5ºDOM-PASCUA

domingo, 11 de mayo de 2014
18 MAYO 2014
5º DOM PASCUA-A

JUAN 14,1-12. Yo soy  el camino y la verdad y la vida.

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 11 mayo, 2014 21:48 dijo...

¡NO TENGÁIS MIEDO! (Jn 14,1-12)

Jesús, tras anunciar la traición que se cierne sobre él, las negaciones de Pedro y su partida, intenta calmar el ánimo de los suyos por la lógica turbación del momento. Sus palabras nos recuerdan las de Isaías a Acaz, cuando “tembló su corazón y el corazón de su pueblo como se estremecen los árboles del bosque sacudidos por el viento... ¡Ten calma, no temas ni desmaye tu corazón!”. En aquella ocasión el motivo del estremecimiento fue el cerco de la ciudad; en el caso de Jesús es la traición de los falsos discípulos, la cobardía de los seguidores y la ausencia del Maestro lo que provoca el desconcierto y el miedo. La comunidad cristiana -entonces como ahora- estaba amenazada por la persecución de los adversarios, por la debilidad interna de sus miembros y por la sensación de olvido y abandono. Las dificultades se multiplican dentro y fuera de ella y, en los más comprometidos, aparece el miedo y la turbación con el riesgo de perder la fe.


El problema no es ya que el mundo se haya situado de espaldas a la luz, sino que los creyentes están dejando que se apague. La barca se agita en medio de la noche, sacudida por el viento y las olas, y la voz del maestro vuelve a sonar con un reproche: “¡Hombres de poca fe! ¿Por qué tenéis miedo?”. Sabe bien que el miedo es la mayor amenaza para la fe, porque es cierto que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.

Para ratificar sus palabras, Jesús se presenta como camino. No caminar con él es andar errante, perdido, sin meta y sin futuro. Conecta así con los sentimientos más profundos del hombre y ofrece una respuesta a su búsqueda. Pero hoy muchos han cesado en la búsqueda, se han instalado en el ahora de espaldas al después. El problema es que sin metas ni ideales ¿qué sentido tiene el vivir? La felicidad consiste en la dicha de saber que la vida tiene sentido y, sin metas, no hay sentido.

Tal vez por eso al camino une la verdad, entendida desde la mentalidad semita, según la cual no es la mentira absoluta lo que más daña al hombre, sino la ignorancia y las medias verdades. Porque, de la mentira abierta y clara podemos defendernos, pero estamos indefensos si nos atrapa la ignorancia o la verdad a medias -mezcla de lo verdadero y lo falso-. Y con la verdad, la vida, que es el complemento necesario y el principal valor, ya que todo es en función de la misma. Jesús es el camino verdadero hacia la vida o, si se prefiere, el camino a la vida verdadera. En estos tiempos de confusión y violencia, mentira y muerte, con el terrorismo y la guerra en tantos lugares, el corazón está amenazado por el desaliento y el miedo. Es necesario y consolador oír las palabras de Jesús para no perder la fe en Dios y en el hombre.

Juan Antonio at: 12 mayo, 2014 11:05 dijo...

En este Domingo Jesús se presenta en un dialogo interrogante y alentador, en un dialogo que nos interpela y nos tranquiliza, con afirmaciones que desconciertan a los apóstoles y los deja en la seguridad de su adhesión prestada en la duda, en los miedos, en los desconciertos de saber cómo sabían, que a Jesús lo iban a matar, no solo porque Él lo dijera (cosa que no aceptaban), sino porque veían el ambiente hostil.
En ese ambiente Jesús les dice que va a prepararles sitio junto al Padre, que es el camino, la verdad y la vida y que Él es el rostro visible del Padre, porque el Padre y el Hijo son una misma cosa en la unidad del Espíritu.
Y empiezan las dudas, no sabemos dónde va, muéstranos al Padre y Jesús se incomoda, se molesta, y les deja ese testamento, podemos decir, junto con el único mandamiento del amor, yo soy el camino, la verdad y la vida: es decir para ir al Padre ante el que os voy a preparar sitio, tenéis un estilo de vida que es el mío, como camino tenéis mis enseñanzas, como meta de ese camino, la verdad que soy sobre Dios y el hombre y como vida la de mi Padre Dios al que le pido que os la dé completa y en abundancia.
Ese es el cristianismo, ese ese el estilo de vida que Jesús nos dejó y que se compendió después en cuatro formulaciones de sus enseñanzas y en esos otros escritos de la primera comunidad, a la que tenemos que volver los ojos en muchas de las cosas que hemos ido olvidando y con nuestro olvido hemos institucionalizado en lo que llamamos derecho positivo que no divino, y que hemos puesto, quizás, en más de una ocasión por delante de aquel; se ha perdido la vitalidad del pueblo de Dios, las decisiones de las asambleas, las preocupaciones y su solidaridad y hemos clericalizado en exceso nuestra comunidad de seguidores de Jesús, con olvido de unos muchos, a los que se les pide el amén, que por otra parte no sabemos qué quiere decir, pues no es solo, así sea.
Los hombres todo lo queremos hacer nuestro y olvidamos ese estilo de Jesús que se concreta en ese llamado juicio de las naciones que nos propone S. Mateo en el capítulo 25 de su Evangelio, “”venid benditos de mi padre…….” Es decir en el amor, hecho realidad y no canto de sirena para acallar nuestras tristes conciencias.
Yo soy el camino, la verdad y la vida, es el Jesús del que nos llamamos seguidores, pero cuyo seguimiento lo hemos hecho a nuestro apaño y lo hemos desvirtuado por completo. Como decía Jesús ““juráis por el oro del templo y del altar y qué vale más el oro o el altar y el templo?””; nos hemos ido por las ramas y no vemos el tronco, hemos perdido el camino, hemos desvirtuado la meta que es la verdad y llevamos una vida pálida y sin color.
Pero como Él nos amó primero, y nos enseñó que amar es darlo todo, volvamos nuestros ojos a ese Jesús, a ese Camino, a esa Verdad y esa Vida, y preguntémonos y ¿Jesús qué haría?
Sintamos la mirada del Señor en nosotros, seamos dichosos porque su misericordia viene sobre nosotros en cada momento, porque nuestra esperanza se hace realidad.
Gracias, Señor, por tantas cosas, por todo.

Maite at: 12 mayo, 2014 18:35 dijo...

A veces no es fácil orar con pasajes del evangelio de Juan por su densidad. Pero este domingo podemos escuchar las palabras que Jesús nos dirige como a discípulos suyos y dejar que resuenen en nuestro interior las que nos tocan el alma y hacen vibrar nuestro corazón.

Son muchos los santos conocidos y queridos, tanto del cielo como de aquí abajo, que se han alegrado y se alegran al saber, por boca de Jesús, que en la casa del Padre hay muchas estancias y que Él mismo nos prepara allí un sitio. Porque somos todos tan distintos, con historias tan diferentes y vidas tan complejas y diversas, que es un consuelo saber que en la casa del Padre cabemos todos, que no hace falta seguir un patrón o modelo predeterminado para encontrar hueco ahí. No hay derechos ni clases preferentes, no hay aristocracia ni suites presidenciales. Hay muchas estancias donde todos sus hijos tenemos sitio preparado.

Gracias a Tomás y su pregunta confiada obtenemos la respuesta de Jesús a la nuestra sobre el camino a seguir, la verdad que creer y la vida. Y la oportunidad de hacer experiencia personal de Jesús como camino, verdad y vida. Mirándole actuar y caminar entre los suyos sé qué hacer, por qué y por quienes optar; puedo distinguir la verdad de lo falso, vano y engañoso, de la mentira y la hipocresía, y elegir entre ellas. Y sé que la vida se encuentra entregándola por amor en la cruz y en el servicio abnegado y fiel a los demás.

Gracias a Felipe y su deseo de ver al Padre amado de Jesús sabemos que mirarle a Él es ver al Padre, que el Padre está en cada gesto y palabra suyas, en cada rasgo de ternura, de amor y misericordia, de sanación y perdón. Así es el Padre, en nada distinto de Jesús.

Si Jesús es nuestro camino, verdad y vida no necesitaremos más para que ahora, como en tiempo de los Hechos de los Apóstoles, crezca de día en día el número de sus discípulos. Y viendo en Él al Padre creeremos que es verdad que formamos parte de una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, y que estamos llamados a salir de las tinieblas y a entrar en su luz maravillosa.