DOM-12C

domingo, 12 de junio de 2016
19 JUNIO 2016

DOM-11C

2 comentarios:

Paco Echevarría at: 12 junio, 2016 08:40 dijo...

¿QUE PIENSAN DE MÍ? (Lc 9,18-24)

La pregunta que Jesús formuló a sus discípulos – ¿Quién dice la gente que soy yo?– sigue provocando desconcierto en nuestro tiempo. Jesús de Nazaret –Jesucristo para sus discípulos y seguidores– es hoy como siempre una piedra de escándalo, es decir, un tropiezo que necesariamente encontramos en el camino y que obliga a tomar postura. Su doctrina –en tantos aspectos todavía ignorada– sigue siendo una palabra de esperanza y una apuesta por la Vida, pero el mundo al que vino como luz sigue –en muchos aspectos– viviendo de espaldas a él. Para unos es el Bautista, es decir, el predicador de la penitencia y de la conversión; para otros, Elías, el defensor de Dios y el mensajero de la ira divina contra los que se resisten; algunos, más benévolos, lo consideran un profeta que anunció un mensaje imposible. Y podríamos seguir: hay quienes le disculpan a él, pero condenan a sus seguidores; también están aquellos que consideran su doctrina una aberración y una amenaza para la condición humana; y aquellos que lo consideran un idealista cuyo mensaje pudo tener resonancia en otro tiempo, pero ahora resulta obsoleto.

Nada de esto nos puede extrañar. Fue figura discutida en su tiempo, lo ha sido en el tiempo posterior y lo está siendo en la actualidad. Pero lo que verdaderamente importa es la respuesta que damos a su pregunta porque de ella depende el sentido y el valor de muchas cosas. La verdad es que, a la postre, poco importa lo que piensen los demás. Lo que importa de verdad es lo que los cristianos pensamos de él. De ello depende el modo como escuchamos y acogemos su enseñanza y la manera de contemplar y dejarse interpelar por su vida. No me da miedo lo que otros piensen de Jesucristo. Lo que temo es lo que pensamos nosotros los cristianos, porque eso condiciona lo que puedan pensar de él los demás.

La mejor apología del cristianismo –la única posible en este tiempo– es la vida de los cristianos. Y no es fácil la cosa, como ya lo advirtió Jesús. San Lucas, tras la confesión de Pedro, introduce unas palabras duras y exigentes: aquellas que hablan de cruz y de fracaso, de olvido de sí mismo y de renuncia a la vida. La fe cristiana no es un pensamiento –a modo de una filosofía– sino un camino, una manera de entender la realidad y un modo de vivir. Ambas cosas van unidas y separarlas sólo conduce a su destrucción.

En estos tiempos, la persona, el mensaje y la vida de Jesucristo necesitan ser repensados a la luz del presente para que su poder salvador aparezca y actúe como en otros tiempos. Esa tarea corresponde a quienes nos llamamos seguidores suyos. Es un reto y una necesidad. La generación que ha traspasado la puerta del milenio ha cargado sobre sí con esta responsabilidad.

juan antonio at: 15 junio, 2016 09:43 dijo...

Hoy el Contexto de la Hoja empieza como otras veces he terminado mi reflexión sobre este pasaje, para comprender quien eres, me pregunto quién soy yo para Ti, pues esta afirmación nos hará llegar a nuestra identidad de cristiano, porque sabemos qué somos para Cristo.
La rutina nos hace perder muchas cosas, porque todos los días amanece, todos los días nos relacionamos con los demás, todos los días cubrimos nuestras necesidades y así en todo el caminar de nuestra vida ordinaria, pero ni todos los días amanece igual, ni nuestras relaciones con los demás son las mismas, ni nuestras necesidades iguales y en ello tenemos que ver que debemos ser creativos, darle a las cosas ordinarias un valor nuevo, como decía Juan Pablo II que debía ser nuestra caridad, nuestra acción solidaria con los demás, porque si no, nuestra vida deviene ramplona y triste, en la que por mucho cumplir no vivimos ni sentimos ni nos llena el amor de Dios que se nos derrama cada instante en nuestra alma y por ello quién digo que es Jesús? Quien soy para Jesús? El Jesús al que le pido todo y me quedo quieto? Soy un simple pedigüeño sin dar y menos darme?.
Pues si no doy, si no me doy, si no pierdo mi vida por el Reino en esas cruces diarias que me exige el seguimiento de Jesús, no sé quien es Jesús ni quién soy yo para Jesús: soy un metal que resuena, unos platillos que aturden pero no un seguidor del camino al que llama Jesús que no es otro que la construcción de su Reino, de su reinado, que nos explicó a lo largo de los Evangelios y como nos dice la Hoja al principio de la segunda página ”Desgraciadamente el reino de Dios es una realidad olvidada por no pocos cristianos” quizás perdidos en muchos Rosarios, Novenas, ( que no es malo) en muchas misas (que no Eucaristías) en muchos besa pies de imágenes, pero del hermano que sufre, que se alegra, que padece, que enferma, que….., me acuerdo? lo visito?, qué hago por él?.
Mi alma está sedienta de Ti, Señor, Dios mío, pero no sabe o no quiere encontrarte, que todo puede ser, donde Tú estás, en los demás.
Señor, como el canto del salmo, mi alma está reseca, agostada, sin agua, ven y cúrame y enséñame a seguirte para saber quién eres Tú, enséñame a desprenderme de todo aquello que me sobra y que me impide verte.
María, Madre de todos los hombres, ayúdame a decir AMEN