3º DOM-CUARESMA

lunes, 22 de febrero de 2016
28 FEBRERO 2016

3º CUARESMA-C

4 comentarios:

Paco Echevarría at: 22 febrero, 2016 08:28 dijo...

LA CARA OCULTA DEL MAL (Lc 13,1-9)

Tomando pretexto de dos hechos históricos -la matanza de devotos en el templo y el derrumbamiento de la torre de Siloé-, quienes siguen a Jesús analizan la catástrofe a partir del principio teológico que decía no haber castigo sin culpa previa. Toda desgracia era vista como el justo castigo de pecados ocultos o manifiestos. Jesús no entra en ese debate, sino que analiza los hechos desde la mentalidad apocalíptica de su época.

Según ésta, toda catástrofe es anuncio del fin. Jesús aprovecha dos grandes desgracias -un acto de crueldad y un accidente- para invitar a la conversión. Para él, la desgracia es una llamada a entrar dentro de nosotros mismos y una oportunidad para volver el corazón a Dios. No es cuestión de ver quiénes son culpables y quienes inocentes, sino de comprender el alcance del momento presente como una oportunidad para rectificar el curso de la vida mientras hay tiempo.

Al ser humano le resulta insoportable el absurdo. Por eso, ante el sufrimiento -sobre todo de los inocentes-, mira al cielo y pregunta: ¿por qué? Para unos la respuesta es descorazonadora: choca contra un Dios todopoderoso que permanece insensible ante el dolor de sus criaturas. No es nuevo este planteamiento. Ya Homero decía que los dioses tejen el destino de los mortales para que sufran, mientras que ellos permanecen impasibles. Otros -como los contemporáneos de Jesús- creen que siempre hay un pecado detrás. Creen, por tanto, en un Dios justo que no consiente que nadie viole sus normas. También están quienes dan al sufrimiento un sentido purificador y ven en la desgracia un signo del amor divino hasta el punto de afirmar que la gloria de Dios reposa sobre el que sufre y que el camino que conduce al futuro es el dolor. Creen éstos en un Dios que educa con la vara. Ninguno de ellos conoce al Dios predicado por Jesús que es padre misericordioso y sufre el sufrimiento de sus hijos.

Pero no olvidemos que el verdadero drama no es el mal físico y la desgracia, sino el pecado. Él es el rostro oculto de mal. Jesús -con la parábola de la higuera- sitúa el debate en otro nivel. La verdadera muerte -el verdadero mal- es dejar que la maldad se instale en el corazón. Es falso que el dolor convierta la vida en algo miserable y sin sentido. La mayor de las desgracias no es el sufrimiento -como pensaba Buda-, sino la perversión. Es esto lo que hace a los hombres verdaderamente desgraciados al privarlos de Reino de Dios. Por eso Jesús, ante un enfermo primero sana el espíritu y luego el cuerpo. Una de las contradicciones de nuestro mundo es que, mientras diseñamos una vida exenta de dolor y confundimos placer y felicidad, abandonamos los valores morales y dejamos que el corazón quede como un desierto en el que la anomía -la ausencia de principios y normas- sea la norma.

Francisco Echevarría

Manuel Martín de Vargas at: 22 febrero, 2016 08:29 dijo...

UN AÑO MÁS

Domingo 3º Cuaresma

Jesús llama al arrepentimiento de Israel y no solamente a sus dirigentes. Y la llamada se abre para todos: rechazar definitivamente al pecado, tanto en sus actos aislados como en la actitud, su origen y causa, el fondo del corazón.
Rechazar el pecado es apartarlo para siempre. No contentarse con un pecar más, sino acabar con el pecado metido en el alma para que así cesen los actos aislados.

Jesús sabe que puede cerrarse la puerta (parábolas de las 10 vírgenes y la invitación al banquete) y no quiere que se le cierre a nadie. Y aunque no haya frutos de justicia, aunque sea una vida vacía, por mucho que sea estéril la vida, siempre llama sin dejar de hacerlo. Confía en el hombre, cree en el hombre, en el hombre pecador.

Por eso la bondad de Dios es lo único que puede mover al hombre a la conversión. No es que el hombre al convertirse encuentre la gracia de Dios, sino que la gracia de Dios es la que convierte. Y la gracia aquí es la bondad y la misericordia.

San Pablo advierte de "no recibir en vano la gracia de Dios" (2Cor. 6,1). Por eso: Hay que abandonarse a la gracia.

Y cuando se haga habrá menos angustia y más confianza, en este nuevo plazo que el Señor nos da.

Manolo Martín de Vargas

Maite at: 23 febrero, 2016 21:20 dijo...

El dios del salmista es compasivo y misericordioso, y despierta en el corazón del creyente la alabanza y la bendición. Perdona sus culpas, cura sus enfermedades, le colma de gracia y de ternura. Defiende a los oprimidos y es lento a la ira y rico en clemencia.

En cambio hay algunos en tiempo de Jesús, y todavía en el nuestro, que creen que quienes sufren la desgracia en carne propia son culpables y castigados por Dios.

Jesús nos llama a todos a la conversión y nos habla de la paciencia de Dios, de las oportunidades que nos da. Pero las decisiones son nuestras, de ahí las palabras de Pablo: el que se cree seguro, ¡cuidado no caiga!, porque también los que atravesaron el desierto con Moisés participaban todos del mismo alimento y bebida espirituales, pero no todos agradaron a Dios y llegaron a la tierra prometida.

El libro del Éxodo nos recuerda que no podemos manejar a Dios. No le podemos dominar ni disponer de él a nuestro antojo. Su mente y sus pensamientos no están a nuestro alcance. No somos sus jueces.

Los santos nos enseñan que a Dios se le gana con amor, por pequeño que sea. Por eso el salmista no pretende conocer los designios de Dios. Canta con todo su ser lo que experimenta de él y así le retrata: como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles.

juan antonio at: 24 febrero, 2016 21:08 dijo...

En la primera semana contemplábamos el encuentro con Jesús en la nada del desierto, en la segunda el vivir de la Palabra de Jesús, Hijo del Padre, que aparece glorificado ante los apóstoles, con la recomendación del Padre, ESCUCHADLO.
Esta tercera semana, se nos pide la conversión, el cambio de nuestra vida, de mi vida, mis actitudes, mis conductas diarias, mi modo de ver y sentir las vicisitudes de las cosas a lo largo de nuestro pasar por este mundo, nos pide mirar a Dios y no buscar excusas para los sucesos de nuestra finitud.

El Evangelio de hoy en su primera parte, la noticia que dan a Jesús y la que Él da, sobre las muertes por actos dictatorial y por accidente, nos está llamando a un cambio en nuestro vivir sin mirar a nada, sino a nosotros mismos y todo lo que tenemos que dejar atrás y en la última parte nos cuenta la parábola de la higuera estéril, grito de Jesús contra nuestra vida, vacía de Dios y llena de un montón de cosas que no nos satisfacen para nada, porque el hombre/mujer es algo más que materia, es amor ( Genesis 1,26 y 1ª de J 4,8) y éste se da, se concreta en acciones de misericordia a cada momento de nuestro vivir y en esto es conformarse al Evangelio o como dice el libro que edita Caritas para Cuaresma y Pascua, que en el Miércoles de ceniza, pregunta “que tiene nuestra vida de Evangelio”.
Porque el Evangelio, se puede leer, meditar, reflexionar, orar con él, pero si está lejos de nuestra vida, o mejor dicho nuestra vida lejos del Evangelio, de nada sirve todo lo que hagamos, digamos, pensemos y recemos.

Pidámosles a Dios que nos espere un año más, que vamos a cuidarnos, que vamos a vaciarnos de nosotros para ir llenándonos de Él y así encontrará frutos, porque esta Cuaresma no va a ser una más.

Recemos el Salmo de este Domingo, grandioso, en la esperanza de que el Señor perdona nuestras culpas y cura nuestras enfermedades y nos colma de gracia y ternura, es compasivo y misericordioso.
María, Madre de la Misericordia, enséñanos a ser compasivo y misericordioso con cuanto nos rodean. AMEN