1º DOM-CUARESMA

domingo, 7 de febrero de 2016
14 FEBRERO 2016

1º CUARESMA-C

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 07 febrero, 2016 18:49 dijo...

LA TENTACIÓN (Lc 4,1-13)

La tradición decía que Israel, en el desierto, había sufrido tres grandes tentaciones: el hambre, la idolatría y la desconfianza en Dios. En los tres casos sucumbió. El Mesías, en el desierto, sufre las mismas tentaciones, pero sale airoso de ellas. Así comienza el tiempo de Cuaresma. Se nos recuerda que la tentación es parte de la vida, que ningún nacido de mujer se libra de ella y que no es humillante la experiencia de sentir la propia debilidad, si bien es importante estar alerta para no dejarse engañar con buenos argumentos -el tentador utiliza incluso la Palabra de Dios para seducir-.

La primera tentación es la de convertir las piedras en pan. La dureza del camino, las necesidades legítimas, la conveniencia puede ser un buen argumento para olvidar que la Palabra de Dios es el primer alimento. Jesús es tentado de ignorar la Palabra -el mensaje que tenía que anunciar- y acomodarla a sus intereses y conveniencia. Sucumbe el hombre a esta tentación cuando sacrifica la verdad para satisfacer intereses personales. Es la tentación de quienes sacrifican la verdad en el altar de la riqueza.

La segunda tentación es un espejismo: se le promete todo el poder mundo. El tentador reconoce que ese poder le ha sido dado y miente cuando afirma que puede disponer de él a su antojo. Engañado y engañando reclama ser tratado como un Dios. Es el espejismo de los poderosos. Sucumbe a esta tentación todo el que gasta su vida en escalar el primer sitio -el que le sitúa por encima de todos los demás-. Es un espejismo estúpido y ya Daniel puso de relieve su inutilidad con la imagen del ídolo con pies de barro. Es la tentación de quienes lo sacrifican todo al dios-poder.

La tercera tentación tiene lugar en el templo. Jesús siente la necesidad de pedir una prueba del favor del Padre. Es la tentación que brota de la desconfianza, de la duda. Israel, en desierto, llegó a preguntarse: ¿Está o no está Dios con nosotros? Es la tentación más peligrosa y afecta de modo especial a los que sacrifican su vida por los demás. La sufren quienes dudan de la eficacia o utilidad de su entrega. Es la tentación de sacrificarlo todo en bien del éxito.

Las tres tentaciones reflejan tres situaciones genuinamente humanas y reflejan tres modos de entender la existencia: el de aquellos que ven en la riqueza el sentido de la vida y no dudan en sacrificar a ella todos los valores; el de quienes lo centran todo en el poder -del tipo que sea- y viven permanentemente en el espejismo de creerse dioses; y el de quienes no soportan la idea de haberse equivocado y viven en la ansiedad de alcanzar el reconocimiento y el éxito. Riqueza, poder y prestigio. El Mesías, guiado por el Espíritu, tenía que soportar la prueba para mostrar el error que supone sucumbir ante el ídolo del poder económico, político o social que, como Saturno, es un dios cruel que termina devorando a sus propios siervos.

Francisco Echevarría

Maite at: 09 febrero, 2016 20:31 dijo...

Se nos dice en la Biblia que hay un tiempo para cada cosa: tiempo de sembrar y tiempo de recoger, tiempo de reír y tiempo de llorar. También hay un tiempo para la tentación. El silencio y la soledad son lugares privilegiados para el encuentro con Dios y espacios propicios para el combate.

Las tentaciones son las mismas para todos: el dominio y el poder, y para nosotros, los creyentes, hay una especialmente sutil y atrayente: utilizar a Dios a nuestro antojo, disponer de él a voluntad. A veces nos seduce ponerle a prueba y someterle a un auténtico chantaje: que demuestre su poder, si tanto nos quiere y es tan bueno, apartando de nuestro camino todo lo que nos hace sufrir y nos mortifica. Dios es nuestro Padre, se hace nuestro amigo y compañero de camino, no nuestro camarada con influencias.

¿Cómo vencer la tentación? El libro del Deuteronomio nos presenta la profesión de fe del pueblo escogido, que ha experimentado la liberación y medita sobre ella, llegando a postrarse ante el Señor su Dios. En Pablo encontramos la profesión de fe del que cree en Jesucristo, el Señor. Nos recuerda que por la fe del corazón llegamos a la justicia, y por la profesión de los labios a la salvación.

En la tribulación el salmista ora. Se sitúa al amparo del Altísimo, a su sombra, hace de él su refugio y pone en él su confianza. Jesús contesta al diablo: "No sólo de pan vive el hombre" "Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto" "No tentarás al Señor tu Dios"

Durante el tiempo de Cuaresma el Espíritu nos conduce al desierto. Podemos hacer en nuestro corazón un espacio de silencio donde meditar más a menudo la Palabra de Dios, donde adorar al Señor con más frecuencia y más cariño, donde dejar a Dios ser Dios en nuestra vida de cada día.

juan antonio at: 12 febrero, 2016 19:38 dijo...

En este primer domingo de Cuaresma y con el pasaje evangélico del miércoles de ceniza, sobre la oración, ayuno y limosna, como punto de partida y hoja de ruta para todo este tiempo, mi reflexión será sobre el primer versículo del Evangelio de este Domingo “Jesús, lleno de Espíritu Santo, regresó del Jordán y el Espíritu lo fue llevando por el desierto durante cuarenta días”

El desierto, lugar inhóspito y despoblado, tierra no cultivada, sin apenas seres humanos, más que en el tránsito del mismo, es la soledad absoluta, la pobreza de todo menos de alimañas, ante el cual el hombre experimenta todas sus debilidades y para ello solo tenemos que leernos el Libro del Éxodo y comprenderemos la austeridad y dureza del desierto.

Pero algo tendrá cuando tantas personas se retiraron al desierto, en el pasado y en el presente, desde el paso del pueblo de Dios en su éxodo a la tierra prometida, como los profetas, la comunidad de los esenios, Juan el Bautista, los Padres del desierto como Antonio Abad y las primeras comunidades bajo Pacomio, Basilio, Benito, el mismo S. Pablo permaneció tres años en el desierto de Arabia antes de ponerse en contacto con Pedro (Gal 1,17) y en los tiempos modernos es conocido por ello, el Padre Foucauld.

Algo tiene el desierto que atrae, incluso fuera de él, a llevar una espiritualidad del desierto, a vivir en la rudeza, la pobreza, la soledad, el silencio, como medio de llegar a un encuentro con el que nos ama, un encuentro con el Dios Amor, un encuentro con el Dios que acompaña y vive pendiente de ti, aunque no lo veamos, si no hacemos hueco en nuestro vivir para dedicarle ese tiempo de búsqueda y de encuentro en la intimidad.

Ahora es tiempo de vivir en el desierto, viviendo el silencio aún dentro del ruido de las cosas de este siglo XXI, viviendo la austeridad y la soledad para encontrarnos con Dios que nos espera cada día, cada momento, con los brazos abiertos para nuestra reconciliación, para que dejemos lo que nos sobra y llenarnos de Él, dejar las cosas inútiles y buscar lo que nos llena de VIDA, para que rebosemos en los demás, pues nunca podemos ser egoístas, pues ser perfecto, misericordioso, compasivo como nuestro Padre, es para que lo seamos con los que nos rodena, y con los que no, los lejanos, pues desde siempre hemos tenido el mayor medio de comunicación, la oración.

Vivamos nuestros días de cuaresma desde el desierto y no te lleves demasiadas cosas, materialmente vive con lo imprescindible y espiritualmente, la Biblia, sea tu fuente de búsqueda de Dios.

Termino con las palabras de S. Pablo en su carta que dice la Escritura “”Quienquiera que ponga en Él su confianza, no quedará defraudado””

María, Madre de la Misericordia, ayúdanos en nuestro caminar, AMEN