5 MARZO 2017
CUARESMA-1ºA
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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PARA SER TENTADO
Tras el bautismo y ya presentado como mesías, Jesús tiene que afrontar la tentación. El evangelista no dice que sufrió la tentación sin más, sino que fue llevado al desierto -lugar tradicional de la prueba y el cambio interior- para ser tentado por el diablo. Es, por tanto, una prueba por la que tiene que pasar necesariamente. La pregunta es: ¿por qué? ¿qué necesidad había de ello? Evidentemente la experiencia de Jesús no tiene como objetivo comprobar su nivel moral. Más bien parece un recurso para mostrar al lector la solidez de su espíritu y la clara conciencia que tenía de su misión. Jesús sufrió la tentación para indicar, con su fidelidad, el camino de la vida en contraposición con Israel que, sometido a la misma prueba, sucumbió.
Pero de poco nos vale semejante ejemplo si antes no nos aclaramos sobre el significado de la tentación en sí misma. Para ello es necesario, ante todo, tener en cuenta que la tentación no es un medio utilizado por Dios para conocer lo que hay en el interior del corazón humano -“Tu escrutas los corazones” (Sal 7,10)-, sino que, al contrario, es un servicio divino por el que Dios nos enfrenta a nuestra propia verdad. No somos tentados para que Dios nos conozca, sino para que podamos conocernos a nosotros mismos. No vamos al médico para que sepa lo que tenemos, sino para que -con diversas pruebas- nos ayude a ver cómo estamos.
La tentación -como la crisis- es condición indispensable del crecimiento, porque ayuda al conocimiento de sí mismo, pone de relieve las debilidades, permite formular metas, baja los humos de la vanidad y humaniza a quien la sufre. Cuando en el Padrenuestro pedimos, no decimos “líbranos de la tentación” como cabría esperar, sino “no nos dejes sucumbir en la tentación”. La tentación -como el dolor- es una buena herramienta porque con ella se avanza rápido en el camino interior.
Vistas así las cosas, las tentaciones de Jesús nos parecen tres advertencias a sus seguidores: no se deben convertir las piedras -la dureza- de la vida en panes gratos al paladar, sino que es mucho más importante conocer la palabra -la voluntad- de Dios; no es bueno tentar a Dios asumiendo -imprudentemente- riesgos innecesarios, que Dios no está para corregir nuestras insensateces y, actuar de esa manera, no es confiar más en él, sino tomarlo de lazarillo; y -sobre todo- no hay que sucumbir ante los poderes de este mundo. Sólo Dios es dios. Lo que pasa de ahí es idolatría.
Añade Mateo que, superada la tentación, el diablo se retiró y entraron en escena los ángeles. Quien ha resistido la noche sin sucumbir, gozará de las alegrías del día. Jamás seremos tentados por encima de nuestras fuerzas: Dios quiere que vivamos.
Desde el Génesis la tentación siempre es la misma: ser como Dios. Y la prueba es necesaria para acrisolar y afianzar nuestra fe, esperanza y amor.
El evangelio de este primer domingo de cuaresma nos ofrece además la ocasión de revisar nuestra imagen de Dios. Jesús es llevado al desierto por el Espíritu y no se le ahorran las pruebas, dificultades, sufrimientos, que le acompañarán durante su vida. Pero no duda del amor del Padre. No se deja arrastrar por el diablo a tratar a Dios como si fuera un padrazo-colega que le libra de escoger el camino más difícil para ahorrarle todo sinsabor y aprendizaje. Jesús sabe que Dios no tiene que demostrar a nadie, ni a él mismo, que le ama. A Dios no se le pone a prueba ni se le manipula.
Jesús sabe que Dios está con él en la prueba, pero no la pasará por él. Optar y decidir, en verdad y libertad, son cosa suya.
Según la Carta a los Hebreos Jesús aprendió sufriendo a obedecer, y el Padre sabe que la manera no es apartar de su camino toda prueba y dolor, todo reto y desafío, toda dificultad. Es el Hijo, somos nosotros, quienes tenemos que buscar la voluntad del Padre y cumplirla, sin atajos ni facilonerías. El camino es el mismo que Jesús aceptó y recorrió: dar la vida. Morir como el grano de trigo, para dar fruto. Servir, no ser servido.
Tentado pero no caído
La Palabra de Dios nos propone la tentación como tema a tener en cuenta en este primer Domingo de Cuaresma, tentación que algunos entendidos prefieren llamar prueba y es mejor porque la llamada tentación la vemos como algo feo, sucio y no es eso, el Maligno, como a Jesús , nos pone a prueba, si eres Hijo de Dios…… y a nosotros no nos dice si eres Hijo de Dios, sino si quieres ser Dios con poder, con dinero, con , con……pues adelante, pisa lo que sea, pisa el cuello y como tantas veces he dicho, pisa los corazones con tal de que tu ego, tu, tu………, subas y subas en todo.
El mundo hoy está ambientado en la tentación, todo es ofrecerte el placer, el poder, la influencia, el estatus, el dinero, y no hablemos de la publicidad en la que se vende de todo con la ligereza de que nos estamos vendiendo para que otros compren.
La tentación la tenemos en los nuestros rincones de nuestra alma, es como si dijéramos algo connatural: desde el principio, como nos narra el poema de la creación, la tentación estuvo presente y fuimos tan tonto que nos fuimos de Dios para caer en la vergüenza “oí tu voz y tuve miedo porque estaba desnudo”
Antes no tenía miedo ni vergüenza porque era pura gracia de Dios, que Cristo restaura por puro Amor.
Pero este tiempo de Cuaresma, como lo fue Adviento, es para que nuestra reflexión nos lleve a perder lo que tenemos que no es de Dios y lo llenemos de Dios, pues en eso consiste la santidad como decía S. Francisco de Asís, vaciarnos de nosotros para llenarnos de Dios y con este horizonte iniciamos hoy Miércoles este tiempo de gracia, ayunando para aprender a amarme, dando limosna para aprender a amar a los demás y haciendo oración para aprender a amar a Dios.
Santa María ayúdanos a ser humilde, a reconocer nuestra debilidad y que no nos cansemos de rezar el Padrenuestro, la oración más grande que podemos rezar en este tiempo y así podemos mirar con ojos nuevos a nuestros hermanos y sus necesidades, AMEN
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