24 JULIO 2016
DOM-17C
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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ORAR (Lc 11,1-13)
La oración es –debe ser– una actividad habitual del cristiano. Pero no están los tiempos para detenerse un poco y entregarse sin prisa a algo que algunos consideran un tiempo perdido. Los mejor intencionados dicen que hay demasiados problemas en el mundo para emplear tiempo en algo que ven como una huida de las dificultades. Otros dicen que no pasa de ser una conversación con un ser mudo que nunca contesta. Los hay que no saben qué hacer en una actividad en que los minutos parecen horas.
Siempre tenemos un pretexto para no orar. Y, sin embargo, es algo esencial en la vida cristiana. Jesús –que sabía mucho de compromiso, de preocupación por las personas y de afrontar problemas– pasaba noches enteras en oración. No le restaba tiempo ni al Padre ni a los hombres. Se lo restaba al sueño. La oración estuvo presente en los momentos más importantes de su vida: en el desierto, en el cenáculo, en Getsemaní y en el calvario. Era para él una fuente de energía para afrontar el reto de cada día.
Las instrucciones que da a sus discípulos son claras: lo primero es situarse ante Dios como ante un padre. Si no se llega ahí, lo que sigue resulta difícil de entender. Y hay que insistir. No es cosa de un rato, sino algo integrado en la vida. A Dios no se le da una propina de nuestro tiempo, sino el tiempo que le corresponde. Incluso los más cumplidores se conforman con poco: damos a la Iglesia la calderilla de nuestro dinero y a Dios la calderilla de nuestro tiempo. Y que la misa no dure mucho.
En cuanto al contenido de la oración, hay que decir que es muy diverso, pero la más humana es la de petición. Pedir significa reconocer la propia indigencia, la propia debilidad –sentirse humano, es decir, humilde–; y es creer que Dios –como buen padre– con una mano nos sostiene y con la otra nos protege. Lo cual no significa que tenga que hacer lo que queremos o pedimos –mal padre es el que da a sus hijos todos los caprichos porque les priva de formar el carácter y de fortalecer el ánimo–. Dicen los místicos que hay que tener mucho cuidado con lo que se pide porque te lo pueden conceder y ¿a ver qué haces luego? Con ello indican que hay que saber pedir.
Y termino con una advertencia a los reticentes: la oración no es sólo un encuentro con Dios; también es un encuentro con nosotros mismos. Miramos demasiado al suelo y olvidamos que se nos permitió caminar de pie para poder mirar al cielo y comprender cuál es nuestro sitio en el mundo. Si hemos sido creados a imagen de Dios, sólo mirándole a él podremos conocernos a nosotros mismos y comprender cuánta dignidad se encierra en cada ser humano. Ya pasó el tiempo en el que se creía que mirar a Dios lleva a olvidarse del hombre. Más bien es lo contrario.
Abrahán, en su oración, se dirige a un dios personal que parece, sin embargo, desempeñar el papel de un severo patrón al que hay que dirigirse con sumo cuidado, como pisando huevos. Eso impide a Abrahán llegar hasta el fondo de su intercesión-negociación. Su oración es aún pusilánime.
El salmista ha llegado más allá en su relación personal con Dios. Ha experimentado su acción en lo concreto de su vida, y su corazón canta y danza para el Señor. Ha acudido a él desde el barro del suelo y la oscuridad de la noche, y se ha sentido acogido y abrazado por él, protegido y defendido en su vulnerabilidad. Se sabe favorecido y agraciado, en las manos de Dios.
Viendo orar a Jesús los discípulos quieren que les enseñe. Ahora el dios al que nos dirigimos es padre y amigo y Jesús nos alienta a acudir a él con insistencia, con constancia y machaconería, aun a riesgo de ser muy inoportunos. A esperar de él todo lo bueno y aún lo mejor: el Espíritu Santo, el don de los dones.
El padrenuestro es la oración del cristiano, de los hijos de Dios, hermanos de todos. Enseñemos a nuestros niños y jóvenes a orar con la oración que nos enseñó Jesús, acompañemos a nuestros mayores en las plegarias que permanecen en lo más recóndito de sus memorias afectadas muchas veces por el alzheimer o el párkinson, con confianza, con insistencia, con un corazón en comunión con Dios, los hermanos y todo lo creado, con el deseo del Reino que abrasa desde dentro.
Hoy quisiera dar gracias a Dios con una oración que se rezó en una de las reuniones de la Delegación de Familia de nuestra Diócesis, a la que pertenecemos mi mujer y yo desde hace mucho tiempo, tanto que de los miembros actuales, somos los más antiguos y en la que hemos pasado de ser meros animadores de la Pascua de la Familia y alguna fiesta más, a estar en frentes donde el dolor y sufrimiento de estos tiempos necesitan de algún que otro samaritano que acompañe y vende o intente vendar esas heridas
SEÑOR, CUANTO TE INVOQUÉ, TÚ ME ESCUCHASTE, nos dice el salmo de esta semana
Se transcribe la oración tal como se rezó en la reunión del 10 de Marzo de 2015
Acción de gracias a nuestro Padre Dios
Gracias por ser nuestro Padre
--de todos los hombres y mujeres de este mundo,
--por habernos hecho tus hijos e hijas
--porque tu amor se derramó en nosotros
en la persona de tu Hijo, por su Palabra y su Vida
Gracias por estar en ese cielo tan cercano
--por estar con nosotros, en nosotros
--por disipar nuestros miedos
--por renovar nuestros corazones
Gracias porque glorificamos tu Santo Nombre
--dándote a conocer, hablando de Ti, dejándote vivir en nosotros
--siendo testimonio de tu Evangelio
--siendo coherente nuestra vida con tu vida
--siendo uno contigo
Gracias por que nos das fuerza para luchar por tu Reino
-en la acogida de familia en Caritas
-en llevar consuelo a las parejas necesitadas en el Centro de Orientación familiar
-en hacer posible la Casa Oasis
-en el acompañamiento de las personas atendidas en dicha Casa
-en la atención especializada de mayores y adolescentes
-en la entrega de nuestro tiempo en la Delegación de familia
Gracias porque nos hace abrirnos a tu voluntad
-- por la plena confianza que nos regala, pues nos amaste primero
--porque nos hace abandonarnos a tus manos
--porque Tú estás con nosotros, aquí y siempre
Gracias por darnos siempre el pan que necesitamos
-- por compartirlo con los que lo necesitan
-- porque nos hace curar las heridas de muchos maltratados por la vida
-- porque tu Palabra nos hace ir más allá de nuestros temores
-- porque limpia nuestros ojos para que te veamos en los demás
-- porque pones en nuestro corazón y nuestros labios palabras de consuelo
Gracias por perdonarnos siempre nuestras debilidades
--porque olvidas nuestras ofensas
--porque hace que olvidemos las de los demás
--porque nos llena de paz para dar paz
--porque nos hace fuerte en el amor
Gracias por ayudarnos en la tentación
--porque hace posible nuestra fortaleza
--porque nos conserva la gracia y la amistad
--porque nos hace priorizar los valores en nuestras actitudes de cada día
--porque no te apartas de nosotros, si nosotros no nos apartamos de Ti
Gracias porque nos libra del mal
--de ser lo que no somos
--de hacer lo que no queremos
--de no perdonar cuando tantas veces Tú nos perdona
--de ser piedra de escándalo para otros
Por todo ello,
Señor, Dios y Padre nuestro, gracias, muchas gracias, por hacernos en esta Delegación de Familia, tus manos, tus pies, tus labios y tu corazón con aquellos de los que nos hacemos prójimo en favor de la familia, la vida y el matrimonio. Amen
MARÍA MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA, AYÚDANOS A DECIR AMEN
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