junio de 2013

23 JUNIO  2013
DOM-12C


LUCAS 9, 18-24: ¿Quién dice la gente que soy yo?

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 16 junio, 2013 08:55 dijo...

¿QUE PIENSAN DE MÍ? (Lc 9,18-24)

La pregunta que Jesús formuló a sus discípulos – ¿Quién dice la gente que soy yo?– sigue provocando desconcierto en nuestro tiempo. Jesús de Nazaret –Jesucristo para sus discípulos y seguidores– es hoy como siempre una piedra de escándalo, es decir, un tropiezo que necesariamente encontramos en el camino y que obliga a tomar postura. Su doctrina –en tantos aspectos todavía ignorada– sigue siendo una palabra de esperanza y una apuesta por la Vida, pero el mundo al que vino como luz sigue –en muchos aspectos– viviendo de espaldas a él. Para unos es el Bautista, es decir, el predicador de la penitencia y de la conversión; para otros, Elías, el defensor de Dios y el mensajero de la ira divina contra los que se resisten; algunos, más benévolos, lo consideran un profeta que anunció un mensaje imposible. Y podríamos seguir: hay quienes le disculpan a él, pero condenan a sus seguidores; también están aquellos que consideran su doctrina una aberración y una amenaza para la condición humana; y aquellos que lo consideran un idealista cuyo mensaje pudo tener resonancia en otro tiempo, pero ahora resulta obsoleto.

Nada de esto nos puede extrañar. Fue figura discutida en su tiempo, lo ha sido en el tiempo posterior y lo está siendo en la actualidad. Pero lo que verdaderamente importa es la respuesta que damos a su pregunta porque de ella depende el sentido y el valor de muchas cosas. La verdad es que, a la postre, poco importa lo que piensen los demás. Lo que importa de verdad es lo que los cristianos pensamos de él. De ello depende el modo como escuchamos y acogemos su enseñanza y la manera de contemplar y dejarse interpelar por su vida. No me da miedo lo que otros piensen de Jesucristo. Lo que temo es lo que pensamos nosotros los cristianos, porque eso condiciona lo que puedan pensar de él los demás.

La mejor apología del cristianismo –la única posible en este tiempo– es la vida de los cristianos. Y no es fácil la cosa, como ya lo advirtió Jesús. San Lucas, tras la confesión de Pedro, introduce unas palabras duras y exigentes: aquellas que hablan de cruz y de fracaso, de olvido de sí mismo y de renuncia a la vida. La fe cristiana no es un pensamiento –a modo de una filosofía– sino un camino, una manera de entender la realidad y un modo de vivir. Ambas cosas van unidas y separarlas sólo conduce a su destrucción.

En estos tiempos, la persona, el mensaje y la vida de Jesucristo necesitan ser repensados a la luz del presente para que su poder salvador aparezca y actúe como en otros tiempos. Esa tarea corresponde a quienes nos llamamos seguidores suyos. Es un reto y una necesidad. La generación que ha traspasado la puerta del milenio ha cargado sobre sí con esta responsabilidad.

Maite at: 17 junio, 2013 17:11 dijo...

Hoy resuena en nuestros oídos la pregunta de Jesús: y vosotros, ¿quién decís que soy yo? La respuesta ha de ser personal y fruto de la experiencia, del trato asiduo y habitual con Él. La de quien siente, como el salmista, sed de Dios porque Él es el mayor anhelo de su alma, quien despierta y pone en pie todos sus deseos y esperanzas, y ha mostrado en su caminar de cada día, entre luces y sombras, su fuerza, su gracia y su gloria, haciendo brotar la bendición y la alabanza jubilosa.

La respuesta ha de ser la de quien experimenta en el camino de la vida el auxilio del Señor y se sabe resguardado y protegido a la sombra bienhechora de sus alas, sostenido por su diestra poderosa.

La de un hijo de Dios por la fe en Cristo, incorporado a Él por el bautismo y revestido por Él con sus mismos sentimientos y pasión por el Padre, el Reino y todos los hombres y mujeres de todos los rincones de la tierra, lenguas y culturas.

En el grupo de los discípulos es Pedro quien contesta la pregunta en nombre de todos y confiesa a Jesús como el Mesías de Dios. Pero Jesús deja bien claro su mesianismo: en su camino hay sufrimiento y rechazo por parte de los máximos dirigentes religiosos del pueblo. Hay muerte por ejecución y resurrección. Y ése es el camino del discípulo que le sigue: el de la entrega de la vida por todos aceptando las consecuencias que se derivan, renunciando al poder, al dominio y la gloria personal.

Quien tiene claro quién es Jesús para él forma parte del grupo de sus seguidores, que permanecen a su lado día y noche, y conoce las exigencias de Jesús: negarse a uno mismo para ser grano de trigo que da fruto al morir, perder la propia vida al servicio del Reino y los hermanos. Renunciar a un proyecto de vida personal para acoger y seguir el de Jesús, formando parte del mismo cuerpo donde todos se sirven unos a otros y se preocupan unos de otros.

Responder a la pregunta de Jesús define por donde van mis opciones, prioridades y decisiones. Indica donde está el tesoro que orienta la brújula de mi corazón.

Juan Antonio at: 23 junio, 2013 13:30 dijo...

¿Y vosotros quien decís que soy yo?
Hoy en todas las homilías se está haciendo esta pregunta y es lógico, la la hace Jesús en el Evangelio.
Pero hay muchos otros que nos hacen la misma pregunta a nosotros los cristianos, los que nos decimos, seguidores de su camino, de Cristo.
¿Qué les contamos a las gentes que desde sus miserias nos miran esperando una respuesta a sus desgracias, una acogida, una mirada, una compa-sión?
Para responder, tenemos que estar lleno de Jesús, pues no podemos hablar de lo que desconocemos, no podemos contar quien ese Jesús que nos sale al encuentro cada día si ese encuentro lo rechazamos o lo ignoramos o no sabemos o no queremos verlo.
Dicen que el mejor predicador es el que vive lo que predica y lo vive porque lo ama y lo ama porque lo conoce.
Y para empezar, hoy Jesús nos da lo que podemos decir el principio de su seguimiento, de ese llenarnos de Él para darlo después a los demás: negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguirle.
¿Quién es ese Jesús en que creéis?
Demos nuestra respuesta