DOM-27-A

domingo, 28 de septiembre de 2014
5 OCTUBRE 2014
DOMINGO 27-A

Mt 21, 33-43: PARABOLA DE LOS VIÑADORES HOMICIDAS.

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 28 septiembre, 2014 08:37 dijo...

DE LA RESPONSABILIDAD Y LA VIDA

La segunda parábola de Jesús en el debate con las autoridades religiosas del templo tiene una fuerza insuperable. Como telón de fondo entrevemos el poema de Isaías (5,2-2) que habla de una viña a la que se mimó y, en lugar de dar buena uva, dio agrazones. Era una metáfora sobre la ingratitud. Jesús habla más bien de injusticia y desengaño.

Era costumbre pagar el arrendamiento de la tierra con parte de los frutos, pero las condiciones abusivas de los arrendatarios y los fuertes impuestos, unido a las malas cosechas, fueron causa de no pocos levantamientos de los campesinos contra los terratenientes y las autoridades romanas. El hecho explicado por Jesús no sonaba extraño a sus oyentes. Lo extraño y sorprendente es que se atrevieran a matar al heredero. ¡Era ir demasiado lejos!

La aplicación de la parábola no admite dudas: El Reino de Dios fue entregado a Israel, pero éste no dio el fruto esperado, sino todo lo contrario. Por eso se dará a un nuevo pueblo que no defraudará los deseos de Dios. En el contexto del evangelio de Mateo, la parábola contiene un mensaje de aliento para una comunidad que era menospreciada por quienes se consideraban auténticos depositarios de la salvación.

Leída hoy, la parábola da pie a una seria y comprometida reflexión sobre la responsabilidad de cada generación y de cada individuo ante la historia. Creemos los cristianos que todo responde a un designio de Dios -lo llamamos historia de la salvación- y que ese designio se realiza en el tiempo con el concurso de los hombres. Dios no prescinde del hombre para salvar a los hombres. Pero aquellos a los que ha elegido como instrumentos de su quehacer, por ser humanos, pueden fallar y poner así en peligro ese designio, en cuyo caso sólo le queda apartalos y entregar la misión a otros que respondan mejor a lo que se les encomienda. La Iglesia tiene una responsabilidad en cada etapa histórica de cara a sus contemporáneos. Reunida en concilio, la entendía de esta manera: “La Iglesia sólo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo, para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido” (GS 3).

Esta es la misión de la Iglesia y de cada uno de los creyentes y no creo exagerar diciendo que es la misión de todo ser humano, pues, al mundo venimos porque nos tocó en suerte, pero, una vez en él, estamos para algo. Es ese algo lo que da sentido a la vida y hace al hombre feliz. Sin ello viene el vacío, el absurdo, el sinsentido del que sólo se escapa con la muerte o refugiándose en paraísos artificiales que, al desvanecerse, aumentan el dolor del espíritu. Al final todo se resuelve en una cosa: saber para qué hemos nacido y emplearnos a fondo en ello. Lo demás es correr detrás del viento.

Maite at: 30 septiembre, 2014 20:18 dijo...

El evangelio nos recuerda que nadie puede gloriarse en los dones recibidos de Dios. Somos responsables de su administración y nuestro deber es hacerlos fructificar. Ante Dios nadie tiene derechos, y sus dones y bienes son para quienes los aprovechan y hacen buen uso de ellos.

El profeta Isaías describe el amor y los cuidados del Señor para con su viña. Esa viña somos cada uno de nosotros y el fruto que se espera que demos es ser consecuentes con nuestra condición de hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

Santa Teresa decía que si no conocemos, si no nos damos cuenta, de que recibimos, de que somos objeto del amor y los desvelos de Dios, no despertamos a amar. Ni a Él ni a los demás. No podemos dar fruto, somos estériles. Por eso el texto de Isaías nos invita a contemplar con calma nuestra historia personal para descubrir en ella no solo nuestros trazos y renglones, sino también, y principalmente, los de Dios. Es importante ser conscientes de su presencia en nuestras vidas y de la calidad de esa presencia. Si no nos sentimos objeto privilegiado de su amor difícilmente podremos dar fruto. Solo el amor saca amor.

Un primer vistazo no es suficiente. Hace falta abrir con atención los ojos y oídos, mente y corazón, para afinar los sentidos que nos permitan fotografiar los pasos de Dios en nuestra vida de cada día, sus dedos, y hasta sus sentimientos y pensamientos pendientes de nosotros; sus inspiraciones más profundas y sus correcciones de mil maneras. Pueden tener el rostro de personas muy cercanas, de circunstancias o acontecimientos. Hay que leerlos en su Palabra y en nuestro caminar cotidiano.

La oración del salmista, como la nuestra, brota de saberse la viña del Señor, y le pide: ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó.

Y Pablo nos exhorta a vivir en la paz del Señor, teniendo en cuenta todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable y laudable; todo lo que es virtud o mérito. De ahí sale el buen fruto.

Juan Antonio at: 01 octubre, 2014 19:52 dijo...

Hemos recibido y recibimos cada momento gracias innumerables por parte de Dios, que en su inmenso amor, que me perdone los teólogos, Dios no sabe hasta dónde llegar y para ello solo tenemos que rezar el salmo 8, “ ....cuando contemplo los cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que fijaste, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él? A penas inferior a los ángeles lo hiciste, lo coronaste de gloria y majestad....”
Y cuál es nuestra respuestas a todo ese cumulo de dones recibidos desde nuestro ser, nuestro nacimiento, nuestro bautismo, y así seguimos con nuestra acogida en una familia, nuestros primeros balbuceos en la enseñanza de nuestra relación con Dios, de la enseñanza en este modo de vivir y sentir con Dios y los hermanos, crecimos y seguimos recibiendo dones en nuestra formación, en nuestra preparación,....... siempre hemos sido cuidados, mimados, llenos de atenciones y como decía, cual es nuestra respuesta?
Cada uno examine la suya, cada uno vea hasta donde ha rechazado los cimientos de nuestro templo vivo, son muchas pero son más las atenciones en la reconciliación, son más los cuidados, son más las ilusiones que se han puesto en cada uno de nosotros a pesar de las frustraciones.
Por eso Pablo en esta semana nos pone un versículo que es por una parte, una aceptación nuestra de ese modo de vivir y ser de Dios en nosotros, pero todo eso los demás lo tienen que ver porque nosotros, porque yo lo pongo en práctica, no es que lo sepa, lo tenga retenido, lo conozca a la perfección, sino que lo practico como testimonio vivo de todo eso que me ha sido dado, desde Pablo para acá, por cuanto conmigo se han encontrado, por cuantos Dios ha puesto en mi camino, para que yo sea para los demás piedrecita que conforme el templo vivo de Dios que es su Iglesia, a la que muchas veces nos olvidamos de pertenecer y creemos que es ese mínimo que nos guía y nos conduce, ¡ilusos! la Iglesia es cosa de todos y si los unos y los otros piensan de modo distinto, apague y vámonos.
Tomemos energía para seguir nuestro camino, siempre aprendiendo, siempre en formación, y así “” no nos alejaremos de Ti, danos vida para que invoquemos tu nombre, Señor””
María, Madre de todos los hombres, ayúdanos a decir AMEN