DOM-25C

domingo, 11 de septiembre de 2016
18 SEPTIEMBRE 2016

DOM-25C

4 comentarios:

Paco Echevarría at: 11 septiembre, 2016 14:14 dijo...

SERVIR A DOS SEÑORES (Lc 16,1-13)

Las riquezas –junto con el poder y la gloria de este mundo– le han disputado siempre a Dios el lugar preferente en el corazón humano. Jesús previene contra el engaño que ello significa. Creen los hombres que con dinero y bienes tienen segura la vida, pero es falso porque la riqueza no cumple sus promesas. Tarde o temprano llega el dueño y hay que rendirle cuentas de la administración de unos bienes que sólo eran prestados. El administrador de la parábola hace algo que nos suena a desvergüenza. Reduce drásticamente la deuda de los acreedores para tener amigos cuando se vea en la calle. Y Jesús alaba su postura.

Todo arranca de algo que dice a continuación: la riqueza es injusta porque pervierte de tal manera el corazón que en él no caben ni Dios ni los demás. Lo único que puede hacerse con ella es ganarse amigos para que, cuando llegue el momento de la verdad, tengamos quien nos avale. Al final todo se resuelve en el uso que se hace de la misma. Un corazón generoso se sirve de la riqueza para repartir generosidad; el avaro salpica por todas partes la acidez de su avaricia.

El cristiano no por serlo está libre de esta tentación y por eso Jesús, de camino a Jerusalén, advierte a sus discípulos que el corazón no puede estar dividido sin romperse: o Dios es el centro y todo lo demás es secundario; o lo es el dinero y todo lo demás pasa a un segundo lugar. Pero esto sólo lo entiende el que se sabe administrador de lo que ha recibido y no pierde de vista que algún día ha de rendir cuentas de la fortuna que se le ha confiado. La parábola es una llamada a la prudencia: sé prevenido y haz todo el bien que puedas con la riqueza que has logrado porque llegará un momento en el que el valor de la vida será tasado no en monedas sino en bondades. Esa es la verdadera sagacidad. Los bienes de la tierra no son el don supremo que Dios nos confía. Sólo es un pequeño asunto que muestra la medida de nuestro corazón.

Una vez más, al escuchar las palabras de Jesús, nos salta un cierto escepticismo y la sensación de que el maestro es poco realista. Pero ¿podéis imaginar cómo sería un mundo en el que el ser humano fuera realmente lo primero y lo más importante? ¿Un mundo de corazones sin avaricia? Pero no. Vivimos en un mundo en el que pocos tienen mucho y muchos tienen poco; en el que unos tiran la comida y otros la buscan en la basura. Si el dinero tuviera caducidad –como los alimentos–, nos daríamos cuenta de su verdadero valor. La verdad es que la tiene, pues llega un día en el que no vale nada. Pero nosotros preferimos creer que estamos seguros bajo su protección. Jesús advierte que es una falsa seguridad en la que viven incluso aquellos que intentan casar a Dios con la fortuna. No es posible hacer una genuflexión al sagrario y otra a la cartera.

Maite at: 12 septiembre, 2016 18:32 dijo...

A veces nos engañamos pensando que la advertencia de Jesús, que no se puede servir a Dios y al dinero, no va por nosotros, que no disponemos de mucho. Pero un santo dijo que un pobre que posee tan solo una cuchara puede estar tan apegado a ella como un rico a su riqueza. Somos nosotros quienes decidimos a quién servir, a Dios o al dinero, sea poco o mucho.

Donde está nuestro tesoro está nuestro corazón, nuestro mayor interés, nuestros desvelos y renuncias, y la astucia para cuidarlo y cultivarlo, para defenderlo y consolidarlo. Poner el corazón en el dinero, hacer de él nuestro tesoro, supone destruir nuestra relación con Dios y con los demás, porque se pasa fácilmente de administrador a explotador y opresor si no se tiene muy claro que administrar no es tener en propiedad, sino hacer un buen uso de aquello que se administra. Y el buen uso implica siempre compartir y solidaridad, nunca acumular solo para provecho propio.

Si somos hijos de Dios los demás son hermanos, y por tanto los bienes pertenecen a todos. Pero formamos parte de una sociedad con un sistema económico que crea una terrible desigualdad entre personas y continentes. Salimos de una crisis larga y penosa que no ha hecho sino empobrecer a los más pobres y enriquecer a los ricos. Algo pasa.

Nosotros, como discípulos y seguidores de Jesús estamos llamados a administrar nuestros bienes en cristiano, siendo fieles en lo pequeño y sirviendo a un solo amo.

Oremos también, como nos dice Pablo, por todos los hombres y por quienes gobiernan los pueblos, pues de ellos y sus decisiones depende que muchos, o solo unos pocos, lleven una vida digna y en paz.

Pedro at: 14 septiembre, 2016 09:16 dijo...

hace referencia “”el que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar”.
Siempre lo poco, siempre lo pequeño, siempre lo poco, siempre lo pobre, siempre lo que no vale, lo simple, como un niño, pues si no nos hacemos como un niño no entraremos en el Reino de los Cielos.
Que poco hemos entendido esto en nuestra Iglesia, donde todo es a lo grande, todo es mayúsculo, todo majestuoso, manifestaciones inmensas, no sé si vacías, pero a lo grande, todo al contrario de los deseos de Dios que se hizo niño en el seno de una débil muchacha que no tuvo más merito que “la humillación…….” , que sus preferidos fueron los débiles y excluidos y aquí buscamos, salvo las excepciones que Dios nos regala, a lo largo de los tiempos, de cuando en vez, como Santa Teresa de Calcuta, siempre hemos buscado el poder de cualquier naturaleza.
Señor haznos pequeños, amante de lo pequeño, amante de vivir cada instante para ti y los demás y que la Virgen María, nos enseñe a ser fiel como ella a tu Palabra

Pedro at: 14 septiembre, 2016 09:20 dijo...

Quiero hacer mi comentario, refiriéndome solamente al versículo del Evangelio que hace referencia “”el que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar”.
Siempre lo poco, siempre lo pequeño, siempre lo poco, siempre lo pobre, siempre lo que no vale, lo simple, como un niño, pues si no nos hacemos como un niño no entraremos en el Reino de los Cielos.
Que poco hemos entendido esto en nuestra Iglesia, donde todo es a lo grande, todo es mayúsculo, todo majestuoso, manifestaciones inmensas, no sé si vacías, pero a lo grande, todo al contrario de los deseos de Dios que se hizo niño en el seno de una débil muchacha que no tuvo más merito que “la humillación…….” , que sus preferidos fueron los débiles y excluidos y aquí buscamos, salvo las excepciones que Dios nos regala, a lo largo de los tiempos, de cuando en vez, como Santa Teresa de Calcuta, siempre hemos buscado el poder de cualquier naturaleza.
Señor haznos pequeños, amante de lo pequeño, amante de vivir cada instante para ti y los demás y que la Virgen María, nos enseñe a ser fiel como ella a tu Palabra
RECTIFICO